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El legado de Jorge Galemire

Su música no es fácil de encontrar pero sus influencias pueden hallarse en la discografiía de sus colegas
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13 de junio de 2015 a las 05:00
Andrés Torrón / Especial para El Observador

Seguramente en todas partes hay artistas casi desconocidos para el gran público, que son seguidos con admiración por sus colegas y representan una enorme influencia solo palpable para quienes están "por dentro" del ambiente. La popularidad tiene que ver con una cantidad de factores no solo relacionados con el talento artístico.

En Uruguay, el porcentaje de esta clase de artistas desconocidos pero de culto es alta. Puede haber muchas explicaciones para eso: desde el casi inexistente mercado a nuestra mesocracia (en decadencia) que no nos permite valorar como corresponde al artista que vemos todos los días en el supermercado.

Jorge Galemire fue uno de esos tantos casos. Su discografía solista, salvo alguna excepción, es casi imposible de conseguir, y su nombre no le debe decir mucho al gran público. Sin embargo su marca en la música uruguaya fue fundamental y su influencia es reconocida por artistas tan diversos como Jaime Roos, Fernando Santullo, Jorge Drexler, Fernando Cabrera o Juan Campodónico.

Galemire siendo muy joven fue parte de la movida predictadura del rock nacional y su derivación del candombe beat, comenzando a tocar en la banda de rock uruguaya El Syndikato a comienzos de la década de 1970.

Posteriormente tocó con Carlos Canzani en su proyecto Aguaragua y participó de una serie de recitales con Eduardo Darnauchans y Eduardo Rivero llamado Nosotros Tres por 1975. Y fue, fugazmente, integrante del colectivo Los Que Iban Cantando y de Canciones para No Dormir la Siesta.
Fue un actor destacado del nacimiento de una nueva movida de artistas, que rompieron con el statu quo cultural impuesto por la dictadura, continuando la veta abierta por Viglietti y Los Olimareños, incorporando su amor por Los Beatles y la música de Brasil.

Galemire era un músico profesional, habituado al repertorio comercial de jingles, boliches y discotecas, algo poco común en esa generación de artistas. Además, era un excelente guitarrista, tanto acústico como eléctrico. Todo esto lo llevó a servir de arreglador y productor artístico (antes de que la palabra se conociera en Uruguay) de varios discos de colegas, como Dino, Larbanois-Carrero y Eduardo Darnauchans.

La obra en que mejor podemos calibrar al Galemire productor y arreglador es Sansueña de Darnauchans (1977), donde se las ingenia con muy pocos recursos y tocando casi todos los instrumentos para plasmar una obra que se transformó en un clásico de la música uruguaya.

Carrera solista
Su álbum debut como solista, Presentación (1981), reúne varios de estos mundos. El disco mezcla el sonido jazz rock que el grupo Opa había desarrollado junto a Rada en Estados Unidos con la veta cancionera uruguaya surgida en aquella segunda mitad de la década de 1970. Tiene participaciones de gente tan variada como Hugo Fattoruso, Mauricio Ubal o Darnauchans.

Galemire alterna canciones poderosas con arreglos de candombe jazz, con baladas de corte más acústico, como las hermosas Claros (con texto y participación vocal de Darnauchans), Palabras cruzadas o La fogata. También logra nuevas y originales lecturas pop de la murga canción, un género del que es el principal inventor junto a Jaime Roos, en temas como Que estés lejos, que tiene una batería murguera en un contexto de canción beatle.

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También sería un actor fundamental en otro disco parte aguas de la música uruguaya, Siempre son las cuatro de Jaime Roos, donde aportó su particular estilo guitarrístico en varios temas. Su nombre queda inmortalizado al comienzo de la canción Hermano te estoy hablando.

Galemire puliría aun más su propuesta en su maravilloso segundo álbum, Segundos afuera, de 1983. Es un disco ilocalizable físicamente (nunca fue reeditado), pero que puede escucharse gracias a gente buena que digitalizó sus copias de vinilo y las puso a disposición en internet. Y vale la pena buscarlo. Es uno de los trabajos más ambiciosos de esa generación de músicos y un paso adelante en su propuesta personal.

