Tiene menos de un metro de altura, es manso e inteligente: el caballo Mini Falabella

Juan Cruz Camacho contó a El Observador que la introducción de la raza a Uruguay la concretó en enero de 2020, con la importación desde Argentina de 10 ejemplares –seis hembras, tres padrillos y un potrillo–, procedentes desde la estancia Falabella, que fue donde la raza tuvo su origen.

El nombre de esta raza es el apellido su creador, Julio César Falabella, quien puso énfasis en desarrollarla en torno a la década de 1950 y que fue quien con su esfuerzo e inversión hizo que la nueva raza se conociera en su país y en el resto del mundo.

Camacho explicó que hubo una serie de cruzamientos con base en genéticas de caballos de las razas Shetland Pony, Puro Inglés y Criollos que derivaron en una raza específica, un caballo chico que en los cruzamientos actuales por sí solo mantiene el estándar de altura.

“Es un caballo sumamente manso, esa es una característica, la mansedumbre que tiene es impresionante, tanto como impresiona su inteligencia”, comentó.

Luego precisó que “es un mini caballo, no es un Pony, no es un Petiso, es una raza específica que podemos ubicarla en el conjunto de razas de caballos pequeños”.

Camacho tiene entendido que en Uruguay puede haber algún otro ejemplar, que haya sido traído de forma aislada, pero no consecuencia de un emprendimiento con el foco en que la raza como tal esté en el país e incluso que sea parte de los registros genealógicos de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), para que haya un reconocimiento local oficial a la raza, algo que está en trámite.

Los caballos de Camacho son, mencionó, los únicos inscriptos en la Asociación Americana de Mini Caballos, “con los papeles, con todos los estudios genéticos”. 

En ese marco fue que en la Expo Prado de 2021 hubo Mini Falabella, como los hay ahora en la Expo Melilla, donde se presenta un stand de la raza y dos ejemplares en exhibición, con el objetivo de difundir las virtudes que tiene esta raza equina novedosa para los ojos de los uruguayos. 

En Melilla los animales que se pueden ver hasta este domingo 3 de abril son una hembra parida –parte del lote importado– y su cría nacida en el país, ambos ejemplares de pelo tubiano negro. 

“En el Prado nos fue muy bien, mucha gente se sorprendió ya que no conocía la raza, su historia y sus bondades”, recordó.

La presencia en Melilla sirve para seguir permitiendo que la gente entienda que no son caballos petisos, que son una raza con sus características particulares.

En Uruguay, a propósito, ya se dieron los primeros nacimientos desde 2021, algo que va dando sustento al crecimiento de la presencia local de la raza.

Los por qué

Este cabañero y criador dijo que su decisión de promover el desarrollo local de los caballos Mini Falabella tiene algunos fundamentos básicos: trabajar en algo que sea diferente a lo habitual, trabajar con caballos que es lo que le gusta y la docilidad e inteligencia de esta raza. Se trata de –además de muy lindos con ese valor en lo estético– animales principalmente de compañía.

Una ventaja es que tienen una gran aptitud para su uso en equinoterapia, no como en el caso de otras razas para que sean montados por personas en tratamiento, sí para que pacientes de diversas edades y con problemas de accesibilidad –por ejemplo con dificultades motoras– tengan la posibilidad de disfrutar de la cercanía de estos caballitos, en una experiencia que definió como muy valiosa.

Hablando de utilidades, una de ellas se presenta con niños de poca edad, no más allá de seis o siete y eso depende de la estatura del niño, quienes antes de pasar a utilizar un caballo de razas tradicionales y con otras alturas pueden tener sus primeras experiencias montando un Mini Falabella.

También está la posibilidad, añadió, de entregar al caballo que comercialicen listo para que pueda tirar de un sulky, lo que permite que en el caso del uso como medio de transporte sea aprovechado por niños más grandes y hasta por el resto de la familia.

Los Mini Falabella, con base en el estándar, son caballos que tienen una altura que va de 60 cms a 87 cms. El peso varía, de 80 kilos en general a 120 kilos máximo en el caso de las madres preñadas. Con relación al pelaje, los hay muy variados: tubianos negros y colorados, tostados ruanos, zainos oscuros y claros, moros y otros.

En cuanto a la fisonomía, la cabeza es proporcionada al cuerpo, el cuello ancho y corto, la crin es tremendamente poblada y larga, el cuerpo fino, largo y muy fuerte y los cascos aceptables en cuanto a tamaño y forma, se explica en el folleto que se distribuye en el stand de la raza en Melilla, donde se indica que para asesoramientos personalizados hay que escribir a chacradonailse@gmail.com o llamar al 099 634 177.

En lo nutricional, dijo, “son animales rústicos, no comen nada especial, lo mismo pasa con la sanidad; la gente los ve chiquitos y piensa que son frágiles, pero no, andan a campo, son como cualquier otro caballo”.

En el tema doma, comentó que “los damos bien cabestreados, de abajo les hacemos todo, les sacamos todas las cosquillas, pero la doma de arriba preferimos que la haga a su doma quien se lo lleve”.

Camacho, por último, señaló su meta de generar en Minas un emprendimiento agroturístico con los Mini Falabella como protagonistas, para anexar esa propuesta al abanico de encantos que distinguen a esa zona del país.

Doña Ilse 

Camacho dirige una cabaña familiar, llamada Doña Ilse en homenaje a su madre, ya fallecida. Está sobre la ruta 60 en Lavalleja, cerca de Minas.

Si bien su familia siempre ha estado vinculada al medio rural –hasta hace 12 años manejaron un tambo en Florida, por ejemplo–, su actividad laboral principal la desarrolla en Montevideo, en la construcción y en la compra y venta de propiedades.

En el campo en Minas, que se extiende sobre 43 hectáreas, tiene la idea de ir anexando lanares, con un doble objetivo: utilizar razas innovadoras y permitir un ingreso que ayude a solventar los costos del mantenimiento del campo.

Rudy, el niño mimado

Camacho dijo que él y su familia le tienen cariño a cada uno de los Mini Falabella, pero admitió que hay uno que es el niño mimado: Rudy, el potrillito que llegó en la importación desde Argentina con solo dos meses y en un conjunto de animales todos adultos.

“Tiene casi tres años ahora, pero lo criamos de guacho, en casa”, dijo.

Es un caballito de pelo tostadito ruano. “Andan todos a campo, de noche los traemos a galpón, pero vive entre nosotros y le tomas cariño a cada uno de ellos”, agregó.