El Chengue en la actualidad en su Las Piedras natal

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La visita secreta de Hugo De León a verlo a la cárcel y cuando O'Neill lo mandó a la cancha ante Senegal: la vida del Chengue Morales

Su mejor momento en la selección se dio ante Australia con dos goles, y ese día, le pidió a Casal una camioneta, para dejar su Fusca 1600
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17 de marzo de 2023 a las 17:48

En plena Nochebuena de 1974 nació en Las Piedras, lugar que nunca abandonó. El tema es que los padres lo anotaron el 21 de febrero de 1975, y así figura en su cédula de identidad. Pero él, Richard “Chengue” Morales, celebra su cumpleaños todos los 24 de diciembre.

El Barrio Herten, ahí al lado del cementerio, fue el testigo de su crecimiento junto a cinco hermanos, dos varones más y tres mujeres, con su padre Conrado y su mamá Gladys.

“Viví una infancia sufrida, pero linda a la vez, porque era difícil económicamente, ya que trabajaba solo el viejo y éramos seis hermanos, pero más allá de ser una familia sacrificada, era muy unida”, recuerda para Referí.

Jugó al baby fútbol en el club La Llama, que se llamaba así porque estaba detrás de un cuartel de bomberos.

Richard Morales en su juventud, antes de que llegara lo mejor de su carrera futbolística

Del baby fue a probarse a Nacional. “Estaba Caro de técnico. Me fui a probar con 12 años y quedé. Entrenábamos en una cancha de tierra de baby que estaba detrás del Parque Central. Me tomaba el 275, me bajaba en General Flores, y me iba al Parque Central. Estaba en Preséptima y jugué hasta Quinta. No me dejaron libre, sino que me fui por no tener casi nunca plata para el boleto, y las distancias largas con mi casa. Me fui a Bella Vista a prueba, Estaba Luis González en Cuarta y tuve una linda carrera con él. También tuve al Culaca (González) en Tercera”.

En Bella Vista jugaba de zaguero izquierdo aunque era derecho, y después de volante central. Recién cuando fue a Platense jugó de ‘9’.

Pero al mismo tiempo, también trabajaba con 12 años en la construcción ayudando a un hermano que era oficial. “Trabajaba como peón. Mi hermano me pagaba y me daba la plata para los boletos. Luego, con mi cuñado, trabajé con 17 años y me autorizaban para ir a Bella Vista a entrenar. Me iba a la 1 de la tarde para poder practicar, y de eso no me olvido nunca, porque me daban una mano para poder seguir en esto del fútbol que es tan difícil. Hacíamos pozos, acarreábamos baldes, de todo un poco”.

Su pasaje por la selección le dejó un grato recuerdo

Ya de más grande, cuando había dejado el fútbol temporalmente, trabajó en el Frigorífico Las Piedras con su papá, en el desosado, “porque mi padre era el que le daba el toque final a las cajas y las guardábamos en las cámaras. Cuando volví al fútbol, en Platense, trabajé en el Mercado Modelo con el Gallego San Pedro, que era el entrenador del club, y mi hija Estefani tenía un año. Repartía en La Pasiva y en la pizzería Costa Azul muchas planchas de tomate y naranjas para las pizzas y para los jugos. Aprendí muchísimo lo que era el trabajo sacrificado, acarreando cajones. Me levantaba a las 2 y media de la mañana, y a las 3 estaba en la casa de él, cargábamos el camión y a las 4 ya estábamos en el mercado, a las 8 en La Pasiva y terminaba a la 1 de la tarde. Dormía un poco y me iba a entrenar a Platense. Volvía como a las 11 de la noche y dormía poco, dos horitas nomás para levantarme al otro día”.

Tenía un ídolo que luego pudo conocer cuando estuvo por primera vez en Nacional: el panameño Julio César Dely Valdés.

“Era mi ídolo. Recién había llegado y estábamos en la mesa con los juveniles. En esa época, en Nacional nos daban pan y leche. Dely llevaba el dulce de membrillo y de leche para nosotros”, dice.

