BRENDAN SMIALOWSKI / AFP

Espectro de tres guerras representa un peligro para el dominio de EEUU

Rusia, China e Irán lanzan amenazas militares que exigen una respuesta de Washington

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16 de diciembre de 2021 a las 17:12

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Gideon Rachman

Durante décadas, la planificación militar estadounidense se basó en la idea de que EEUU debería ser capaz de librar dos guerras, en diferentes partes del mundo, simultáneamente. Pero ni siquiera los estrategas más pesimistas previeron tres guerras al mismo tiempo.

Sin embargo, la administración de Joe Biden enfrenta actualmente crisis militarizadas en Europa, Asia y Medio Oriente. En conjunto, representan el mayor desafío al poder global de EEUU desde el final de la guerra fría.

Funcionarios estadounidenses han informado que Rusia está planeando una invasión de Ucrania "ya desde principios de 2022". Mientras tanto, Lloyd Austin, secretario de defensa de EEUU, ha advertido que las maniobras militares de China cerca de Taiwán parecen ensayos para una invasión a gran escala. Además, Irán podría estar a semanas de crear suficiente material fisible para fabricar un arma nuclear, un resultado que EEUU lleva décadas intentando evitar.

A algunos analistas les preocupa que EEUU esté enfrentando ahora un ataque global coordinado por las potencias revisionistas. Carl Bildt, exprimer ministro de Suecia y diplomático internacional, advierte que los responsables políticos deberían contemplar la posibilidad de invasiones simultáneas a Taiwán y Ucrania. "En conjunto, estos dos actos de conquista cambiarían radicalmente el equilibrio de poder mundial", dice, lo cual supondría el fin de un orden mundial que ha "apuntalado la paz global durante décadas".

Parece poco probable que Xi Jinping y Vladimir Putin estén hablando directamente de una acción militar coordinada. La idea de una conferencia telefónica entre tres, en la cual participe Ebrahim Raisi, el presidente de Irán, parece algo propio de la literatura barata.

Pero aunque no existe un plan único que vincule las ambiciones de Beijing, Moscú y Teherán, sí hay un grado de análisis y vigilancia compartidos. Los gobiernos de China, Rusia e Irán se quejan de que han sido objeto de intentos de "cambio de régimen" por parte de Washington. Todos tienen la ambición de dominar sus regiones. Y todos justifican sus ambiciones alegando tener parentesco con pueblos más allá de sus fronteras nacionales.

El gobierno de Xi insiste en que el destino nacional de China es "reunificar" la patria absorbiendo a Taiwán. Putin alega que se está cometiendo un "genocidio" contra los rusoparlantes en Ucrania y que Moscú tiene el deber de protegerlos. El gobierno iraní afirma ser el protector del Islam en todo el mundo y ha utilizado a los musulmanes chiítas, más allá de sus fronteras, como combatientes indirectos.

Tras la caótica retirada de Afganistán durante el verano, EEUU parece débil. Esto aumenta la tentación para que Rusia, China e Irán intenten corregir viejos agravios, o para que sigan adelante con sus antiguas ambiciones.

Las potencias revisionistas de Asia, Europa y Medio Oriente estarán pendientes de los acontecimientos en otros continentes. Los ataques sin oposición a Ucrania o Taiwán señalarían le cambio fundamental en el poder mundial que les preocupa a Bildt y a otros. Pero el poder y la credibilidad de EEUU también podrían disminuir a través de una serie de acuerdos menos espectaculares que señalen colectivamente que EEUU está cediendo terreno.

En algunas partes de Europa ya hay alarma por las palabras de la administración Biden de llegar a un nuevo "acuerdo" de seguridad con Rusia en Europa. Si EEUU cede ante las amenazas rusas a Ucrania, China puede verse animada a aumentar sus amenazas a Taiwán e Irán puede pisar el acelerador nuclear. Los aliados de EEUU, cruciales para el alcance global de Washington, también pueden desanimarse y empezar a distanciarse.

La Casa Blanca está atenta a estos peligros. Sabe que debe elegir sus batallas o arriesgarse a comprometerse en exceso. Una postura fuerte de EEUU en Europa, Asia o Medio Oriente podría ayudar a restablecer la disuasión estadounidense en todo el mundo. Pero, ¿dónde, si es que existe algún sitio, debe EEUU demostrar su poderío?

La magnitud de la amenaza apunta a China. La magnitud de la provocación apunta a Rusia. La menor escala de riesgo apunta a Irán, que es (hasta ahora) una potencia no nuclear. En términos estratégicos, el instinto de la administración Biden es concentrarse en China como el único desafío plausible al papel de EEUU como única superpotencia mundial. Biden ha sugerido que EEUU defendería a Taiwán, si fuera atacado, pero no ha hecho comentarios similares sobre Ucrania.

Sin embargo, la mayoría de los analistas estadounidenses siguen pensando que un ataque a Taiwán en 2022 es poco probable, ya que Xi necesita estabilidad, mientras se prepara para cimentar su poder en un congreso vital del Partido Comunista el próximo otoño. Las amenazas de Rusia a Ucrania tienen una mecha más corta. Pero un conflicto directo con una Rusia con armas nucleares sigue siendo prácticamente impensable. En cambio, Biden ha amenazado con imponer grandes sanciones económicas y enviar ayuda militar a Ucrania, en caso de un ataque ruso. Los ataques aéreos a las instalaciones nucleares iraníes parecen menos peligrosos que enfrentarse a las fuerzas rusas o chinas. Pero Biden, al igual que Barack Obama y Donald Trump antes que él, se rehúsa a involucrarse en otra guerra en Medio Oriente.

La administración Biden no descartará explícitamente la opción militar en ninguno de estos tres conflictos. Pero lo más probable es que EEUU recurra a las armas económicas y diplomáticas. El tipo de rigurosas sanciones económicas que EEUU ya ha desplegado contra Irán podría utilizarse contra Rusia o China, en caso de ataques a Ucrania o Taiwán.

Eso no significaría el comienzo de la tercera guerra mundial. Pero podría significar el fin de la globalización.

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