Gustavo Penadés, un negociador nato cuya posible ausencia preocupa en el gobierno

Penadés se inició muy joven en la actividad política y ya en 1982 empezó a militar contra la dictadura en el Herrerismo liderado por Luis Lacalle Herrera. Luego de ser electo edil montevideano en 1990, fue elegido diputado en 1994 y desde entonces no abandonó el Parlamento repartiendo su influencia entre la Cámara Baja y en la Alta.

Hombre de confianza de Lacalle Herrera, incluso fue nombrado jefe de campaña del líder blanco en el último tramo de las elecciones de 2009, cuando ya se vislumbraba que varios errores cometidos por el líder nacionalista le costarían la pelea que finalmente perdió con José Mujica.

A diferencia de muchos de sus compañeros blancos –ásperos en la tribuna, incendiarios en el debate, con cierta dificultad para tejer coincidencias con sus rivales- Penadés siempre se mostró como un sujeto moderado en los estrados y dado al diálogo en los pasillos del Parlamento en donde a veces un argumento sensato e inteligente puede determinar que se desaten esos nudos políticos que se resisten a ser desamarrados.

Es difícil encontrar entre sus correligionarios, y aún entre sus rivales, quien tenga una opinión negativa de Penadés. Lo reconocen como un excelente legislador que siempre busca el acuerdo antes que el choque. Incluso, durante los momentos más complicados del caso que involucró al excustodio presidencial Alejandro Astesiano, cuando gobierno y oposición se tiraban con lo que tuvieran a mano, Penadés eligió su habitual tono moderado reconociendo que el Frente Amplio estaba en su derecho de pedir la renuncia de integrantes del gobierno.

Las dificultosas negociaciones por la reforma del sistema de seguridad social lo encontraban otra vez siendo protagonista cuando una militante del Partido Nacional decidió salir a acusarlo públicamente de haberle pagado por sexo cuando tenía 13 años (y todavía era varón).

Visiblemente conmocionado, Penadés convocó este miércoles a una conferencia de prensa para negarlo todo. “Tengo mi orientación sexual y no reniego de ella. Lo que no admito es que por tener esa orientación sexual se me pueda acusar de pedófilo”, afirmó.

Penadés dijo que “por ahora” no va a renunciar a su banca. Y ese “por ahora” –además de la cruda acusación en su contra que la Fiscalía de Corte indagará de oficio- preocupa en el gobierno.

“Lo precisamos (a Penadés) para negociar todo el asunto de la Fiscalía de Corte. En la bancada no tenemos a nadie con su perfil para intentar llegar a acuerdo con el Frente Amplio”, dijo a El Observador un parlamentario oficialista.

“Es el único con espalda para negociar. Es un golpazo para el gobierno”, agregó otro de sus correligionarios. Este miércoles, tras dejar atrás la conferencia de prensa con los ojos llorosos, Penadés fue saludado en su despacho por varios dirigentes del Frente Amplio.

Más allá de la peripecia personal que debe enfrentar Penadés en esta difícil circunstancia de su vida, su eventual ausencia parlamentaria es lamentada por propios y extraños en esa arena política donde los desencuentros y las descalificaciones suelen practicarse hasta la náusea.