Camilo dos Santos

Jorge Chediak: el ministro mediático que deja la Corte con pesar

Tras 40 años de juez y diez en la Suprema Corte, el jurista de sonrisa amplia y facilidad para comunicar, que es masón y fanático de las historietas, cambia los expedientes por las clases

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15 de septiembre de 2019 a las 05:00

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Si Jorge Chediak pudiera, elegiría prolongar su cargo en la Suprema Corte. “No me gusta la idea de irme para mi casa, ya viajo, ya miro películas y el día es largo”, comenta cuando se le menciona todo lo que añoran quienes se retiran de una profesión después de 40 años de actividad.

Destaca las palabras del entonces ministro de la Suprema Corte de Justicia Daniel Gutiérrez al pasarle la posta: “Acá no te vas a aburrir nunca”. Durante los diez años en que ocupó el cargo en el máximo órgano de justicia estuvo en su salsa.

“Realmente me satisfizo mucho, ha sido un broche de oro”, asegura con nostalgia cuando se le acerca la implacable imposición constitucional que establece que al pasar los diez años en el cargo o cumplir 70, los magistrados deben retirarse.

Desde la Corte “la óptica del Poder Judicial es distinta”, señala. Además de la tarea propia del juez –dictar fallos aplicando las leyes, a lo que se suman las inconstitucionalidades– el trabajo de ministro de Corte supone una alta carga administrativa y de gerenciamiento de un poder del Estado. Esa tarea incluye desde nombrar jueces y trasladarlos, sancionar a magistrados y funcionarios de entre los 5.000 integrantes que ocupan 400 sedes y 12 divisiones, a resolver problemas edilicios y un largo etcétera.

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A su vez la tarea de juez se ve facilitada por dos asistentes que son abogados, que estudian los expedientes y elaboran los argumentos. “Arman el voto, vienen y me lo relatan. Si estoy de acuerdo sale, si no cambia”, explica. A esa tarea que llaman “pasar los expedientes” dedican un día a la semana en el que ven en promedio diez expedientes.

El relacionamiento con los otros cuatro ministros sucede prácticamente por Whatsapp y sólo se ven las caras en “los acuerdos” que se realizan dos o tres veces por semana. En lo personal Chediak es aliado de las comunicaciones por Whatsapp que considera “un método fenomenal”. Desde que existe, casi no habla por teléfono. Por ese canal también atiende requerimientos de los periodistas.

Entre los ministros comparten dos grupos de Whatsapp. En uno de ellos está además el secretario letrado y lo utilizan para los temas jurisdiccionales, en el otro el jefe de los servicios administrativos y por allí tratan temas administrativos. “Se mueve mucho los fines de semana, adelantamos cosas. Pasó tal cosa en tal juzgado, salió en la prensa tal cosa, algún ministro comenta que en el acuerdo del lunes tenemos tal cosa”, cuenta sobre el funcionamiento del grupo.

El vínculo entre los jueces por fuera de la Corte, como puede ser juntarse a comer un asado o compartir una cena, prácticamente no existe. “La última vez que comimos todos juntos fue en la despedida de Pérez Manrique” en 2017, dice, para explicar que es práctica habitual realizar una cena de bienvenida al que llega y una cena de despedida al que se va.

Aun así asegura que tiene “amistad” con algunos de los ministros con los que ha compartido Corte: Felipe Hounie –cesó en agosto de 2018– y María Elena Martínez –actual ministra–. Con ambos compartían piso durante los 16 años en los que estuvo en el Tribunal de Apelaciones Civil de 2º Turno. También afirma tener amistad con otros colegas “con décadas en la judicatura”: el actual presidente de la Corte, Eduardo Turell; Juan Pedro Tobía –fallecido el año pasado–; Jorge Larrieux –con quien compartió siete años y medio de los diez en la Corte– y con Bernadette Minvielle –actual ministra– a quien conoce desde la década del 80 cuando escribían para la revista de Derecho Procesal dirigida por Enrique Véscovi y Enrique Tarigo.

Larrieux define a Chediak como una persona “afable, que siempre está de buen carácter”. En los siete años en que fueron compañeros tuvieron amplias coincidencias y pocas diferencias –votaron juntos las inconstitucionalidades del ICIR, de Pluna, entre otras–. Asegura que cada uno tiene su grupo de amigos pero se “respetan mutuamente”.

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A pesar de que todos quienes han trabajado con Chediak destacan su sentido del humor y la amabilidad en la discusión, dos cualidades que también señaló Turell este lunes 9 al despedirlo en un breve acto que se realizó el Corte, no todo son flores en el Palacio Piria. En los últimos meses, hubo rispideces entre los ministros que quedaron divividos en bandos. Luego de que la ministra Minvielle calificara de “dilatorias” las estrategias de las defensas de los militares investigados por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, la Corte consideró que sus declaraciones pueden ser interpretadas como una “predisposición contraria o prejuicio” contra los imputados y debería apartarse de esos casos. El fallo, del que informó Búsqueda, fue firmado por Chediak y Martínez.

