Antonio Pacheco en su casa, hoy vive una vida diferente

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El hecho que detonó su retiro, las charlas de niño con Tito Goncalves y el festejo del gol de Aguirre: la vida de Antonio Pacheco

El exfutbolista aurinegro dejó un enorme recuerdo en los hinchas y contó lo que fue su carrera
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24 de marzo de 2023 a las 17:41

El camión paró, como de costumbre, en la estación de servicio de Rivera y Bulevar Artigas para cargar gasoil. Julio se puso a hablar con el dueño del lugar, Omar “Cacho” Caetano. Se habían hecho conocidos porque iba asiduamente a abonarle el combustible de un reparto de Conaprole. Y se animó a hablarle de otro tema.

“Mire, Omar, disculpe la molestia, pero quería hablarle de mi hijo. Usted sabe que para nosotros, los padres, nuestros hijos siempre son lo mejor. Pero mi hijo termina el baby en Unión Vecinal, y lo han venido a buscar de distintos clubes. Él quiere jugar en Peñarol. Y mire que juega bien, ¿eh? ¿Tendrá la chance de presentárselo a alguien en el club?”, le dijo Julio.

Su hijo era y es Antonio Pacheco. Y Cacho Caetano, campeón uruguayo nueve veces, dos de la Copa Libertadores y otras dos de la Intercontinental con los manyas, quien había sido compañero de Pelé en Cosmos de Nueva York, tomó la posta.

Dos adolescentes Antonio Pacheco y Nicolás Rotundo, merendando en las inferiores de Peñarol

Tanto fue así, que pocos días después, se fue directo a la casa de Julio, y le dijo al niño de 11 años que lo miraba con la boca abierta. “Dale, Tony. Vestite que te llevo a Las Acacias para que te vean. Hay un llamado para aspirantes a jugar en Peñarol”.

“No me venía a buscar Peñarol, los clubes que venían, yo no quería ir. Mi viejo le insistió a Cacho, le dijo que jugaba bien y él era tan buena persona, que vino a casa, y de ahí fuimos al entrenamiento. Tenía todo organizado sin decirme nada a mí. Tenía 11 años, hice dos goles en la primera práctica de aspirantes en la cancha de atrás que había en Las Acacias y de ahí, no paré más”, dice Tony Pacheco a Referí.

Llegó a Las Acacias y vio cómo Caetano hablaba con un excompañero suyo, una de las glorias más grandes de Peñarol en toda su historia: Néstor “Tito” Goncálves, quien era el intendente del lugar.

Antonio Pacheco y Néstor "Tito" Goncalves, quien lo recibió por primera vez en Las Acacias, en una foto años después en Los Aromos; a su lado, otra gloria de Peñarol: Julio César Abbadie

“Tito era una maravilla de ser humano y lo fui conociendo con el tiempo, pero me recibió mejor porque iba con Cacho, ya que eran campeones de América y del mundo. Teníamos todos los días un aprendizaje nuevo con él. Cuando uno es más chico, percibe los sueños con otra racionalidad que cuando es más grande, no es tan pensante y tenía claro que quería jugar en Peñarol. Era una maravilla, lo que venía deseando y no me había pasado, se hacía realidad. Fue tremendo. ¡Tremendo! Nos contaba parte de la historia, lo que era entrenar para jugar en Peñarol, lo que era jugar en Peñarol, más allá de que éramos niños. Fue sensacional haber vivido con él todo ese aprendizaje y en una edad difícil, la adolescencia, te marcaba la cancha”, agrega el último gran referente e ídolo que tuvo el club de las 11 estrellas.

Desde su barrio, el Parque Batlle, se tomaba dos ómnibus todos los días para ir a Las Acacias y utilizaba la boletera del liceo.

Ana, su madre, no perdía detalle alguno de cómo iba creciendo su hijo.

Cuando jugaba en Unión Vecinal en baby y clasificaba a la Copa de Campeones que se jugaba en una cancha improvisada en el Velódromo, enfrentaba a un niño que hacía maravillas con la pelota: le decían Chino y su apellido, Recoba. Se enfrentaron después con Peñarol y Danubio, con Peñarol y Nacional, y ya se conocían y respetaban. Pero en enero de 2001, fue contratado por Internazionale de Milán y se encontraron. Desde ese momento, se hicieron inseparables y forjaron una enorme amistad hasta hoy.

