Cerró los párpados unos segundos para no ver cuando la jueza leía que en el apartamento de su hermana todas las paredes estaban manchadas con sangre. Tragó con fuerza y angustia cuando relataban que todo allí estaba roto; y se agarró la cabeza con congoja y descreimiento –pese a que ya lo sabía desde hace mucho tiempo– que a Fanny Aguiar la habían ultimado de 50 puñaladas. Del otro lado de la pared de la sala del Juzgado Penal de 40o Turno, cerca de 30 personas del colectivo trans miraban con atención la transmisión en vivo desde la sala, en la que los dos imputados se comportaban de forma disímil. La pareja de Aguiar, condenada a 24 años de prisión, se mecía con ansias pero con desparpajo: miraba para diferentes lados sin prestar atención. El otro imputado –a quien la jueza María Sunhary de las Carreras en un nutrido fallo con múltiples referencias a jurisprudencia nacional e internacional decidió absolver– lloraba, mientras le extendía sus brazos a la hermana de la víctima –que llevaba una foto con su cara– jurándole que él no tenía nada que ver.
La teoría de la fiscalía a cargo de Raúl Iglesias era que los dos hombres tenían responsabilidad y por eso había pedido 28 años de prisión para la pareja de Aguiar y 30 años para su acompañante. Lo pidió puesto que entendía que había alevosía y porque creía que había habido un crimen de odio por su condición de mujer trans. La jueza lo descartó, pero de todas formas, el fallo fue inédito: la condena fue por femicidio "especialmente agravado por haberse cometido por desprecio y menosprecio por la condición de mujer trans de la víctima".
Lo decidió, entre otras cosas, porque "la pareja funcionaba dentro de parámetros heteronormativos" y eso se veía en la forma en la que se referían el uno al otro. "Maté a mi mujer", confesó él luego del crimen.
Pese a que era ella, a partir de su labor como trabajadora sexual, la que nutría al hogar, eso no la ponía en una situación de privilegio. "Pertenecía a un grupo doblemente marginalizado", arguyó la jueza: el trabajo sexual y el colectivo trans.
La jueza también descartó la alevosía porque Aguiar pudo defenderse –de hecho tenía heridas defensivas– y el componente moral está incluido en otros cargos por los que se lo condenó.
"No llores más, bo, que te vas para tu casa", le dijo el condenado al absuelto, que no paró de llorar desde que escuchó el fallo. Sin poder creerlo, le preguntaba a su abogado si se iba a su casa. "Que disfrute el tiempo en libertad que tiene, esto no termina", le dijo un integrante del equipo de fiscalía, ya adelantando que iba a apelar la decisión. Todos apelaron. La defensa del condenado por su parte y la fiscalía recurrió la sentencia por no haber aceptado el pedido de 28 años de prisión y la absolución del otro indagado.
El día 15 de noviembre de 2018 los dos indagados fueron en taxi a la casa de Aguiar a buscar dinero para consumir drogas. Le pidieron al taxista que los espere en la puerta. Ella no se encontraba allí, entonces la esperaron hasta que llegó.
Luego de unos escasos minutos el hombre, ahora absuelto, salió y le pidió que lo llevara a la casa de su hermana, pero el conductor se negó porque no les había pagado el viaje anterior. Aguiar y el condenado empezaron a discutir y él la atacó a puñaladas –le dio más de 50– con una cuchilla de cocina.
Se cambió de ropa, salió corriendo cargando una garrafa de 13 kilos y un morral con documentos y dinero que le robó a la mujer, ya fallecida. Toda la escena duró 17 minutos. Lo interceptó un policía que lo detuvo en el lugar.
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