En la tragedia de la propagación del mortal coronavirus es parte una responsabilidad de la gestión represiva y de una total falta de transparencia por parte del régimen chino de Xi Jinping. La censura oficial y la ausencia de pluralidad en la información no solo provocan un daño mayor, sino que alimentan una desconfianza que agrava o entorpece la lucha contra un mal de imprevisibles consecuencias.
En un régimen democrático, la libertad y la transparencia de la información van de la mano; son principios, dos conductas, que se complementan y que juntas juegan un papel crucial en la búsqueda de la verdad. Si un gobierno oculta información o tergiversa la realidad, los medios de comunicación independientes, los partidos políticos de la oposición y la propia sociedad civil, tienen el legítimo derecho de investigar o denunciar las presuntas irregularidades de cualquier asunto de interés público o, simplemente, difundir información que contribuya a enfrentar mejor calamidades como la que hoy afronta China.
Pero el régimen de Xi, todo lo contrario, ha actuado de una manera cerrada y con un férreo control gubernamental sobre la información, como lo suelen hacer las dictaduras o los gobiernos autoritarios, y el perjuicio ocasionado recién lo estamos empezando a sufrir o a temer en todo el mundo.
El diario The New York Times dio información valiosa que demuestra actos de censura a las críticas al gobierno por el virus, la detención de personas acusadas de difundir “rumores” y la supresión de contenidos en internet que a juicio del régimen chino difundían injustificados mensajes alarmistas.
El primer caso fue reportado el 8 de diciembre en Wuhan. Pero mientras la enfermedad se propagaba, funcionarios locales insistían en que era tratable y que estaba controlada, una evaluación respaldada por el gobierno central. La policía interrogó a varias personas que publicaron información sobre el virus en las redes sociales, acusándolas de difundir rumores.
El sábado 18, dos días antes de que el mundo supiera sobre la gravedad del brote, Wuhan organizó un banquete comunitario al que asistieron más de 40 mil familias. Ese mismo día, además, las autoridades locales anunciaron que estaban repartiendo 200 mil entradas gratis a residentes para participar de festejos por Año Nuevo lunar que comenzó el pasado sábado 25.
La constricción de la información ha empañado los esfuerzos y méritos del gobierno chino tanto en la mejora de la atención médica y el buen manejo de enfermedades en comparación a la realidad de 2003 cuando irrumpió el temible síndrome respiratorio agudo grave (SRAG).
El cerco u ocultamiento informativo siempre tiene efectos perversos como dejó en evidencia el desastre nuclear de Chernóbil, el 26 de abril de 1986, en el que hubo una manipulación de la información y una irresponsabilidad asombrosa por parte de la ex URSS comunista. Un desastre medioambiental que provocó la muerte de unas 4.000 personas aproximadamente de 600 mil afectados.
La promesa de ayer del presidente Xi de actuar con “transparencia” ante el coronavirus llega un poco tarde. El “demonio” –como calificó Xi al virus– ha causado más de 100 muertos y 4.500 afectados que incluye casos de varios países asiáticos, Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos y Francia
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