Hace muchos años que Antonio Pacheco y Álvaro Recoba son amigos que se conocieron a través del fútbol

Así lo resume: “Somos amigos y él jugaba en un equipo y o en otro. Forjamos una amistad hasta hoy. Quizás no nos veamos tanto como antes, pero por una cuestión del día a día. Ya de niños, nos teníamos un respeto inmenso cuando nos enfrentábamos. Con los años, nuestras familias se hicieron amigas y hemos pasado Navidades y fiestas de Fin de Año juntos. No es una regla, pero a veces lo seguimos haciendo”.

Era un gurí todavía cuando, aprovechando que vivía a pocas cuadras del Estadio Centenario, se metía a ver los partidos de Peñarol. En aquella época, aún se mantenía la costumbre de que las puertas de las tribunas se abrían en los 15 minutos finales, para aquellos que quisieran ingresar gratis.

Facundo Pellistri cuando era niño con la pelota y Antonio Pacheco en Los Aromos

“Iba mucho a ver a Peñarol, pero no tenía ídolos. Entraba en los 15 minutos que eran gratis cuando abrían las puertas. Recuerdo que fui a ver el partido –pero ahí, con entrada– contra América de Cali de la Copa Libertadores 1987 que ganó Peñarol 2-1 en la hora con el gol del Bomba Villar, que posibilitó la finalísima en Chile. Me acuerdo de ver esa final por la tele. El partido estaba casi definido, faltaban segundos y llegó el gol de Aguirre. Toda la familia se puso como loca a festejar”, dice.

En 1993, Gregorio Pérez recién llegaba a Peñarol y ese mismo mes, Tony, quien aún estaba en una Quinta división impresionante del club, que ganó todo, vivió un episodio muy feo. En enero, falleció su hermana Juliana repentinamente. Fueron días y meses muy difíciles para él y para toda su familia.

Pero llegó un pequeño bálsamo para tanto dolor. El plantel principal viajaba a una gira por España, Portugal, Grecia e Italia, entonces Gregorio ascendió a algunos juveniles de esa Quinta y los mezcló con algunos jugadores que no viajarían, ya que había que afrontar los partidos de ida y vuelta ante Huracán de Argentina por la Copa Conmebol.

Facsímil del diario El Observador el día del debut de Antonio Pacheco en Primera

Y uno de los que ascendió fue Antonio Pacheco, por el nivel que ya venía mostrando. Debutó en el primer equipo de Peñarol el miércoles 11 de agosto de 1993 y ganaron 1-0 con gol de Gustavo Ferreyra -el extécnico de la selección uruguaya sub 20- de penal. Tony entró para jugar los últimos 5 minutos por Andrée “Varilla” González, y lo dirigió el técnico alterno, Alejandro Botello.

Así lo recuerda: “Subí a Primera por esa gira. Los más chicos que fuimos convocados fuimos Nico Rotundo y yo, para jugar contra Huracán y era la vuelta del Tano Gutiérrez desde Europa. Fue tremendo poder debutar, porque cuando terminábamos los partidos de juveniles, nos íbamos a ver a Peñarol. Era el sueño cumplido”.

Peñarol siempre está presente en sus recuerdos

Y añade respecto a ese momento de dolor que vivía su familia: “Esto me ayudó mucho porque a nivel familiar no estábamos en el mejor momento y son esas cosas que uno tiene que aprender a sobrellevar, a tirar para adelante, porque de eso se trataba en ese contexto. Y llegó en un momento bárbaro porque me distraía. Después de esos dos partidos, el de ida y el de vuelta, seguía entrenando en Primera y también jugaba en Quinta”.

Entonces define lo que significó y significa Gregorio en su vida.

Antonio Pacheco escucha atentamente a Gregorio Pérez, el día de su partido homenaje en Peñarol

“Para aquella generación, Gregorio era el director del liceo o del colegio. Viste que hay adscriptos, profesores, y después, el director. Supo con todos y cada uno de los juveniles -que fuimos una cantidad-, llevarnos, conducirnos, e incorporarnos a entender lo que era el fútbol profesional. Nos guiaba constantemente. Tuve la suerte de entrar en una época sensacional, maravillosa, histórica de Peñarol en 1993. Cuando tuvo el feo percance de salud hace poco tiempo, me ocupé, no me asusté, porque soy de estar, y traté de comunicarme como pudiera porque él estaba en Perú. Lo importante que ahora está bien y eso nos pone muy felices”, sostiene.

