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Huggy Wuggy: qué niños están más expuestos a caer en juegos que los inciten a lastimarse, según psicóloga del INAU

La experta insta a prestar atención a los cambios de humor y a hablar desde una posición de "empatía y preocupación genuina"
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16 de septiembre de 2022 a las 08:39

El videojuego Poppy Playtime, que está disponible en la plataforma Steam, tiene como protagonista a un muñeco azul de aspecto terrorífico, llamado Huggy Wuggy.

El juego original no incita a los niños a autolesionarse pero sí existen copias dentro de la plataforma -así como en videos de YouTube- que desafían a los menores a lastimarse.

Tal como informó El Observador, el juego llamó la atención en los primeros días de setiembre, luego de que siete niños de sexto año de una escuela en Barrios Blancos se autolesionaran siguiendo las indicaciones del personaje

Las versiones nocivas del videojuego Poppy Playtime se suman a otros con modalidades similares como Momo o La ballena azul, que generaron múltiples suicidios alrededor del mundo.

Uno de los casos más graves registrados en Uruguay fue el de una niña que, respondiendo a uno de los 50 retos de La ballena azul, fue hospitalizada por heridas punzantes en un brazo. Enseguida que se dio a conocer el peligro que representaba para la salud mental de los preadolescentes y adolescentes, el Ministerio de Salud Pública emitió un comunicado alertando a los padres.

La psicóloga y directora de Salud de Psiquiatría del INAU, Mónica Silva, repasó que no todos los adolescentes "caen" en este tipo de juegos sino que estas consignas "penetran" en los jóvenes que tienen "algo frágil" y no tienen un "adulto referente".

"Si el niño se asusta va recurrir a el adulto. El problema surge es cuando el adulto no es el referente", señaló a El Observador.

Llegar antes

Silva destacó la importancia de "no llegar tarde" y generar desde temprana edad un vínculo de confianza con los menores porque, una vez que inician este tipo de desafíos, "el juego mismo impone prohibiciones y se encarga de que las lesiones sean en lugares que no se ven".

La recomendación principal para padres como para referentes escolares y liceales, en conocimiento de que la modalidad se volvió popular, es hablar "con la verdad y sin demasiadas vueltas" y descartar el "mito" de que si se habla incrementarán las posibilidades de que los menores se involucren en estos juegos.

"El tema es qué hablamos y cómo hablamos. Si se le despierta la curiosidad, podemos hablar de qué trata el juego", subrayó.

La psicóloga subrayó que el acercamiento debe ser desde una posición de "empatía y preocupación genuina" .

"Se tiende a poner límites, que está bien, pero también hay que estar cerca. No puedo permitir que un niño de 10 años navegue libremente por internet. Si aparece esto (un juego que lo incita a lesionarse), y uno está en la vuelta, ese es el mejor momento de intervención. Uno puede hacer notar lo que le genera al niño, si lo asusta, lo angustia o le genera culpa. Y eso se habla", explicó.

Además mencionó que "no existe" una forma ideal de prevenir, sino que "lo que protege al niño es el vínculo" con sus padres.

Cambios repentinos de humor y llanto

Silva explicó que "no hay un indicador preciso" que pueda catalogarse como síntoma. Sin embargo, se ha visto que, cuando los menores se "enganchan" con estas modalidades, suelen presentar cambios repentinos de humor, episodios de angustia extrema o llanto o aislamiento del resto de los integrantes de la familia, entre otros síntomas.

"Ese cambio de humor tiene que ver con lo que genera el juego, por la sensación de miedo constante", indicó.

Además, recordó que en la adolescencia "todos hicimos cosas a escondidas" y no quiere decir que siempre que exista un episodio de angustia o cambio de humor, se trate de autolesiones. No obstante, opinó que como padres "uno tiene la capacidad de darse cuenta cuando su hijo cambia de conducta" o cuando hay cosas "demasiado ocultas".

¿Cómo actuar cuando sospecho que pueden estar involucrados en estos retos?

La especialista explicó que dependerá de si el adulto cree estar capacitado o no para hablarle al menor tratando de no ser "reactivo" ante la situación. "Si no estoy seguro de mí mismo mejor busco ayuda afuera, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad", instó.

Sin embargo, resaltó que la mejor manera es "acercarse" pero sin "hostigar". Es decir, tratar de hablar con el niño para averiguar qué sucede pero, si no quiere hacerlo, también se puede indagar "en otros ambientes, por ejemplo el escolar".

Silva instó a los padres a decirles a sus hijos: "Vení vamos a hablar que estoy preocupada por vos" y hacerlo "con afecto genuino". "Quiero que me cuentes lo que te está pasando o me digas en qué te puedo ayudar", sugirió.

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