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Iñaki Urlezaga: Dos Hemisferios, una crítica a la sociedad rioplatense y el trabajo con el BNS

El maestro y coreógrafo argentino trabajó con el Ballet Nacional del Sodre para el estreno de Dos Hemisferios, que tendrá funciones hasta el domingo
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01 de agosto de 2023 a las 05:03

Cuando a Ástor Piazzolla lo criticaron por haber revolucionado el tango, a base de contrapuntos de instrumentos y atonalidades que hoy dan música al hemisferio Estaciones Rioplatenses del Ballet Nacional del Sodre (BNS) respondió: “En mi país cambian los presidentes y no dicen nada, cambian los obispos, los cardenales, los jugadores de fútbol, cualquier cosa, pero el tango, no. El tango hay que dejarlo así como es: antiguo, aburrido, igual, repetido“.

El tango hoy no es ni antiguo, ni aburrido, ni igual, ni repetido. Tampoco el ballet. Sin embargo el exbailarín, coreógrafo y maestro argentino Iñaki Urlezaga se valió de ese espíritu “revolucionario” de Piazzolla para coreografiar una pieza en la que introdujo una crítica a la sociedad contemporánea sudamericana. Urlezaga toma uno de las expresiones artísticas que retrató el costado más machista de la sociedad rioplatense para poner en escena una representación cruda y por momentos violenta sobre los vínculos y la violencia de género.

La pieza es parte de Dos Hemisferios, el espectáculo del BNS que bajo la dirección de María Noel Riccetto y la musicalización en escena del Conjunto Nacional de Música de Cámara, bajo la dirección musical de Juan Cannavó, tendrá funciones hasta el próximo domingo. Un encuentro entre el norte y el sur, que cuenta también con la participación de la corógrafa británica Gemma Bond con Memento Mori, una obra clásica abstracta inspirada en una selección de Las estaciones de Piotr Ilich Tchaikovsky.

Antes de volver a Argentina, Iñaki Urlezaga habló con El Observador sobre Estaciones Rioplatenses, los conflictos de género, el trabajo con el BNS y su cariño por Uruguay. 

¿Cómo se gestó su participación en estos Dos Hemisferios del Ballet Nacional del Sodre?

A través de María Noel [Riccetto] recibí la invitación de formar parte de estos Dos Hemisferios. La idea fue trabajar con Gemma Bond, que era una compañera del Covent Garden con quien nos une un vínculo profesional porque hemos vivido el escenario juntos durante muchos años, María tenía la idea de que por más que habíamos trabajado en un mismo lugar, los dos venimos de raíces distintas y la convocatoria se pensó un poco sobre la idea de aunarnos mediante la música. Ella ha trabajado con un compositor más del hemisferio norte también como Tchaikovsky y yo con alguien totalmente del sur como Astor Piazzolla.

¿Cómo se planteó el armado de esta fusión del ballet y el tango? 
 
El escenario fundamentalmente –por encima del tango, el ballet clásico, lo contemporáneo o la danza teatro– es comunicación. Para mí es un paraguas donde hay muchas disciplinas. Todo el paraguas está vinculado a comunicar, emocionar, transmitir una pregunta, una inquietud, una metáfora o algo que te permita la posibilidad de reflexionar. Y eso se puede hacer en cualquier índole artístico. Desde ese punto de vista, yo en general es que suelo trabajar. Cuando recibí la música la empecé a escuchar y vine a Montevideo, conocí el teatro, conocí el edificio, el escenario y la caja, tanto acústica como arquitectónica. A través de eso es que empecé a proyectar esta espacialidad que es muy distinta para otro tipo de espectáculos pero que a mí me daba la posibilidad de que sea algo más urbano, que tenga que ver con más una calle que puede ser la Ciudad Vieja o puede ser Buenos Aires, algo más sudamericano, pero no algo tan balletístico. En eso está como emplazado el proyecto.

Apenas se abre el telón, en contraposición con la pieza anterior que es más etérea y secuencial, se nota ese tono urbana, casi industrial, del bajo de la ciudad.

