Estamos en pleno invierno y traigo hoy al recuerdo algunos de los meses que pasé en España, aunque unos “añitos” atrás. Fueron en la Universidad de Oviedo con el encanto para mí, novedoso de hablar un idioma diferente al de nuestras tierras siendo el mismo castellano. Del “tú “ hacen plural con “vosotros”.
Pero no se asusten mis lectores. Don Quijote puso en su lugar a Sancho y han pasado siglos. Me referiré a aquellas estancias -estadías- inolvidables para un sudamericano del Río de la Plata.
No olvido la velocidad en el hablar de mis compañeras y compañeros de curso. Volví a recordar lo aprendido en los años de liceo y desde el comienzo me puse a distinguir a un madrileño de un andaluz. “¿Sabés quién fue el religioso que ayudó a Colón?”, dije con toda confianza a una profesora que al igual que yo, nos preparábamos para dar una clase en nuestro curso. Parece que hablé un poco en voz alta y no comprendí la carcajada que llegó impertinente al embajador de la Escuela Diplomática que presidía en esos momentos el aula.
Lentamente fui incorporando términos nuevos para mí. Gloriosa fue mi intervención al hablar de honras fúnebres. Me salió espontánea una frase. ¿Cuál fue? “Embajador, cuando fallece un miembro de la realeza, se pone algo sobre el “cajón”? Con risas y al unísono escuché: “Ataúd”.
El tiempo pasado en la Universidad de Oviedo dejó huella en mí. ¿Saben que hicimos la ceremonia de entrega del entonces premio “Príncipe de Asturias”? No volaba una mosca porque todo iba en serio. Así aprendimos detalles que he procurado trasmitir con los años en mis clases montevideanas y porteñas.
En el curso para acceder a la Escuela Diplomática de Madrid, tuvimos que organizar una cena para todos nosotros. Primero, las listas de invitados sólos o con acompañantes. Después pusimos las mesas con todos los elementos que nos facilitó un hotel de cinco estrellas. Pasaron “revista” los profesores y nos felicitaron. Nos habían puesto una pequeña trampa: colocar los elementos a una persona no diestra, es decir zurda....
¿Por qué me he detenido hoy en estos recuerdos? Porque sirven para colaborar en la enseñanza de adultos y menores. Además, porque habíamos aprendido una lección que, por lo general se omite en el aprendizaje familiar. Una persona educada sabe cómo comportarse en la vida cotidiana. No hay “finolis” (término hispánico) sino personas respetuosas.
He escrito de intento esta nota. ¿Rima con la vida cotidiana? Me parece que sí
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