Cuando jugaba en Platense, lo vieron de Basáñez por la cercanía del barrio y ahí ya le pagaban un sueldo de $ 8.000 que le daba para poder criar a su hija Estefani.

Hugo De León dirigiendo una práctica en Nacional

Con la selección de la B fue a jugar un amistoso contra Nacional, que dirigía entonces Hugo De León. Y el técnico vio lo que tenía enfrente.

Así lo cuenta: “El Hugo llamó a Chijane enseguida para que me contactara para ir al club. Para mí fue una alegría muy grande, porque volvía a Nacional. Me cambió la vida en varios sentidos, en lo profesional, en ser hincha, me traspapeló todo pero para bien. La imagen, el saber lo que uno era, de no equivocarme y aprovechar cada entrenamiento, como me dijo el profe (Esteban) Gesto cuando llegué, que cada práctica era una final”.

Con Gesto hizo un trabajo particular, del que quedó “muy contento por lo que hizo por mí. Uno se cree Superman porque va a Nacional, pero me hicieron ver que no estaba pronto con comparaciones. Por ejemplo, me ponían a (Mario) Regueiro y a Tyson Núñez –que ellos volaban en aquella época–, a saltar en un cajón de 0 a 100 y eran impresionantes. Yo no podía saltar ni 30 centímetros. Con mucho cariño, me hizo ver que realmente no estaba pronto, y después yo le demostré a él que quería triunfar y que tenía ganas de superarme”.

Y recuerda una anécdota: “Cuando llegué a Nacional, Gesto me dijo: ‘Le voy a dar solo un consejo: los autos no tienen baño’, como diciéndome que me comprara una casa y no un auto, y yo estuve un año y nueve meses ya en Primera división, yendo en ómnibus porque me compré una a pagar con mensualidades”.

El pase a Nacional se hizo tan rápido, que debía ir a la AUF en una hora, por lo que le pidió plata a un vecino para el ómnibus para ir a la AUF a firmar el pase. Tenía 24 años.

“Me llamaron y me dijeron: ‘Tenés que estar en la AUF a las 6 y media y eran 5 y media y estaba en Las Piedras. Era el último día para pedir el pase. Un vecino me dio para el boleto, y fue un momento de mucho nervio, muy difícil, porque pensaba que no llegaba para firmar para Nacional. Me estiraron el plazo y firmé en el bar de la esquina de la AUF, porque ya habían cerrado sus oficinas. Eran cosas de antes”, recuerda con una sonrisa.

De León fue trascendente en su carrera y en su vida y no oculta su emoción cuando habla de él. Y tiene por qué.

“Fue como un padre, porque de joven cometí muchos errores que asumo, de salir, de creerme que todo era color de rosa y él me hizo ver que no era todo tan así. Tuve un momento difícil, en el que fui a preso por defender a un amigo y pariente mío. Él me fue a visitar a la cárcel y me protegió como a un hijo. Esas cosas las voy a recordar para siempre. Tengo un aprecio especial hacia él, lo quiero mucho. Cada vez que nos vemos, tengo la suerte de decírselo, de poder agradecerle, tanto a él como a su familia. Tengo trato también con sus hijas. Me emociona mucho cada vez que hablo de él, por todo lo que me hizo vivir, por todo lo que me demostró, y por el cariño que me tuvo sin conocerme. Fue una vez a verme y nadie se enteró cuando fue. Estoy contando esto después de mucho tiempo”, explica con la voz entrecortada.

Richard Morales y uno de los títulos que consiguió jugando en Nacional

Entonces añade: “Él lo hizo como estrategia. Cuando salí (de la cárcel), después me puso bastante tiempo en penitencia. Me hizo entrenar con la Cuarta, con la Quinta, me hacía llenar hojas para que escribiera que lo que había hecho estaba mal, que les diera charla a los gurises todos los días, no me dejaba cambiar con la Primera en Los Céspedes y por eso lo hacía con los juveniles. Me enseñó muchísimo. Un fenómeno. Así se aprende”.