Hay muchas canciones preciosas en ese álbum, que pueden figurar en cualquier antología del cancionero nacional. Quizá el tema que mejor resume el disco es Un son, musicalización de un complejo poema de Washington Benavides que se extiende por ocho minutos entre cintas al revés, coros mántricos y una rítmica supercompleja, sin nunca dejar de ser una canción pop.

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Galemire tuvo mucho que ver también con la incorporación del pop y el rock a la música nacional en la década de 1980. Su disco Ferrocarriles, de 1987, lo mostraba en un formato mucho más despojado y abiertamente eléctrico. En ese álbum, también inasequible, hay temas de neto corte roquero, como En el garaje y Lana Turner, preciosas gemas pop como Puedes oírme o Musa Medusa (otra de sus coautorías con Jaime Roos) y una de sus mejores canciones de desamor y soledad, una temática en la que Galemire supo hacer grandes temas, como Perfume. Por esa misma época también participó de proyectos como el disco de su colega Fernando Cabrera Buzos azules, la banda pop Polyester y el grupo roquero Los Championes.

Su disco Casa en el desierto (1991) fue grabado con un pie en el avión. Galemire partió hacia España ese mismo año, donde vivió 14 años. Entre sus múltiples actividades como músico allí fue guitarrista de Jorge Drexler, llegando a grabar en el álbum Frontera.

La última década
En 2002 volvió fugazmente y dio un excelente recital en la sala Zitarrosa, donde se juntaron en el escenario varios de los músicos que habían compartido camino con él. Galemire no siempre parecía disfrutar de tocar en vivo y sus shows eran desparejos. Pero este recital fue uno de los mejores que realizó. Por suerte todo quedó plasmado en el disco Perfume, editado por el sello argentino Barca en 2004, que incluye además tres temas grabados en estudio. Lamentablemente ese es otro trabajo que no ha sido reeditado.

Un hecho que podría haber cambiado en parte la difusión de su música no terminó bien. Galemire grabó un álbum en 2003 que iba a ser editado por el sello estadounidense Big World. Desavenencias con el productor Neil Weiss hicieron que el disco estuviera guardado por casi una década.

Trigo y plata, su quinto álbum de estudio, se editó finalmente a través del sello Ayuí en 2012. El álbum presenta un formato bastante más despojado y acústico que sus anteriores trabajos. Y sigue mostrando en un nivel superlativo al compositor con varias canciones excelentes como Cartas sin abrir , Otra vez o Reina de corazones.

En estos últimos años, Galemire no tocó demasiado: algunos recitales con sus colegas Fernando Ulivi y Walter Bordoni, un concierto compartido con Santullo. Pero dejó unos cuantos y muy recomendables videos en su canal de YouTube.

Jorge Galemire sufrió hace dos meses un accidente vascular que afectó su corazón y su cerebro. Se había recuperado de ese episodio por lo que su fallecimiento el fin de semana pasado fue una tristísima sorpresa. Tienta caer en el cliché de quejarse acerca de la ignorancia y la desidia a la hora de valorar a nuestros artistas y cómo les damos difusión cuando ya es demasiado tarde. Pero quizá sea más constructivo descubrir su música y hacer lo posible para que parte de su obra sea reeditada.


A escuchar


Presentación (Ayuí, 1981). El disco debut de Galemire fue reeditado en 1999 por Ayuí, como parte de la serie 30 años de música popular. El CD también contiene el álbum del trío Montresvideo.

Casa en el desierto (Perro Andaluz, 1991). El cuarto trabajo del artista fue editado originalmente solo en casete. Fue luego reeditado en CD y sigue en catálogo.

Trigo y Plata (Ayuí, 2012). El demorado quinto álbum de estudio de Galemire puede conseguirse fácilmente en las disquerías.

Digital

YouTube. El canal del músico tiene recomendable material suyo. Seguidores del artista también han colgado canciones de sus discos nunca reeditados.

iTunes, Spotify y Amazon. Tienen Trigo y plata y las canciones Casa en el desierto y Perfume (parte de la recopilación 25 años de música uruguaya), La mueca (en Suena candombe) y La costurera, del álbum Canto Popular en vivo.

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