Camilo dos Santos

Gonzalo Civila: el docente marxista que no teme al conflicto

El secretario general del PS, que lleva el socialismo en la sangre, dice que "no se puede hacer del partido un instrumento para aspiraciones individuales o vaivenes personales"

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25 de enero de 2020 a las 05:00

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Las palabras del presidente Tabaré Vázquez, sentado en la cabecera de la larga mesa en Torre Ejecutiva, dejaron callados a los legisladores frenteamplistas. Era 24 de agosto de 2015 y el mandatario había citado a senadores y diputados de su partido para presentar las prioridades presupuestales del gobierno, aunque guardaba una sorpresa mayor: había decidido decretar la esencialidad de la educación. 

En la otra punta de la mesa, un joven diputado cortó el silencio. “Me parece una medida totalmente equivocada”, le dijo Gonzalo Civila. Fue el único que le transmitió cara a cara su disconformidad con la decisión, pese a que su sentir era generalizado en la bancada. Como antes en el liceo o en los congresos partidarios, otra vez hacía valer su voz ante la autoridad.

Partido en crisis

Casi cinco años después, ese diputado socialista que se animó a plantarse ante Vázquez lidera al histórico partido que atraviesa, una vez más, una crisis interna. 

El secretario general que despierta amores y odios en sus propias filas abrevó la tradición socialista desde el vientre materno. Ruben Caggiani, miembro de la dirección del PS en los años 60 y pariente también de Pablo y Daniel Caggiani del MPP, era tío de su madre, una maestra que votó siempre a la lista 90 pero que se afilió después de que su hijo, con 17 años, ingresara al partido. 

De formación franciscana –al igual que su madre, asistió al colegio Corazón de María– en su adolescencia militó en asentamientos del barrio Conciliación junto a una organización parroquial. Su abuelo materno, un obrero de escasa formación pero “gran conciencia de clase”, lo adentró desde la infancia en el pensamiento anticapitalista. “Recuerdo vívidamente conversaciones en las que me transmitía su preocupación por la importancia que las personas le daban al dinero. Esa mirada de que el interés por lo material es el principio de todos los males lo adquirí de él”, narra en uno de los amplios despachos del segundo piso de Casa del Pueblo. 

Con un temprano interés por la política, Civila encontró en los autores de la teología de la liberación la “síntesis perfecta” entre la tradición católica y la interpretación histórica propia del marxismo. De adolescente se adentró en la lectura de las obras de Leonardo Boff e Ivonne Guevara, y en cuarto de liceo, apenas tuvo sus primeras clases de filosofía, supo que se dedicaría a la docencia de esa disciplina. 

Todavía nombra a cada una de las profesoras que tuvo en esos años y más tarde en el Instituto de Profesores Artigas, donde se recibió de docente. A Ana María Navia, profesora de práctica docente, le “llamaba la atención” la “madurez” de aquel alumno, a quien todavía recuerda como “muy comprometido” e “interesado”. “Cuando tuvo la carrera política que tuvo no me sorprendió. Se podía esperar eso”, señala a El Observador. Aunque los programas podían tocar una amplia gama de autores, a Civila lo encandilaban los pensadores marxistas y su “mirada metodológica” para la transformación de la sociedad. 

Perfil
Nació el 6 de diciembre de 1984. A los 17 años se afilió al Partido Socialista, fue secretario general de su Seccional y a los 25 años fue electo secretario general de la departamental de Montevideo. En 2014 obtuvo una banca en la Cámara de Representantes y desde 2019 es también la máxima autoridad del Partido Socialista.

Con 17 años, en la previa del cambio de milenio y en los albores de la crisis de 2002, Civila entendió que su militancia a través de la iglesia no era “suficiente” para superar el modelo capitalista. Con un grupo de compañeros entendió que a la “solidaridad” de los ámbitos religiosos había que agregar una participación política que pudiera “trabajar desde lo institucional”, afirma.

Primero militó en el comité de base de su barrio. Susana Amestoy, la única socialista, lo empujó a afiliarse al partido. La afiliación llevó la firma de ella y de Reinaldo Gargano, en quien Civila rápidamente vio un referente, junto a José Díaz y Carlos Riverós, con quien llegó a militar en el seccional de su zona. En 2019, cuando Civila se postuló a secretario general del Partido Socialista, ambos firmaron una carta apoyando su candidatura, con el argumento de que el docente representaba “la continuidad ideológica del socialismo revolucionario, nacional, latinoamericanista y antiimperialista” que ellos habían “abrazado” en los años 50 y 60. 