Clásicos complicados

Su primer clásico ante Peñarol fue casi histórico. Duró un minuto en la cancha. Entró a los 83’ y lo expulsaron a los 84’. ¿Qué pasó?

Así lo cuenta el Chengue: “Eso marcó mi estadía en Nacional, que es lo que aconsejo. Para mí, los que llegan al club, tienen que ser hinchas. Se armó lío justo con Chispa Delgado, que era el que me llevaba y me traía a Los Céspedes en su auto, me metí a defenderlo y me echaron enseguida”, dice.  

Pero agrega de inmediato: “Después, jugábamos otro clásico por el Uruguayo a los pocos días, y el Hugo (De León) me llamó al chalé de los técnicos en Los Céspedes, y pensé que me iba a echar de Nacional. Pensé: ‘No vuelvo nunca más’. Pero me dijo: ‘Por la actitud que tuviste, que es lo que quiero transmitir dentro del club, no que anden a las piñas, pero sí que defiendan al club como lo defendiste vos, el domingo en el clásico, jugás vos y 10 más. No tengo definido el equipo, pero jugás vos y 10 más’. Esa confianza que me dio fue fundamental. Para mí fue muy importante”.

El Chengue Morales el día del gran lío en el clásico en el que fueron procesados futbolistas de ambos clubes grandes

Uno de los clásicos que más se recuerda fue el que terminó a las piñas con Peñarol y varios terminaron procesados, entre ellos, el Chengue, por segunda vez en su vida.

“Era un lío generalizado, en el cual yo no tenía nada que ver. El problema era con el Flaco (Marco) Vanzini. Me acuerdo que el Lucho Romero dijo que le iba a pegar a OJ (Morales), y ahí empezó todo. Yo estaba separando y me comí un garrón de (Julio) Ribas (el técnico de Peñarol) que de atrás, que me clavó de cabeza, y ya no pensé nunca más en separar, porque se me nubló la cabeza”, sostuvo.  

Aquí se puede ver el video de los incidentes de aquel clásico:

Esa noche, ya en su casa, se estaba preparando y vistiendo para ir al casamiento de Mario Regueiro. Pero recibió una llamada de Nacional. “Chengue, tenés que ir al juzgado por el lío de esta tarde”. Pensó que entraba y salía y se iba al casamiento de su compañero. Pero la historia fue muy distinta.

“Ya en el juzgado, vino (Alejandro) Balbi y me dijo que dijera la verdad, porque la jueza había visto todos los videos. Vino ella y me dijo: ‘Vos sos el primero que estás procesado, y yo me reí, porque no pensaba que podía ser cierto que por un partido de fútbol, terminara en la cárcel. Pero me empecé a preocupar cuando dijeron: ‘Para el calabozo y sáquense los cordones de los zapatos y los cintos’. A medida que declaraban los demás jugadores, cada vez empezaba a entender más que estaba procesado con prisión”, cuenta.

Otro de los clásicos recordados se dio en 2008, cuando fue expulsado y tiró la camiseta de Nacional que fue a parar a los hinchas de Peñarol.

Morales ante Peñarol en 2008

El Chengue lo recuerda así: “Habían pasado un montón de cosas. La noche anterior le habían pedido a cinco jugadores que no jugaran ese clásico porque en la semana se iban a jugar al exterior. Fueron a mi cuarto –porque yo era el capitán–, y les dije que no tenía nada que ver, que eran ellos quienes debían tomar la decisión de jugar o no, y que lo hablaran con el entrenador. Eso me enojó mucho porque creo que Nacional es un club muy grande como para tomar ese tipo de decisiones. No daba ni para pensarlo. No era el momento para hablar del tema. Me tocó vivir esa situación y fue un poco que exploté como capitán, me pasaron todas esas situaciones por la cabeza que no eran nada agradables para mí. Mirá la gravedad del caso. Tremendo.

