Independiente a los tres años

Los retrasos de los aviones y los niños que viajan sentados lejos de sus padres

Tiempo de lectura: -'

09 de mayo de 2014 a las 00:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Por María Caridad Araujo

Dos de las últimas veces que viajé en avión el vuelo salió tarde, algo muy usual. Lo inusual de la historia es que el retraso se dio en distintas aerolíneas por el mismo motivo: niños menores de cuatro años que no eran lo suficientemente “independientes”.

Las aerolíneas habían asignado asientos en filas distintas al padre/madre y a sus hijos y ninguno de los pasajeros alrededor de las familias accedía a ceder su asiento para permitir que se sentaran juntos. Los asistentes de vuelo no fueron particularmente hábiles manejando la negociación y los aviones se atrasaron 15 minutos en un caso y 45 minutos en el otro.

Lo que más me sorprendió de estos incidentes fue un comentario que escuché: “La culpa de todo esto fue de esa niña, por no querer ir sentada sola durante el viaje”. Me sorprendió que un adulto considerara “normal” que una niña de 4 años pudiera viajar durante 3 horas entre dos personas extrañas y a 10 filas de distancia de su madre. Lo volví a mirar e intenté imaginarme ¿tendrá hijos? Tras mi primera reacción, tuve varias horas de viaje para meditar al respecto y me bajé del avión pensando que tenía que entender de dónde venía tal expectativa.

Coincidentemente, unos días después estuve en una reunión con varios académicos expertos en temas de desarrollo infantil y surgió el tema de cómo algunos pedagogos critican la presencia de valores culturales en las dimensiones que se consideran al evaluar el desarrollo de los niños.

Entiendo que este es un debate bastante más complejo que no pretendo resumir en este post pero quiero rescatar un ejemplo que surgió en el contexto de esa conversación, porque me reconectó de inmediato con lo que había observado en los aviones, precisamente al tema de la independencia.

Varias de las escalas de valoración del desarrollo que se usan con niños muy pequeños incluyen ítems específicos que se relacionan con la independencia. Ejemplos de ítems que se aplican a niños de 2 años de edad indagan si éstos se pueden poner por sí solos su chaqueta o su camisa o si se pueden quitar los zapatos sin ayuda. Estos ítems forman parte de sub-escalas que miden su desarrollo social o su capacidad de adaptación. Entiendo que detrás de esta construcción puedan percibirse valores específicos con respecto a acciones que los niños deberían ser capaces de hacer de forma independiente a una edad temprana como parte de su desarrollo social.

Obviamente, hay una gran diferencia entre esperar que un niño pequeño se quite los zapatos y se ponga la camisa y querer que vaya sentado durante todo un viaje de avión lejos de sus padres. Pero de alguna manera estas historias me permitieron visualizar un poco mejor la variación en las expectativas que tenemos las personas de diferentes culturas sobre los niños y su independencia.

Por ejemplo, podría ser que en un entorno cultural el momento de vestir y desvestir al niño sea uno de juego, mimos, e interacción cercana con sus padres. Por el contrario, en otro contexto, la tarea de vestirse puede ser presentada al niño como un desafío que se espera que asuma él solo como muestra de lo “mayor” que está. No sería sorprendente si el niño del segundo entorno aprende a ponerse la camisa antes que el del primero.

Pienso que este tema se presta para reflexiones muy interesantes en nuestra región, tan rica y diversa culturalmente. Por supuesto, no estoy sugiriendo aquí que necesitamos reinventar las escalas de valoración del desarrollo, pero sí que nunca está de más mirarlas con un ojo atento y pilotearlas con cuidado para asegurar no solo que sean comprensibles, sino también pertinentes al contexto en el cual van a ser aplicadas.

Comparte este artículo en Facebook o Twitter para que otros padres, madres y educadores reflexionen sobre sus propias expectativas y exigencias con respecto a la independencia de los niños a su alrededor.

Este post fue publicado originalmente en el blog Primeros pasos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.