Se dice que fue creada 200 años antes de Cristo. Que fue en China, durante la dinastía Tsin, y luego se extendió por el resto de Asia producto del boca a boca que recorría los pueblos y convencía a los monjes y los campesinos que se trataba de una bebida mística, con propiedades únicas. La kombucha –como la bautizaron luego– daba energía y curaba todos los males. Una mezcla alquimista de té, azúcar y hongos arrojaba como resultado una bebida dulce y ácida que conquistó paladares por todo el continente. La receta no tardó en llegar a las clases más altas y los palacios imperiales. Y una vez que contó con el sello real, su expansión fue total.