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Éric Cantona, de las patadas en el fútbol a ser la cara de la nueva serie francesa de Netflix

En "Recursos Inhumanos", la ex estrella del Manchester United se pone en la piel de un desempleado que lleva su desesperación hasta las últimas consecuencias
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14 de junio de 2020 a las 05:00

¿Cuándo es que se pierde la paciencia? ¿Después de una hora? ¿De dos años? ¿De cinco? En la cancha, Éric Cantona la perdía fácil. A la ex estrella del Manchester United se le soltaba fácil la cadena y, al mejor estilo precursor de Zidane, buscaba el cabezazo tumbador. O la patada voladora al pecho de algún hincha que se la estuviera agarrando especialmente con él. Sí, el francés era duro. Su rostro recio te hacía correr para el otro lado. La palabra vulnerabilidad no era la primera que aparecía en el horizonte cuando su figura se recortaba en el pasto, tuviera la camiseta naranja o la azul de los Bleus

Pero el caso de Alain Delambre es diferente. Alain sí trasluce debilidad. Desesperación. Él todavía tiene paciencia, pero la va a terminar de perder y se va a quedar, casi que por quinta vez en lo que va del año, sin trabajo. Un cabezazo al mejor estilo Cantona, una nariz rota y una demanda en puerta lo van a terminar de expulsar al círculo en el que se ha estado moviendo desde hace seis años: el desempleo. El paro. Y si esa situación no es nada fácil para cualquiera, menos lo es para él: ya tiene casi sesenta años, el apartamento en el que vive con su esposa medio que se le cae a pedazos, las cuentas se apilan en la mesa y la plata no entra. Y él, que toda la vida trabajó sin problemas, que fue líder de recursos humanos en una empresa poderosa, y que ahora parece no tener lugar en el mercado laboral parisino, se hunde. Por eso toma medidas drásticas.

Cantona y Delambre tienen muchas diferencias, pero también similitudes. Para empezar, ambos tienen la misma cara. Y son los que llevan adelante la nueva serie de origen francés de Netflix, Recursos Inhumanos. Porque Cantona es Delambre y Delambre es Cantona. El futbolista reconvertido en actor protagoniza la última producción del canal galo Arte –a quien la plataforma se la “compró”– y fiel a su estilo de supervivencia nato, la convirtió en uno de los éxitos recientes del sitio de streaming, al menos según el top 10 uruguayo. Pero si esto es así, no lo es únicamente por obra y gracia del ex Manchester United, ya que, entre otras cosas, en las pinceladas de su guion está escondido otro nombre ilustre de la Francia contemporánea: Pierre Lemaitre.

El autor, ganador del prestigioso premio Goncourt y uno de los grandes superventas de la literatura francesa del momento, publicó la novela en la que se basa la serie en 2010, un año después de que la crisis financiera del 2009 sacudiera al mundo y se llevara puestos varios puestos de trabajo. Y lo que son las casualidades: en el 2020 en el que se estrena la serie, el mundo ve como la economía internacional se tambalea por una pandemia que, claro está, ni se veía venir cuando Recursos Inhumanos entró en producción. 

De la cancha a la escena

Estamos, entonces, con Delambre. Él ya perdió la paciencia. Pero al mismo tiempo quedó seleccionado por una mega empresa para entrar como posible candidato a la oficina de recursos humanos, y eso para él y su familia es como la luz al final del túnel. La cosa, sin embargo, se va a enrarecer. La prueba por la que debe pasar para obtener el trabajo es una puesta en escena en la que varios ejecutivos son tomados como rehenes. Y, en un juego de identidades superpuestas y giros imprevisibles, Delambre aparentemente se enloquece y termina llevando la farsa al límite.

Recursos Inhumanos es de esas series que uno consume, se involucra, aprecia, despide y olvida. Compuesta de seis capítulos de una hora –y a veces un poco más–, el debut como estrella total de la televisión para Cantona es un viaje por los recovecos más sádicos del sistema económico imperante que, aunque duro, no deja de ser funcional a un objetivo mucho más llano –y quizás, noble– que la denuncia per se: entretener.

Porque la serie, aunque se pasee entre los pesares del desempleo, el sistema carcelario francés, la corrupción en las altas esferas empresariales, los intereses supranacionales y la desesperación de un tipo que no puede llevar la comida a la mesa, no deja de ser un thriller bien construido para mantener en vilo al espectador, para meter algún que otro giro sorpresa en la trama y, en algún punto, servir de placebo ante la realidad. Poco le importa a Lemaitre –que acá también es guionista, además de aportar el esqueleto original de la historia– que algunos de sus personajes sean bastante planos y que la narración transcurra entre maniqueísmos a veces insoportables –los empresarios son malísimos y se visten de negro –, porque como producto total, Recursos Inhumanos es bastante honesta: quiere ser funcional al espectador, a lo que uno le pide a una serie así cuando le da click, y lo logra.

Pero entonces, ¿por qué dedicarle una página entera a algo que, en términos simples, calificaríamos de “pasable”? Está claro que es por su protagonista, señores y señoras. La entrega de Cantona en el papel de Delambre es conmovedora, y para ser alguien que dedicó su vida a patear una pelota, hacer goles y pelearse con los rivales, él demuestra ser capaz de trasmitir todo lo que la serie necesite en el momento en que haga falta: pena, ira, depresión, risa, lo que venga. Aunque ya había tenido otras oportunidades para mostrarse –en Buscando a Eric, de Ken Loach, o en el reciente y genial videoclip de la canción Once, de Liam Gallagher– es en Recursos Inhumanos donde se presenta listo para brillar. 

Y por eso es que publicamos esta reseña. Para recordarles que en Netflix está esta serie con la que pueden pasar unas seis horas comiéndose las uñas, aun sabiendo que lo que están viendo no es de lo mejorcito que hay en la vuelta, pero sobre todo para que alguien se avive y le dé al gran Eric un buen protagónico en el cine. Se lo merece. Y está perdiendo la paciencia. 
 

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