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La Bajada: el fenómeno que comenzó en un estudio de radio y se convirtió en un ritual masivo de fin de año

El evento que organiza Justicia Infinita rompió récords de convocatoria y se va convirtiendo en una tradición uruguaya
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13 de diciembre de 2023 a las 16:52

Por Joaquín Pisa, Martín Prato y María Eugenia Scognamiglio

Son las cuatro y media de la tarde del martes y hay un sol infernal en la rambla del Club de Golf. Maradona y Valderrama bailan bajo la sombra de un árbol, uno de los pocos en la explanada, al ritmo de Los Fatales, que están a varios metros en un escenario gigante. Hace diez o quince años ambos eran unas de las 30, 40 personas que asistían religiosamente a La Bajada en la explanada de Océano FM. Hoy están en una nueva versión del mismo evento, pero todo es distinto.

Con sus pelucas impolutas a pesar de los años de uso, y no borrachos pero contentos, recuerdan que antes, cuando llegaban a la reunión organizada por el programa Justicia Infinita, el conductor Gonzalo Cammarotta decía en su emisión en vivo: “Ahí vienen Maradona y Valderrama”.

Hoy Cammarotta espera detrás de una estructura gigante y los dos hombres disfrazados son solo un punto de los más de 4 mil o 5 mil asistentes que ya llegaron a falta de más de tres horas de la salida al escenario de DJ Sanata, el alter ego del conductor de Justicia que abre y cierra todas las ediciones con su mezcla de música tropical vieja y nueva.

Algo pasó en el medio. Algo que convirtió una fiesta de nicho de menos de medio centenar de personas realizado por un programa de radio para decretar el final del año laboral —con el lema de que todo lo que no se hizo en el año hay que dejarlo para marzo del año siguiente—, en una fiesta de interés cultural y departamental que este martes 12 de diciembre reunió a (sin exagerar y a ojo) más de 40 mil personas, todo siempre gratis, con el anuncio del evento realizado siempre el mismo día, nunca los fines de semana.

En 2019 Justicia Infinita anunció su salida de Océano y su llegada a Urbana, y decidió cambiar la mecánica del evento. Por primera vez salió de los exteriores de su antigua radio y pasó al Parque Rodó. Ese año, al mediodía ya habían muchas más de las 100 personas acostumbradas, y en la mitad de la tarde superaban los 2 mil concurrentes, que bailaban al ritmo de cumbias viejas. Fue un salto exponencial, pero nada hacía imaginar que cuatro años después el evento se comparara en asistencia al concierto que Fito Páez realizó también en la Rambla del Golf, y del que La Bajada aprovechó casi toda su estructura.

En 2021, luego de que en 2020 no se hiciera a raíz de la pandemia, regresó en un momento emotivo para el público y para ellos. Se habían ido de Urbana, el programa se estaba transmitiendo solo por Twitch. Los eventos masivos habían vuelto hacía pocos meses pero con los protocolos sanitarios del momento (dos vacunas y distanciamiento social). Fue la primera vez que se hizo en el lugar actual, en la Rambla, dónde parece que es lugar al que todo evento masivo termina yendo a parar. Y con distanciamiento y vacunas, el lugar se copó, aprovechando ese renacer de la vida social de un país que hacía casi dos años se saludaba con el puño.

En cuanto a la asistencia, en 2022 el cambio ya se había hecho notar. En el mismo lugar que este año, y también aprovechando la estructura de otro evento, La Bajada reunió a 20 mil personas. En esa edición se separó la zona del evento del resto de la rambla, y el resultado fue caótico: la gente dentro del recinto estaba hacinada, había una cantidad ínfima de baños (por lo que la playa fue el baño principal) y solo había una barra para todos los asistentes.

Este año La Bajada se adaptó a su masividad. No había vallado ni paredes: desde el cruce de la rambla con Bv. Artigas hasta la llegada al Teatro de Verano estaba todo abierto, con la calle cortada para el paso de vehículos. Había decenas de baños, casi sin necesidad de espera. Se colocaron varios puestos de comidas y bebidas, algo que fue evolucionando con el paso de los años. 

También evolucionó la logística del evento. En un principio, la autogestión se sentía en todos los aspectos. La Bajada reunía a 40 o 50 personas en la explanada de Océano FM para bailar un par de canciones. Con los años se extendió en su duración y se agregó un inflable. Y el año en el que parecía que la criatura más había crecido, la explanada de la radio tenía música, un inflable y un stand de cerveza. Era, claro, solo el comienzo.

