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El Nobel a Richard Thaler

El Nobel de Economía ha producido ideas importantes y divertidas de estudiar, aunque en algunos casos su aplicabilidad y su "solidificación" científica están todavía en proceso
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29 de octubre de 2017 a las 08:18
Por Juan Dubra
El 9 de octubre de este año la Real Academia Sueca de Ciencias le entregó el "falso Nobel" en economía a Richard Thaler. Digo falso Nobel por si el lector no sabe que Alfred Nobel no incluyó Economía como una de las categorías originales, sino que este premio se instituyó con posterioridad. A todos los efectos prácticos, es el Nobel en Economía.

Desde ese día se ha dicho mucho, aun en la prensa local, sobre Thaler y su contribución a la economía. Como trabajo en esa área, quería mencionar algunas de las cosas que no se dijeron, y que son relevantes, aunque sean noticias viejas.

Como voy a resaltar algunas críticas al área de la "economía del comportamiento", una al trabajo de Thaler en particular, primero debo decir que me gusta mucho su investigación, y que es una persona generosa. Cuando lo conocí en 1998, él venía organizando y participando en las Escuelas de Verano en Behavioral Economics de la Russell Sage Foundation desde hacía cuatro años.

El área recién comenzaba, y junto con otros destacados investigadores juntaban a unos 40 estudiantes de doctorado (de varios lugares) en Stanford para dar a conocer sus avances. Thaler ha ayudado a muchos jóvenes investigadores desde entonces, y esa escuela de verano ha sido un trampolín para varios académicos destacados.

El trabajo de Thaler en muchos casos incluye una idea muy natural (que va en contra de los supuestos habituales en economía), y un experimento creativo para demostrar que al menos una proporción de la gente viola los supuestos tradicionales en forma sistemática.

Para ilustrar, consideremos una de sus primeras ideas destacadas: el endowment effect (o efecto dotación). Cuando hacía su tesis doctoral notó una anomalía. Por un lado, estimaba las diferencias de riesgos entre profesiones (probabilidad de muerte para un leñador versus un pescador, por ejemplo) y cómo cambiaban los sueldos en función de ese riesgo.

Su estimación arrojó que por reducir en 0,1% el riesgo de vida en una profesión, cada trabajador estaría dispuesto a pagar US$ 176 (de 1975).

Para ver si a los trabajadores les parecía razonable ese número, salió a preguntar "¿cuánto te tendría que pagar por aumentar tu probabilidad de muerte en 1%?" y, sospechando que no sería lo mismo, "¿cuánto estarías dispuesto a pagar por reducirla en 1%?".

Encontró que la gente demandaba "fortunas" por vender su vida, y que no estaba dispuesto a pagar "nada" por reducir su riesgo de muerte. Esto le decía que, a pesar de que la teoría económica afirmaba que esos números debían ser iguales, la gente valúa más algo, sólo por el hecho de poseerlo. Así nació su idea del efecto dotación. A su asesor de tesis le parecía "demasiado loco", y pospuso su estudio en serio del tema hasta una publicación en 1980.

Pero fue un artículo que publicó en 1990 el que causó más impacto. El experimento que diseñó para testear su teoría es la base de cientos de estudios que le siguieron.

Básicamente, aleatoriamente, a alguna gente se le regalaba una tasa de la Universidad de Cornell y a otra sólo se le mostraba la tasa; luego se les preguntaba a los primeros en cuánto estarían dispuestos a venderla (con un mecanismo que los "obligaba" a decir la verdad) y a los segundos cuánto estarían dispuestos a pagar por ella. Los dueños exigían US$ 5,25 en promedio, mientras que los que no tenían una tasa ofrecían sólo US$ 2,75, demostrando el efecto dotación: la valuación de la gente por un objeto cambia, sólo por el hecho de poseerlo (no porque las que las tenían las valuaran más de antemano).

Hay por lo menos tres críticas habituales a la economía del comportamiento. En primer lugar, a menudo, alguien encuentra un sesgo en el comportamiento de la gente, y pronto sale la gente del área a decir que el sesgo es enorme y omnipresente, y luego resulta que no es tan así. Sobre esta subdisciplina, se ha dicho que a menudo los investigadores del área trataban los resultados experimentales como una herramienta retórica para ser citada cuando fuera conveniente en la búsqueda de convencer a otros de tu punto de vista (e ignorando resultados contrarios).

Una segunda crítica a los estados iniciales de la economía del comportamiento es que algunas veces las mediciones de los sesgos no eran muy buenas. Por ejemplo, dos artículos recientes muestran que quizás los métodos experimentales de Thaler no eran tan sólidos, pues con suficiente entrenamiento el efecto dotación desaparecía. También ha sucedido que aún con resultados experimentales sólidos, los hallazgos, a pesar de ser "vendidos" como violaciones de la racionalidad, son consistentes con ella.

Eso ha sucedido, por ejemplo, con el "exceso de confianza": encontrar que en una población más del 80% de la gente cree que se encuentra en la mitad superior en habilidades no implica irracionalidad.

Pero quizás el punto que más académicos cuestionan sobre la economía del comportamiento es que aunque la gente tenga sesgos importantes, el funcionamiento del mercado será un tamiz que a menudo no dejará que esos sesgos se noten.

El resultado será que el mercado se comportará como si estuviera poblado por individuos completamente racionales. Un buen ejemplo es el siguiente: si la gente estuviera dispuesta a pagar el doble por algo que tiene, las automotoras podrían prestarnos los autos durante un mes, y luego vendérnoslo al doble de su precio de mercado.

No vemos que eso suceda. Quizás sea porque si alguien intentara hacer eso conmigo, aparecería otra automotora que me lo ofrecería a "solo" 25% más de su valor (haciendo que la primera automotora perdiera dinero). Dos blogs interesantes sobre este punto son los de Mario Rizzo en Think Markets (Richard Thaler's Nobel Prize) y Kevin Bryan en A fine Theorem (The 2017 Nobel: Richard Thaler).

En resumen, Behavioral Economics, y Richard Thaler en particular, han producido ideas muy importantes y divertidas de estudiar. En algunos casos su aplicabilidad y su "solidificación" científica están todavía en proceso.

Referencias bibliográficas usadas en este artículo:
Jean-Pierre Benoît y Juan Dubra, "Apparent Overconfidence", Econometrica 2011.
Ken Binmore y Avner Shaked, "Experimental Economics: What Next?", Journal of Economic Behavior & Organization, 2010.
Daniel Kahneman, Jack Knetsch y Richard Thaler, "Experimental Tests of the Endowment Effect and the Coase Theorem", en el Journal of Political Economy, 1990.
Charles Plott y Kathryn Zeiler, "The Willingness to Pay-Willingness to Accept Gap, the "Endowment Effect", Subject Misconceptions, and Experimental Procedures for Eliciting Valuations", American Economic Review 2005.
Charles Plott y Kathryn Zeiler, "Exchange Asymmetries Incorrectly Interpreted as Evidence of Endowment Effect Theory and Prospect Theory?" American Economic Review 2007.
Sherwin Rosen y Richard Thaler, "The value of saving a life: evidence from the labor market", 1975.

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