Aquí se puede ver cuando tiró la camiseta a los hinchas de Peñarol:

Y prosiguió: Después me comí la comida yo, con insultos, con cosas que me dolieron mucho, pero esos jugadores nunca salieron a decir lo que había pasado esa noche. Eso va a quedar para mí, con mucha tristeza, pero va a quedar para mí por siempre. También estaba el tema de la barra. Yo había dicho que no le pagaba a la barra la cuota que le pagaban otros jugadores que habían pasado por el club antes que yo. Todo eso se juntó y por eso pasó lo que pasó cuando me expulsaron y terminé tirando la camiseta. No lo hice con la intención de tirarla, sino con la intención de armar lío o de que pasara algo diferente,  para tratar de llevarme a alguno de ellos y no dejar tirados a mis compañeros. Esa fue la idea”.

El Chengue en familia cuando se hizo socio de Nacional

Con la barra sufrió amenazas y momentos complicados. “Era culpa de los jugadores, porque los que habían implementado eso, habían sido capitanes antes que yo, futbolistas reconocidos del club, le daban plata a la barra para que no los molestaran. Habían dejado un precedente que cuando yo llegué, no me parecía justo, darle una cuota mensual para la barra, o sea, cobrábamos el sueldo y teníamos que darle plata a la barra, Tampoco dije que nadie pagara. Yo plantee que no pagaba cuota mensual, sí colaborar para banderas o viajes, pero cuota mensual no, porque dejaba un precedente importante para los jóvenes. Después, el plantel me traicionó porque habían dicho que no a la cuota mensual, y la pagaban a la barra por afuera. Entonces, ahí se me juntaron muchas para que sucediera el tema con la camiseta. Me di cuenta que había cosas extra Nacional que me estaban pasando que eran muy difíciles de sobrellevar y muy difícil de mandar en cana a mis compañeros. Aparte, sufrí amenazas”.

Su gran momento en la selección y el bajón

La tarde de los goles a Australia con la selección en el Centenario, fue un  antes y un después en su vida.

“Fue una de las mejores cosas que me pasaron en la vida, aparte del nacimiento de mis hijos. La cosa más linda que me tocó vivir como futbolista. El estadio repleto, hacer dos goles y que Uruguay clasificara después de 12 años a un Mundial y compartir con mi familia, fue lo máximo que me pasó deportivamente y como persona”.

Aquí se puede ver el primer gol del Chengue a Australia:

Y dice: “Me llamó Paco (Casal) cuando aún estaba en el vestuario. Se lo notaba muy emocionado y aproveché a pedirle una camioneta, que me la regaló al otro día. Yo siempre pensaba en la familia y en lo que podía pasar si terminaba mi carrera. Entonces pedí una camioneta para hacer un reparto de lo que fuera, si tenía que dejar el fútbol. Hasta ese día, tenía un Fusca 1600”.

Richard Morales en su tarde más gloriosa con la camiseta de la selección uruguaya, cuando le convirtió dos goles a Australia

Comenta que “no era agrandado, pero pensé que me llevaba el mundo por delante, que todo era fácil, que todo era diferente, y asumo que me equivoqué en ese momento, y después, con mucha humildad, puse los pies en la tierra y me di cuenta que las cosas no eran así. Cuando ganás un buen dinero y salís en los diarios todos los días, en la tele los fines de semana, no es fácil sobrellevarlo. Cada día que pasa, psicológicamente, te creés el mejor, que tenés algo diferente, que trabajás tres horas y ganás más de lo que gana una persona en tres meses. En ese sentido lo digo. Pero nunca llevarme a alguien por delante”.

Aquí se puede ver el segundo gol del Chengue Morales a Australia:

En el Mundial de Japón-Corea 2002, Uruguay se jugaba la clasificación en el último partido ante Senegal. Perdía 3-0 al final del primer tiempo y él estaba en el banco.

