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El secreto del Nacional campeón: los pibes que besan el escudo

Genuino como el amor de madre e hijo, el talento de los juveniles fue clave para el título tricolor
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16 de diciembre de 2019 a las 05:01

Armando Méndez, Guzmán Corujo, Mathías Laborda y Matías Viña en la defensa. Mathías Cardacio, Felipe Carballo, Santiago Rodríguez y Gonzalo Castro en el medio. Con ocho jugadores formados en su cantera, Nacional afrontó la definición del Campeonato Uruguayo. ¿Y qué pasó? Fue campeón.  

Después entraron Gabriel Neves y Thiago Vecino. ¿Cuántos titulares puso Peñarol formados en su cantera tras realizar ocho cambios con respecto al equipo que perdió 2-0 la final del Clausura? Uno solo, Ezequiel Busquets. Y después entraron dos: Matías De los Santos y Facundo Pellistri. 

Es incuantificable saber cuánto pesa el sentimiento de adhesión de cada jugador en una pelota dividida, en  un duelo individual o en un mano a mano con el golero rival en un clásico. 

Pero qué lindo es para el hincha en la tribuna que el pibe que besa el escudo de su camiseta sea de la casa. Porque ese beso es genuino. Porque ese amor es como el de una madre con su hijo. 

Y el gran secreto que llevó a Nacional a reconquistar el Campeonato Uruguayo está ahí. En su cantera.

La apuesta a las formativas

La nueva directiva que encabeza José Decurnex tuvo aciertos y errores en su primer año de gestión. 

No a la luz del resultado obtenido sino por las oportunidades que generó a sus talentos juveniles fue un acierto no renovar los contratos que se vencieron el 31 de diciembre de 2018: Jorge Fucile, Alfonso Espino, Rodrigo Erramuspe, Alexis Rolín, Santiago Romero, Luis Aguiar, Alvaro González, Facundo Waller, Leandro Barcia, Carlos De Pena y Pierre Webo.

Sí. A pesar de que esa barrida se llevó a jugadores formados en el club como el Pacha Espino, Rolín, el Colo Romero, Barcia o De Pena, era momento de generar cambios. Y no solo por lo presupuestal sino también por el hecho de que Peñarol había ganado los dos últimos Uruguayos generando ante su clásico rival una de esas rachas que dejan huellas tanto en quienes ganan como en quienes pierden. 

La renovación de Gonzalo Bergessio, aunque trabada al principio y tardía, fue otro logro de Decurnex y compañía. 

El argentino, a pesar de fallar en los clásicos (su único gol lo hizo en Estados Unidos, en un amistoso), tuvo un aporte clave a lo largo del Uruguayo con 20 goles. Fue líder protector para los jóvenes y ejemplo a seguir llevando el físico al extremo para jugar recién recuperado de alguna lesión muscular a sus 35 años. 

Basta ver cómo se desflecó Peñarol en lo físico y lo diezmado que llegó a definir el torneo para valorar más aún el aporte de Bergessio que fue una máquina al servicio de la causa tricolor. 

El error en las altas

¿Dónde fallaron los dirigentes y sobre todo el mánager Iván Alonso? En las contrataciones. 

Gustavo Lorenzetti, Álvaro Pereira y Joaquín Arzura no estuvieron a la altura del plantel. 

El aporte de Pablo Barrientos fue escaso. 

Octavio Rivero cumplió con goles pero cuando se fue le dio un respiro económico al club. ¿Por qué llegó si Nacional tenía a Thiago Vecino? 

Felipe Carvalho, un zaguero rústico, cumplió con el guión de darle fortaleza a la zaga y de pegarle fuerte y para arriba. 

Mathías Cardacio fue una alternativa en el medio pero se mostró muy propenso a ser amonestado. 

Sergio Rochet llegó para llenar el hueco de golero suplente y cumplió cuando le tocó intervenir. 

El único que le dio un salto de calidad al equipo fue Felipe Carballo. ¿Por qué? Jugador de la cantera que se readaptó rápido y le dio buen pie y fortaleza al equipo fortaleciendo la mitad de la cancha en el segundo semestre. 

Rodrigo Amaral y Pablo García, arrimados por su empresario Daniel Fonseca, fueron buenas figuras, cada uno en su rol. 

Hugo Magallanes y Rodrigo Pastorini arribaron a mitad de año y casi no jugaron. ¿Por qué? Porque Nacional tenía mejores en sus puestos y formados en casa. 

La llegada de Álvaro Gutiérrez fue clave para la consolidación de la idea madre de potenciar la cantera que se había desdibujado en el arranque del ciclo de Eduardo Domínguez. 

Es cierto que el argentino tuvo la virtud de darle protagonismo a Santiago Rodríguez en el arranque del año. Con 10 asistencias, el puntero fue el líder del Uruguayo 2019 en el rubro junto con Federico Martínez de Liverpool. 

Pero con él Guzmán Corujo no jugaba, Mathías Laborda estaba tapado por Marcos Angeleri, Felipe Carballo por Arzura, Rodrigo Amaral era apenas una carta de cambio y Vecino no tenía chances ni de ir al banco. 

Gutiérrez le dio a Amaral el lugar que su talento demandaba. Y con unos pocos partidos, el zurdo regaló los mejores momentos futbolísticos de Nacional en la temporada. Haber ganado el Uruguayo sin su mortífera pegada, su potencia y su habilidad –producto de una lesión de ligamentos– redobla el mérito de los tricolores. 

Armando Méndez (23 años), un lateral que Nacional no quiso dejar a préstamo en Fénix porque a fin de año se le vencía el contrato, terminó siendo una potente arma de salida en los dos últimos clásicos. 

Mathías Laborda (20 años) respondió cada vez que faltaron los zagueros titulares. Incluso metió dos goles (ambos a Progreso). Es rápido, llega siempre a los cierres y va muy bien de arriba. Sin dudas que es un talento a cuidar. Parece ya un veterano, pero Guzmán Corujo tiene solo 21 años y en los clásicos nunca falla. Nunca. Incluso en la final del Clausura hizo un gol de cabeza. 

Matías Viña (22 años) fue uno de los mejores jugadores del Campeonato Uruguayo. Hizo cinco goles, dio cuatro asistencias y hoy por hoy ya es titular en la selección uruguaya. 

Gabriel Neves (22 años) tuvo un año de consolidación, complicado al final por una lesión. El domingo jugó el clásico infiltrado. Porque el amor por los colores pesa. 

Brian Ocampo (20) se quedó en el banco en la final. Es un jugador distinto por las características que posee: veloz, encarador, bueno en el uno contra uno, profundo, con capacidad de desborde. Todavía está en fase de irregularidad. Pero cuando explote es un activo muy fuerte que tiene el club. 

Thiago Vecino (19) demostró cuando le dieron la oportunidad que estaba preparado para jugar en el primer equipo de Nacional y que debió tener su oportunidad en la selección sub 20. Marcó goles importantes y tiene una intensidad para presionar en la primera línea que ni siquiera tiene Bergessio con quien nunca pudo jugar junto por decisión del rígido conservadurismo del entrenador. 

Mathías Cardacio, Felipe Carballo, el Rafa García y el Chory Castro terminaron de tejer el entramado de capas generacionales tricolores. El año del Chory, sobre todo en el rubro clásico, es para encuadrar. Hizo 4 goles en el año y 3 fueron a Peñarol. Repartió 9 asistencias en la temporada a nivel local.  

Y los juveniles a Nacional nunca lo dejan tirado. En eso el tricolor es campeón hace años.   
 

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