“Ortodoxos” y “renovadores”

Como cualquier socialista, rápidamente se enfrentó a las lógicas internas del partido más viejo del Frente Amplio. Ya por entonces los socialistas hablaban de “ortodoxos” y “renovadores”, una contradicción que volvió a las primeras planas en estos días y que Civila entiende “muy funcional a objetivos particulares en la interna partidaria”, más precisamente al de los autodenominados renovadores. 

La victoria de Civila en la elección interna, concretada a principios de 2019 contra el subdirector de OPP Santiago Soto, rompió con más de una década de conducción “renovadora” y supuso un giro a la izquierda del partido al que pertenece quien fuera candidato presidencial del Frente Amplio, Daniel Martínez, que si bien se mantuvo al margen de la competencia, se identifica claramente con la corriente hoy en minoría. 

Más allá de cuestionar las “etiquetas”, Civila sí admite que existen dos corrientes marcadas dentro del partido y está convencido de que “la idea de que hay que gestionar el capitalismo para llegar a un capitalismo más justo entra en colisión con las definiciones más básicas del partido”, cuya declaración de principios apunta directamente a la socialización de los medios de producción. 

Diego Battiste

Como marxista con todas las letras, el diputado ha dicho en varias ocasiones que el proyecto de la socialdemocracia “ha fracasado” en el mundo, y que las alternativas reales pasan por un socialismo sin tapujos. “Yo creo que las visiones ortodoxas del partido provienen más bien de una ortodoxia de la gestión, esa idea dogmática según la cual son las tecnoburocracias los que hacen los cambios desde sus lugares de poder”. 

Al secretario general no le asusta el conflicto. Al contrario, está convencido de que puede “generar cosas nueva” sin caer en una lógica “amigo-enemigo”. “No pasa por negarlo, sino por asumirlo y crear a partir de ello”. 

Como un guiño de la historia, su conducción partidaria, que va a cumplir un año en marzo, estuvo signada por el conflicto: se dio una profundización de la crisis interna, con una sucesión de renuncias de dirigentes históricos –Álvaro García, Eduardo de León, Guillermo Fraga dejaron el partido; Daisy Tourné y José “Nino” Pintos se alejaron de los órganos de dirección–, y obtuvo la peor votación de la lista 90 en 35 años, a pesar de tener a un candidato presidencial de sus propias filas.

El apoyo a la candidatura de Carolina Cosse a la Intendencia de Montevideo, con Daniel Martínez también aspirando al cargo, montó en cólera a la minoría, que si ya le criticaba su "fascinación populista" y su "visión ambivalente de la democracia" ahora lo acusa de negociar por fuera de los ámbitos partidarios, de ser un "apéndice" del Partido Comunista y hasta de buscar “una purga”. 

Varios dirigentes renovadores que destacan los “dotes oratorios” y la “claridad ideológica” de Civila, le reprochan la “falta de cintura” para negociar y dialogar con aquellos que no se convencen de las decisiones de la mayoría coyuntural. El secretario responde a esas críticas. “No creo que haya habido falta de diálogo ni articulación. Capaz lo que los compañeros acusan como falta de cintura es una concepción ideológica que tengo muy arraigada: que no se puede hacer del partido un instrumento para aspiraciones individuales o vaivenes personales. Eso por ahora no me lo critico”. 

Amistad con Kicillof
Durante el segundo gobierno del Frente Amplio, Civila entabló una relación de amistad con el hoy gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. “Él era viceministro de Economía. Cuando supe que había un loco que venía de la militancia estudiantil y había ido a parar al Ministerio de Economía, empecé a prestarle atención. Me interesó su perfil y empecé leyéndolo como académico. Una vez que iba a Buenos Aires conseguí su correo, le mandé un mail y quedamos en juntarnos a charlar. Desde entonces somos cercanos”, comentó Civila. En el primer encuentro, el diputado le llevó como regalo el libro Las tres fases del capitalismo de Vivian Trías. 
"Ahí hay una barra de amigos con más gente, como Augusto Costa, que fue secretario de Comercio en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y creador de Precios Cuidados", agregó. 
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