“Íbamos 3-0 abajo y pasó Darío (Rodríguez) por al lado mío y me dijo: ‘Algo tenemos que hacer, Gorila’. Pasamos por el vestuario y nos metimos para adentro del de Senegal, pero nos sorprendieron porque tenían seguridad y nos pegaron con todo. Nos tiraron para afuera, pero llegamos al vestuario de Uruguay, y la contamos cambiada, como que nosotros le habíamos pegado a ellos, para levantarle el ánimo a los compañeros para el segundo tiempo. Era muy sacrificado en mucho sentido lo que hacíamos, por eso estoy orgulloso de cómo viajan ahora los futbolistas, los hoteles a los que van y cómo se visten los jugadores de hoy”, expresa.

El Chengue hoy es representante de futbolistas

Y agrega: “Siempre velamos por hacer todas esas cosas, repartir para la Mutual el tema de los derechos de imagen que eran US$ 180.000 o US$ 200.000, y lo dejábamos para los jugadores del medio local. Paolo Montero dejó un montón de pautas marcadas en la selección para los más necesitados. Por ejemplo, nosotros los que veníamos de Europa, donábamos US$ 500 para repartir con la gente que trabajaba en el Complejo, porque la mentalidad de Paolo, era que sin ellos, no éramos nada. Y era una realidad, porque ellos eran quienes nos cuidaban en todo: nos hacían el mate, nos daban de comer, nos tendían las camas. El nos hizo ver eso. En la Mutual hoy todo cambió y están haciendo un desastre generalizado”.

Aquí se puede ver el gol que se perdió en la hora ante Senegal en el Mundial 2002:

En aquel recordado partido ante Senegal, entró en el segundo tiempo. Pero hubo un hecho bastante insólito que se dio: “En el entretiempo, nuestro vestuario vivía un momento de mucha confusión. Me llamó Fabián (O’Neill) para que entrara y me paré al lado del entrenador (Víctor Púa), como diciendo ‘¿Por quién entro?’. ‘¿Quién te llamó?’, me dijo Púa. Pero enseguida hizo el cambio, aunque en realidad, él no me había llamado para entrar, sino que fue Fabián el que de alguna forma, impuso mi cambio. Y ahí entré y casi lo damos vuelta”.

Morales entró y Uruguay descontó con un gol suyo. Luego, Diego Forlán anotó el segundo y el Chino Recoba, el tercero de penal. Pero en la hora, tuvo la clasificación de cabeza, pero se la perdió.

En las Eliminatorias para Alemania 2006, a Uruguay le tocó quedar fuera con Australia por penales.

Morales tiene recuerdos buenos y malos de su pasaje por Nacional

“Fue el momento más triste de mi carrera, principalmente por mis compañeros que erraron el penal. Verlos tirados en el piso, llorando desconsolados como un gurí chico, como Darío Rodríguez y Marcelo Zalayeta, me daban mucha pena”.

También habló de la muerte de Fabián O’Neill, uno de los grandes amigos que le dio el fútbol.

El Chengue y Pierre Webo en su pasaje por Osasuna de España

Así lo recuerda: “Fue una tristeza muy grande, lo recuerdo todos los días. Tengo muchos dichos de él y vivimos muchas anécdotas. Me quedo con que había agarrado unos pesos al final de su vida, y ayudó a mucha gente antes de morir, sabiendo que no tenía para él. Me quedo con la imagen de un solidario, un gran amigo, y tal vez, si tuvo errores, los tuvo con él mismo”.

Sobre su pasaje en España, defendiendo a Osasuna y a Málaga, cuenta que fue “inolvidable. España fue algo muy lindo, que disfruté mucho, con la familia y todo lo que me tocó vivir. Me costó adaptarme, pero fue algo maravilloso”.

Richard Morales junto a sus hijos, Estefani, Santiago, Ana y Trihana

Tiene cuatro hijos: Estefani, Santiago, Ana y Trihana y hoy trabaja como representante de futbolistas. “Me gusta. Estoy arrancando en este nuevo mundo y los tiempos los manejo yo. Me gusta porque veo fútbol, voy a las canchas y disfruto”.

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