Intentando dejar esas rispideces atrás, en el acto de despedida de este lunes se los vio sonrientes a los cinco ministros.

Chediak destaca como una característica de esta Corte que es una de las menos formales, aunque no está exenta de rituales. “Nos sentamos y firmamos (los expedientes) en determinado orden, primero el presidente y luego en orden de antigüedad decreciente. La ubicación de los asientos en la sala de los acuerdos se ha mantenido: pegado a la puerta se ubica el más antiguo a la derecha del presidente que va al medio”, señala.

 

Masón que denunció a masón
Su condición de masón es ampliamente conocida en el ámbito judicial y él no tiene problema en reconocerlo y en relatar una situación “no agradable” que le tocó protangonizar. “Me vi obligado a denunciar a un integrante por la presunta comisión de una apropiación indebida, en cumplimiento de la obligación que la ley nos impone a los jueces”, señala. Ante la pregunta si alguna vez le pidieron algún favor aseguró: “Nunca tuve situaciones de incomodidad en décadas porque no sólo nadie me pidió favores como juez, sino que de haberlo hecho hubiera violado las pautas de relacionamiento que lo prohiben”.
 
Se desalojó a sí mismo

El primer destino de Chediak fue como juez de Paz en Juan Lacaze, Colonia. Recuerda que llegó a tomar posesión del juzgado un lluvioso día de julio de 1978. La ONDA, la empresa de transporte que recorría el país, lo dejaba a tres cuadras del juzgado, y para evitar que se mojara el chofer lo llevó hasta la puerta.

De esos primeros años le quedaron grabados algunos casos insólitos en los que le tocó intervenir, como el día en que recibió una llamada de la policía por un robo. Un señor muy aficionado a la bebida había ido como todos los días al bar a tomar grapa y se iba guardando los vasitos de vidrio en el bolsillo. Las grapas las había pagado pero como se había robado los vasos el dueño del bar lo denunció. Chediak decidió dejarlo en libertad.

Otro caso singular en el cual la policía reclamó su intervención fue una pelea de meretrices en el prostíbulo del pueblo.

“Las mujeres habían salido a la calle en ropas menores, el comisario me quería poner al tanto y fuimos a hacer una inspección ocular al prostíbulo. No venía demasiado a cuento porque se habían peleado”, cuenta al explicar que no había un delito que ameritara la presencia del juez, con esa gran sonrisa que dibuja su rostro a menudo.

Y para terminar las anécdotas de casos insólitos menciona cuando decretó el desalojo de un juzgado por mal pagador –debía más de tres meses de alquiler– y de rebote terminó desalojándose a sí mismo. Como juez de Juan Lacaze le había tocado decretar el desalojo del juzgado de Rosario. “Al rato entra la secretaria y me dice: lo vengo a notificar del desalojo del juzgado de Rosario, el juez de Paz de Rosario pidió licencia y lo encargaron a usted de esa sede. Decreté el desalojo y fui notificado de que estaba intimado a desalojar el juzgado. Me tuve que venir al Ministerio de Justicia a notificar el desalojo. Me desalojé a mí mismo”, dice a las risas.

No tan gratos recuerdos le generan las primeras autopsias de los cadáveres a los que le tocó enfrentarse, y sobre todo el primer suicidio con arma que vio en Salto. Allí tuvo “la cabal presencia de que una persona se había volado literalmente la tapa de los sesos. Verlo ahí me ha quedado”.

Si bien era plena dictadura, sólo recuerda un episodio, que fue una llamada de parte del dictador Gregorio Álvarez, interesado por una chacra sobre la que había dispuesto el lanzamiento. “Le dije que ya estaba dispuesto. Del otro lado me dijeron ‘¿usted va a mantener (la decisión)? Esto al general no le va a gustar nada’. Pasé tres días nervioso, pensando que de repente tenía que volver al ejercicio privado de la profesión pero no pasó nada”, rememora sentado en el que fue su último despacho de la Suprema Corte de Justicia, pegado a la sala donde se realizan las audiencias públicas y donde juran los futuros abogados.

Amor a las cámaras

A lo largo de los diez años en los que se ocupó el cargo se lo vio desfilar por programas de radio y televisión y dar entrevistas a diarios. Dice que “le gusta y le sale”. Salvo períodos en los que se alternó con algún otro juez mediático como fue el caso de Ricardo Pérez Manrique, ostentó casi el monopolio en los medios.

Su perfil mediático empezó en la Asociación de Magistrados cuya directiva integró entre 2004 y 2008. Allí compartió actividad e impulsó al actual presidente de la Asociación de Magistrados y ministro de tribunal penal Alberto Reyes, quien destaca además de su apertura hacia la prensa, su habilidad con el manejo de los números. Pero la tarea gremial de Chediak venía de antes. Él cuenta que había acompañado al presidente del gremio Gervasio Guillot a fines de los 90, quien también fue ministro de la Suprema Corte. “Él tuvo la idea de tener un vocero o representante ante los medios y yo lo apoyé. Seguí el trillo del doctor Guillot”.