Aquí se puede ver un compendio de algunos goles importantes en la carrera de Antonio Pacheco:

Nico Rotundo y Martín “Tato” García fueron y son sus amigos inseparables desde aquel momento.

Además de ellos, con el tiempo, hacía asados en el patio de tu casa con el Pato Aguilera y Diego Dorta.

“Hicimos varios asados, inclusive una feijoada que hacía mi madre. Le salía impresionante. Mi padre es de Cerro Largo y cuando se casaron, fueron a vivir allá. La debe haber sacado allá”, recuerda.

El festejo típico de gol de Pacheco, con la lengua afuera

Es que, si bien Tony nació en Montevideo, “los tres primeros años de mi vida, los viví en Melo”.

Dorta lo pasaba a buscar en su auto para llevarlo a Los Aromos “porque vivía en Pocitos y le quedaba de paso. No solo un ser humano espectacular, sino un extraordinario jugador de fútbol. Éramos muy jóvenes, pero tuvimos un gran aprendizaje”.

Hace 23 años que está con su pareja de la vida, Valentina, quien, como se verá, lo ayudó a tomar resoluciones determinantes en su carrera. “Como toda pareja, tenés buenos y malos momentos, disfrutando, viviendo el día a día. Formamos una familia hermosa, y unos hijos maravillosos. Es mi compañera de vida”.

Tony participó de principio a fin del segundo quinquenio ganado por Peñarol.

Uno de los ocho títulos del Uruguayo con Peñarol; aquí, Tony Pacheco junto a Bengoechea y Aguilera

Y así lo resume: “Con el tiempo, nos damos cuenta de lo que significa y significó toda esa historia vivida, y haber sido partícipe de esa historia es algo que nos marcó a los que tuvimos la suerte de participar. De lo difícil que es tener la posibilidad de ganar cinco campeonatos consecutivos en una liga como la uruguaya que es muy complicada. No pasó tantas veces, no es fácil de lograr, dos Peñarol y una Nacional. Quedamos marcados a fuego en la historia de Peñarol”.

Y añade: “La gente conmigo es muy generosa, me da muchísimas muestras de respeto, de cariño y es algo muy lindo . Para mí es mágico que la gente todavía se acuerde y con el respeto que se acuerdan”.

La camiseta número 8 de Peñarol es eterna, con Pacheco festejando con la hinchada

Pacheco es el futbolista profesional que más clásicos ha disputado con la camiseta de Peñarol: 60. Por si fuera poco, es el que más le ganó a Nacional: 28 veces, y le anotó 12 goles. Dentro de esos partidos hay varios memorables, como los últimos dos de 1997, con aquellas recordadas remontadas para el 4-3 y 3-2 final. También jugó el del 5-0 en 2014, 17 años después, y le batió el récord de clásicos justo a Omar Caetano, quien lo había llevado a Peñarol, por lo que festejó con la camiseta calada número 6 que usaba el popular Cacho.

“Esos tres están en el top 5 de los clásicos. Soy el que más jugué en la historia y el que más gané. En los dos de las remontadas, se dieron hechos particulares, sobre todo, que nos permitieron clasificar a las semifinales para poder ganar el quinquenio, dentro de un año que fue muy, muy complicado por todo lo que se dio. Lo que significó ganarlos y cómo se ganaron, marcaron la historia. Después tuvimos que jugar las finales con Defensor para coronar un año muy trabajoso, muy parejo y tuve la suerte de anotar un gol. El 5-0 fue un clásico espectacular porque hacía tiempo que no se ganaba por esa magnitud. Fue histórico”, dice.

Antonio Pacheco celebrando el quinquenio de Peñarol junto a Marcelo Zalayeta

En 1999, vivió una semana insólita con Julio Ribas como técnico. Su papá Julio tuvo un infarto y él se quedó a cuidarlo, pero también entrenó en Los Aromos y fue titular ante River Plate. Resultado: le hizo cinco goles.

“Mi padre estaba en casa, se fue para la suya y le dio un infarto. Pasé toda la noche en el sanatorio y terminé la semana con cinco goles. Estaba atravesando un momento e incertidumbre por mi papá, durmiendo poco, acompañándolo. Se venía el partido y Julio Ribas hablaba mucho conmigo y me guió muchísimo en esos momentos, y me ayudó para estar centrados en lograr el campeonato, y se dio esa circunstancia. Mi papá siguió internado, ya estaba en recuperación y lo fui a ver. Después se recuperó por suerte. Para mí fue maravilloso”, cuenta.

