El misterio médico de los cólicos infantiles

Desde hace 60 años una de las dolencias más frecuentes de los bebés tiene nombre pero no explicación ni soluciones

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01 de abril de 2015 a las 04:45

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La definición de un bebé con cólicos es uno que llora al menos tres horas al día, durante al menos tres días de la semana, a lo largo de tres semanas como mínimo. ¿Suena arbitrario? Esa definición se remonta a 1954, cuando el médico Morris Wessel publicó un estudio describiendo a los infantes que lloraban en exceso.

Esta definición no tiene nada mágico. Fue creada para permitir a los investigadores dicotomizar a los infantes en dos grupos: “molestos” y “satisfechos”. Algunos bebés lloran más que otros, pero esta clasificación no busca determinar en qué punto ya se trata de un problema, sino hacer más fáciles los estudios.

En la investigación de Wessel, la mitad de los niños cuyas madres respondieron su encuesta fueron considerados “molestos”. Hoy en día se estima que los cólicos afectan del 10% al 50% de los niños, dependiendo del estudio, lo que resulta llamativo.

Una de las particularidades de los cólicos es que los conocimientos existentes sobre el tema no han cambiado en 60 años. Puede que no suene como mucho tiempo, pero en el mundo de los avances médicos, es una eternidad. Desde 1954, se han desarrollado vacunas para la polio, la rubeola y la hepatitis, se han trasplantando riñones, hígados, corazones y rostros. Además, se erradicó la viruela y hasta clonó una oveja. Pero el entendimiento de los cólicos no ha variado.

Hay muchas teorías sobre las posibles causas de los cólicos, pero la verdad es que no se sabe con certeza. El nombre proviene de colon e implica que la fuente del problema yace en algún lugar de los intestinos. Esta noción probablemente provenga del hecho de que muchos bebés con cólicos arqueen sus espaldas, endurezcan sus músculos abdominales y aparenten sufrir dolor abdominal. Basado en esta situación, algunos teorizan que los cólicos están relacionados al reflujo, a alergias a proteínas lácteas, a “gases” u otras causas dentro del estómago.

¿Pero es realmente dolor abdominal o es simplemente la reacción física de un infante al estrés? Es difícil saberlo.

Es probable que en muchos casos, los cólicos estén relacionados con el dolor abdominal. Pero hay relatos de padres en los que su bebé, tras llorar “por días enteros”, se recuperan en cuanto llegan al hospital.

La fatiga de la madre, la depresión post parto y las fluctuaciones hormonales juegan su parte en el estrés de los niños que puede llevarlos a sufrir cólicos.

De todos modos, lo más probable es que en cada niño las causas sean diferentes. Eso explicaría por qué no podemos definir de forma correcta esta condición y por qué un tratamiento funciona para unos niños y para otros no, al tiempo que resalta el problema de crear un diagnóstico arbitrario basado en un único síntoma.

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