Por eso le terminé poniendo Estaciones Rioplatenses, porque puede ser tanto en Uruguay como en Buenos Aires. Incluso en un barrio bajo de Bogotá. Sudamérica tiene esta urbanidad muy marcada, por sus clases sociales más que nada, y por su forma de expresarse. Creo que el continente en sí mismo es muy distinto a cualquier otro y siento que eso aparece a la hora de poder percibirlo desde la platea, tiene que ver con una cierta nostalgia de lo que somos los sudamericanos.

Estaciones Rioplatenses

Hay cuestiones de género que están atravesando el ballet. Una tiene que ver con la danza entre parejas del mismo sexo, que si bien está vinculada con los orígenes históricos del tango también tiene mucho que ver con las nuevas expresiones el tango queer y la idea de bailar sin roles de género. ¿Por qué lo introdujiste de esa forma?

Clasificar y encasillar tanto a los géneros me da la sensación de que, en el 2023, un poco atrasa. Las nuevas generaciones se autoperciben totalmente distintas, por suerte, con una libertad de no replantearse tanto lo que sería que son, sino vivir más plenamente lo que sienten. Pueden ser los hombres o mujeres, hombre con mujer, alguien solo. El ser humano está en un momento cultural y social muy distinto, mismo en comparación a cuando yo comencé, por ejemplo, a ser un adolescente. Y me parecía que ese mensaje también es válido: seguir yendo para adelante. Es la manera más linda en la que yo creo que uno puede evolucionar, atreviéndose a vivir lo que siente pese a la mirada social que sigue siendo un condicionante genuino y tremendo.

El conflicto central es una violación y una relación abusiva entre una de las parejas protagonistas. ¿Por qué lo quisiste plantear y cómo fue el proceso para llevarlo al escenario?

Traté de plantearlo con el mayor de los respetos posibles porque siempre son temas complejos. Ya no creo que en el 2023 esto sea un tema polémico pero sí sigue siendo un tema complejo por lo delicado que es, en el sentido de cómo se vive el proceso creativo de algo de esta magnitud y lo que implica emocionalmente para el ser humano. En eso soy muy respetuoso y muy cuidadoso porque el artista sabe que toca fibras íntimas de personas. El artista es una persona que tiene una resonancia muy poderosa adentro, que a veces hasta ese momento no había sido iluminada.

En un momento de la obra, antes de que el hecho en sí mismo se complete, ella está dispuesta sobre una pared prácticamente atrapada por este hombre. Intenté dar el mensaje de que una mujer contra la pared, por más que haga lo que haga la mayoría de las veces está completamente en inferioridad de condiciones ante el hombre. Natural y tristemente ese también es el mayor abuso que el hombre hace para con la mujer. El abuso de sus propias fuerzas: que no puede una mujer luchar de igual a igual en la calle como es en este lugar, por eso tantas violaciones suceden a cielo abierto y parecería que no sucedió nada, nadie se ha querido involucrar sobre el tema. Así como la fuerza es mucho más grande a nivel físico, a nivel social también las leyes han sido prácticamente consensuadas y ejercidas por los hombres. Yo he querido demostrar que aún a la fecha, con todo el avance que la mujer tiene, sigue siendo desigual y sigue siendo tremendamente injusto como está constituida la sociedad.

El escenario es un punto de reflexión. Te lo permite el escenario si quieres hacerlo, sino puede ser otro tipo de género que también está muy bien; pero yo tenía ganas de expresar algo ni narrativo ni abstracto, sino algo actual. Tristemente a veces también resuena de manera directa, o en un familiar o en un amigo, porque esto se habla tanto hoy en día que es mucho más visible y a veces está más cerca de lo que uno considera que le ha tocado.