Tony ya tiene a su hijo Benjamín en el liceo y lo lleva a ver a Peñarol junto a sus otras dos hijas mellizas

Perder la final de la Copa Libertadores de América en 2011 fue un golpazo. Ya había perdido dos finales internacionales, por la Copa Conmebol en 1993 y 1994, aunque en la primera, si bien debutó en el torneo, no jugó los partidos decisivos.

Así comenta lo de la Libertadores: “La ilusión que tenés cuando jugás, de tener la posibilidad de ganar un torneo internacional, es muy grande. Tuve la suerte y desgracia de jugar varias finales y no haberlas logrado. En aquel momento, fue una tristeza enorme, porque teníamos todo para poder lograrlo, pero esas cosas del destino o del juego que ellos meten más goles que vos, nos dejaron sin poder ganarla. Capaz que el gol de Diego Alonso que le anularon en la hora del partido de ida en el Centenario por fuera de juego, cambiaba la historia. No lo vamos a saber nunca. Fue un momento espectacular con la mala suerte de no poder ganarlo”.

El llanto en su partido despedida y con Benjamín en sus brazos

Pero poco después de esa copa, Peñarol tomó una decisión que se recuerda hasta hoy. El técnico Diego Aguirre y el presidente Juan Pedro Damiani, no le renovaron contrato. No estaba en los planes del club. Fue un cimbronazo. Nunca se lo esperó.

Allí se planteó dejar de jugar al fútbol. Tenía 35 años y mucho para dar aún.

“Se me venció el contrato y Peñarol no me renovó. Fue duro, no lo esperaba, pero pasó y me agarró medio ahí. Había decidido dejar el fútbol hasta que un día mi señora Valentina me dijo: ‘Si tu hijo Benjamín hablara, -todavía era muy chiquito- te diría que siguieras jugando’. Y eso me hizo un clic, eso fue lo que me hizo ver que tenía que continuar”.

Entonces llegó la llamada de Daniel Carreño para jugar en Wanderers. “Fue el primero que me llamó para ir a Wanderers. Por suerte ese club me abrió las puertas y le estoy eternamente agradecido. Pasé un año increíble en el club, hasta que me volvieron a llamar de Peñarol. Los primeros seis meses con Carreño, y los otros seis, con Alfredo Arias, -actual técnico de Peñarol-. Me llamaron para volver, y se lo comuniqué a Alfredo. Tenía que volver y él lo entendió”.

"El peor día de su vida deportiva", según dijo Pacheco; cuando enfrentó con Wanderers a Peñarol

Por primera vez tuvo que enfrentar a Peñarol, con Wanderers, en lo que define como “el peor momento deportivo de mi vida”.

“Sabía que se iba a dar, pero igual fue el peor momento deportivo de mi vida. Poco antes, no me imaginaba que algún día lo iba a enfrentar, porque había elegido Peñarol con 11 años. Fue muy emocionante, increíble, un día atípico. Pasó lo de aquel chico que se tiró a la cancha y me abrazó en pleno partido. Fue muy movilizador”.

“Valentina fue muy importante en ese momento de mi vida, como en todos desde que estamos juntos. Pero ahí fue fundamental”, reconoce.

El momento en que sufrió la fractura de tibia y peroné y pide que se pare el partido

Peñarol lo volvió a llamar y volvió. El Estadio Centenario estaba abarrotado de gente para ver al ídolo vestir de nuevo la camiseta de los manyas. El rival era Fénix. Y todo empezó bárbaro, con un gol suyo. Pero luego, sufrió la fractura de tibia y peroné, por lo que estuvo seis meses para volver.

“Fue un año particular porque era mi vuelta luego de lo que me había pasado el año anterior. Fue otro momento duro, pero cuando jugás, sabés que estás expuesto a que te sucedan cosas. Estaba convencido que era recuperarme y volver. Había depositado en mí mismo un desafío de mi vuelta al club y hacer cosas importantes, porque había sufrido mucho lo que me había sucedido”, recuerda.