“Siempre tuve la sensación de que no era bueno que dos poderes del Estado tuvieran cara y otro no”, afirma. De todos modos, tuvo que aprender para mejorar la presencia frente a las cámaras para no “talentear”. Leyó mucho sobre el tipo de lenguaje a utilizar para transmitir que se tiene todo bajo control.

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Pero además el vocero del Poder Judicial, Raúl Oxandabarat, quien además de juez es periodista y comunicador, le dio un par de consejos como “sentarse sobre el saco para que no haga bulto arriba de los hombros”. También le explicó que si la entrevista era tensionante y las preguntas incisivas, tenía tendencia a torcerse hacia la izquierda. “Y me di cuenta de que es verdad”, se ríe.

Oxandabarat lo define como “un excelente comunicador, por su carisma, su empatía y su talento para la didáctica” además de su “gran vocación por los asuntos jurídicos, su gran amor por el Derecho y la compleja tarea de impartir justicia para asegurar la convivencia social”.

“Con su retiro deja un enorme vacío en la institución. Nos vamos a tener que esforzar para reacomodarnos a partir de su salida. Ese será nuestro desafío más inmediato”, asegura el vocero del Poder Judicial.

Con la salida de Chediak se dio una situacion inédita. La vacante duró sólo 48 horas. Un acuerdo entre los senadores del oficialismo y la oposición los llevó a votar antes de que se terminara el período legislativo, este 15 de setiembre, al ministro de los tribunales con mayor antiguedad en el cargo: Tabaré Sosa.

El juez que compartió cargo en el tribunal de apelaciones civil diez años con Chediak, y ahora tiene que sucederlo es, contrariamente, de muy bajo perfil. “Es cuestión de personalidades”, dice y explica que él prefirió no dar entrevistas a los periodistas que estaban en el Parlamento cuando asumió.

Sosa describe a Chediak como un magistrado de alto nivel técnico, y con un carácter muy agradable.

Coincide en ello el director de los Servicios Administrativos del Poder Judicial, Marcelo Pesce, y como “un gran portero, abridor de puertas y tendedor de puentes por escuchar las ideas de todos”.

Guerra de poderes

Pesce destaca el rol que asumió con la reforma del proceso penal que entró a regir en noviembre de 2017. En ese momento, el ahora director de servicios administrativos era director de Tecnología y le tocó participar junto a Chediak de numerosas reuniones con la Fiscalía y el Ministerio del Interior. Asegura que Chediak se encargó de “darle visibilidad a los restantes integrantes del Poder Judicial” que participaban.

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La puesta en práctica del nuevo proceso penal que implicó que los jueces dejaran la investigación a cargo de los fiscales, no estuvo exenta de enfrentamientos entre el Poder Judicial, la Fiscalía, y el Ministerio del Interior. Su condición de juez mediático lo llevó a protagonizar los enfrentamientos entre los que él mismo Chediak denominó “la liga de la justicia”, echando mano a las historietas de las que es fanático. De todos modos, al hacer balance de lo que han sido esos enfrentamientos afirma que se convenció de que las críticas no fueron buenas. “El sistema es uno y no hace bien a nivel institucional que nos critiquemos”.

En esa visión coinciden algunos magistrados que miraron con recelo algunas de las salidas de Chediak al considerar que por su habilidad social estaba en condiciones de darle mayor protagonismo al Poder Judicial en lo que fue la puesta en marcha del nuevo CPP.

El después

Quienes conocen de cerca a Chediak saben que el retiro no le hace mucha ilusión. “Hay que acompañarlo. Está apesadumbrado el hombre”, afirmó alguno de los funcionarios presentes en el acto de este lunes.

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El único plan concreto que tiene para el futuro es ampliar las clases que ya daba desde hacía unos años en la Universidad de la Empresa (UDE). Con uno de los que fue su asistente, Ignacio Rivero, recibieron una propuesta para dar clases de Introducción a la Judicatura y también sumar clases en la UDE de Colonia. “Se va a ampliando la parte docente pero no es lo mismo que el circo éste. A mí me gusta”, repite con un dejo de melancolía en la voz.

También dice que se dedicará a aprender a usar Twitter. Se abrió una cuenta en diciembre de 2016 pero confiesa que sólo se dedica a “mirarlo mucho” pero hasta ahora se lo manejaba su secretario personal, Santiago Leitas. No le interesan ni Facebook ni Instagram, pero Twitter le parece una buena herramienta que “permite transparentar la agenda del juez”, aunque ahora su agenda será otra, lejos del “circo”.

 

Star Trek y Superman
Chediak se define como fan de Superman, quien encarna eso de “hacer lo correcto por los fines correctos y no tomar atajos”, dijo al programa Fácil Desviarse de Del Sol FM. La afición por los cómics también se extiende a la ficción, como por ejemplo Star Trek. Según contó Marcelo Pesce, director de los servicios administrativos del Poder Judicial, comparte con él ese fanatismo y muchas veces en los acuerdos hacían alusión a personajes de la tira. “Los demás se nos quedaban mirando”, cuenta divertido.
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