¿Cómo fue para vos plantearlo coreográficamente? Me refiero también esa resolución, el lugar en el que queda el hombre después de la violación y la reconstrucción de esa mujer sobre el escenario

Me parecía clave en el mundo que se vive hoy en día y la sororidad femenina que hay. Yo sigo como hombre pidiendo disculpas por como nos hemos comportado hasta ahora. Yo no he abusado de nadie y tampoco he sido abusado, pero siento horrores de sentirme parte de este colectivo en muchos momentos del día. Por fuera de esto, a mí me conmueve profundamente cómo las mujeres han hecho una red de contención con ellas mismas. Socialmente están sucediendo cosas y estos avances también son gracias a los colectivos femeninos que nos están enseñando a replantear el mundo de otra manera mucho más colectiva. Los grandes cambios sociales siempre vienen de la unión social y la cohesión entre individuos que forjan un sentido común, sin eso no hay una lucha que se pueda garantizar de manera fructífera.

La obra tiene un mensaje social y el mensaje social para mí también es esperanzador, para mí es positivo todo lo que está sucediendo. Te soy honesto: se fue trabajando con los artistas. Yo vine con la idea social, con la inquietud de que me parecía importante no dejar pasar este cuestionamiento que a mí me gustaba visibilizar en el espectáculo. El Sodre tiene geniales artistas, ellos fueron muy colaboradores y hacedores de lo que después terminó siendo. Yo fui muy cuidadoso a la hora a la hora de comunicar mi deseo de proyectar algo pero los artistas son quienes completan, quienes le dan vida a eso que vos propones. De alguna forma siempre son ellos la parte creativa de lo que vos empezás proponiendo. Lógicamente por un lado son pasos que danza, pero por el otro lado son pasos que están ligados a la emoción que va surgiendo de cómo están construyendo la escena. No es una manera rígida de hacer la escena porque cada reparto tiene su forma de abordarla y yo aplaudo y celebro que cada uno tenga su impronta porque es lo que los hace creíbles.

Esta situación de abuso que se plantea sobre el escenario tiene su contrapunto en otra pareja que aparece como un respiro en medio de la densidad de esa violencia: una pareja que va más hacia el goce y la celebración.

El amor entre el hombre y la mujer va a seguir siempre, porque en definitiva por más que no nos demos cuenta los seres humanos somos una chispa de amor en el universo. Va a haber parejas que se van a seguir relacionando desde el afecto, desde la amorosidad y no desde la toxicidad. Una pareja en igualdad de condiciones, que se celebra, que se festeja, que se pelea, pero que se ama conjuntamente y de manera equidistante, en la que no hay una superioridad de uno para con el otro. Cuando uno sale a la calle se pone en el modo observador y lo encuentra a diario: encontrás una cosa y encontrás la otra. El mensaje es con qué te querés quedar, con qué parte de la vida te identificas. Donde uno pone la atención es donde uno florece. Hasta te diría que científicamente está comprobado.

Estaciones Rioplatenses

Hablabas sobre el trabajo con los artistas, ¿cómo se dio esa sinergia con el elenco? ¿Cómo fue el trabajo con el BNS?

Fue muy lindo. Yo trabajé primero tres semanas el año pasado. Vine, les di clases, los vi ensayar muchísimo porque ellos estaban preparando una obra clásica y tomé contacto con ellos en ese ballet también. Me pude embeber mucho de lo que ellos son como compañía, de cuánto ellos arriesgan, de los repertorios que tienen, de cómo los procesan, como lo trabajan. Me interesa cómo son como personas adentro de la sala de ensayo, eso es a mí lo que más me importa: tener el material humano disponible como para poder llevarlos hacia donde uno los quiera llevar. Para eso uno tiene que tener también el registro de las capacidades artísticas, del espacio, porque sin él la obra no cobra vida. Yo ya vine con una propuesta un poco más centrada en el conocimiento que yo tenía de ellos y la verdad que la sorpresa fue muy linda porque esta temática era bien distinta, mucho más pesada, mucho más agresiva por momentos y había que plasmarla. Fue muy grato, es una compañía muy abierta, están muy acostumbrados a trabajar con artistas invitados, con coreógrafos invitados, tiene un nivel de profesionalismo alto, entonces realmente fueron semanas de mucho placer. A mí me dio mucha alegría estar acá, yo quiero mucho a Uruguay, quería hacer algo que quedara positivamente en la compañía, que sea una experiencia fructífera, por los sentimientos que tengo por el país. Así que me vuelvo hoy muy contento y ojalá que ellos queden también.

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