Así, con este gesto de dolor, se retiró Pacheco tras su doble fractura; el Campeonato Uruguayo de ese año, lo liquidaría él ante Defensor Sporting con tres goles

Y cumplió. Volvió justo ante el mismo rival, y Peñarol clasificó a las finales contra Defensor Sporting, en las que convirtió los tres goles para lo que fue su octavo Campeonato Uruguayo logrado. “Me fui integrando al plantel y en la final con Defensor tuve la suerte de haber ganado, en un partido para mí impresionante de todo el plantel, con la suerte de poder hacer tres goles. De los partidos más lindos que recuerdo”, dice.

Al término del Uruguayo 2013-14, fue elegido como el Mejor Jugador en la encuesta Fútbolx100 de El Observador, en la que participan 100 periodistas. 

Aquí se pueden ver los tres goles a Defensor Sporting en aquella final:

Siguió jugando en Peñarol, hasta que el 14 de junio de 2015, con Pablo Bengoechea, su eterno compañero del quinquenio y de varios títulos, como entrenador, decidió que quería dejar de jugar al fútbol.

Sucedió que era la final del Uruguayo ante Nacional, se había empatado en la hora 2-2 con un gol de Luis Aguiar, fueron al alargue y el Colo Romero puso el 3-2 para el rival eterno. Y minutos después, el árbitro Javier Bentancor pitó un penal para Nacional. Pablo Migliore se lo atajó a Recoba, pero el clima era tremendo, sobre todo, en la hinchada de Peñarol. Hasta que ingresó una ambulancia a la cancha y se suspendió el encuentro a falta de 13 minutos.

Pacheco en la redacción del diario El Obsevador, cuando ganó el premio de Mejor Jugador en la encuesta de Fútbolx100

“Yo tenía decidido irme del fútbol en cualquier momento, pero lo que sucedió en ese clásico, ratificó mi decisión por todo lo que pasó, y sobre todo, porque se asustó mi hijo Benjamín que había ido. Allí superconfirmé que tenía que dejar el fútbol ese año”, explica.

Justo la llegada de Benjamín a la familia había costado mucho. La cigüeña se hizo esperar y esperar, hasta que Tony y Valentina se enteraron de que esperaban a un hijo.

Antonio Pacheco y Álvaro Recoba junto a sus esposas en un viaje al exterior que realizaron juntos, en este caso, a Las Vegas

“Costó la llegada de Benjamín al punto que fueron años. Pero al final llegó y luego lo hicieron las mellizas Catalina y Florencia. Benjamín ya tiene 12 años y está en primero de liceo, y las mellizas nueve y van a la escuela. Todos los días los llevo. Siempre acomodo mi día a favor de ellos. Los llevo al fútbol, siempre a ver Peñarol, cuando se puede”.

En Peñarol pasaron miles de jugadores en la historia, muchísimos cracks, y ninguno tuvo un partido homenaje, salvo Pacheco.

Antonio Pacheco en familia, junto a su pareja Valentina, y sus hijos, Benjamín, y las mellizas Florencia y Catalina

“Fue el primer y último partido que jugué en el Estadio Campeón del Siglo. Se dio, no lo esperaba ni lo imaginaba. Yo quería que fuera una fiesta de Peñarol e invité a gran parte de la historia del club. Vino don Tito Goncalves y quería que fuera una fiesta para el hincha, que viera a diferentes generaciones en la cancha. Soy un agradecido. Fue un día inolvidable para mí y para mi familia. No hay forma de agradecer, porque la gente fue increíble”.

Aquí se puede ver un compendio de lo que fue su partido homenaje en el Estadio Campeón del Siglo:

Jugó en Italia, España y Argentina, y fue subcampeón de la Copa América de 1999 en Paraguay con la selección uruguaya.

Antonio Pacheco con la selección uruguaya ante Ecuador en la Copa América de Paraguay 1999, en la que fue subcampeón

Atrás quedaron aquellas épocas en las que llevaba ración para perros en la valija de su auto cuando iba a Los Aromos. Si veía alguno caminando solo, bajaba y le daba de comer. Hoy tiene cinco en su casa.

Anderson Silva marcado por un pelilargo Antonio Pacheco, en Albacete de la Liga Española

Antonio Pacheco es el último ídolo de la hinchada de Peñarol, con todo lo que eso significa. Pasarán muchos, muchísimos años para que un jugador pueda llegar a su nivel de idolatría con los hinchas. La camiseta número 8 tiene una historia increíble y va de la mano con Tony.

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