Un par de años después se sumaron los sponsors: promoción de 2x1 de hamburguesas, yerba gratis, el sorteo de un celular iPhone 15 entre los asistentes, publicidad de bancos, bebidas, mutualistas, indumentaria. Todo derivó, años más tarde, en la fiesta de este martes, mucho más masiva y, por lo que se supo, controlada.

De todos modos, hubo algunos puntos flojos en 2023. El ingreso fue quizás el punto más complicado: la rambla cortada revolucionó el tránsito ya de por sí congestionado del sur montevideano entre semana. Para llegar lo mejor era caminar las cuadras que fueran necesarias, porque los ómnibus estaban al límite de gente y los taxis o ubers eran inaccesibles, ya fuera por falta de vehículos o por los precio excesivos debido a la demanda.

En ese sentido, caminar en la zona a eso de las 19 se hizo difícil. La zona central frente al escenario estaba repleta, al igual que la calle y hasta el cantero entre la vereda y el Club de Golf. Había gente hasta detrás de la línea del escenario.

Además, la libertad de llevar alcohol permitió que cada dos o tres pasos hubiera que evitar las conservadoras dispersas en el terreno, algo que siempre sucedió y que más allá de la masividad no se perdió. También estuvieron las reposeras, igual que en aquellos años de la explanada. En este caso, el problema era que terminaban siendo aplastadas o inteligentemente plegadas debido a la cantidad de gente que se sumaba a la fiesta.

Hubo otras tradiciones se mantuvieron: Trotsky Vengarán, que ya estuvo en varias ediciones de La Bajada, se hizo presente a las 18:30 y brindó un concierto lleno de energía y clásicos. El nuevo público se unió con el viejo en Noche de Rock e Historias sin terminar. La banda 99% Baladas también interpretó en acústico covers como Volver de Ricardo Montaner o Tu falta de querer de Mon Laferte. 

Y sin embargo, aún en el medio de un tumulto gigante de gente que, con alcohol en sangre y mucho calor, se empujaba sin querer de forma constante mientras bailan Vilma Palma, oldies de Shakira y clásicos de La Furia, el ambiente fue excelente, de alegría. No se registraron grandes discusiones, una pelea, una botella por los aires.

Algo pasa en La Bajada

Es un fenómeno que excede al programa. Se nota que la mayoría no escucha el programa Justicia Infinita y, por lo tanto, quedan afuera de algunos códigos característicos e históricos del ciclo. Algunos se preguntan por qué La Bajada arranca tan temprano, otros piden otro tipo de música, por fuera de Cristián Castro, Luis Miguel, Shakira y todos los hits noventosos. Otros no entienden por qué no se había anunciado antes. Tampoco se celebra el clásico saludo a La Sociedad de la Nieve que hace Cammarota cuando se transforma en DJ Sanata. Ni el saludo al final de Gonzalo a quien fuese su compañero de todas las horas, que lo acompañó en esta locura desde sus inicios, Salvador Banchero. La Bajada se transformó en algo masivo y que va más allá de quienes escuchan (o escuchaban) Justicia Infinita en sus diferentes emisoras.

En ese sentido, La Bajada se convirtió en ese lugar de encuentro entre los puristas de Justicia de todas las horas, y de los que vieron el lugar, la gente y entraron. De los que crecieron escuchando Océano FM a las 12:00, de los que los escuchan en M24 y de los que solo conocen de la existencia de DJ Sanata —a través de sus emisiones en plena pandemia por Instagram Live, por ejemplo— y no saben lo que hay detrás. Se transformó en un lugar de encuentro de diferentes edades, de jóvenes que no escuchan radio y de veteranos que no sabían que se transmitía por Twitch.

Están los padres que siguen yendo porque cuando eran más jóvenes escuchaban Justicia e iban cuando se decretaba en medio del programa de un momento a otro. Y están sus hijos, unos metros más adelante, que adolescentes aprovechan la fiesta sorpresiva en un día de semana.

Están los que iban a la explanada de Océano cuando La Bajada duraba unas pocas horas, durante el horario de Justicia y terminaba con el comienzo de Segunda Pelota. Cuando ni siquiera tenían parlantes hacia la calle. Los que entienden que la camisa tiene que ser colorida para celebrar que se ha decretado el fin del año de trabajo hasta marzo. Los que tienen el gorro azul, blanco y rojo con la leyenda “Cumbia Nena para Todos”. Están los que empezaron a ir cuando el fenómeno se hizo más popular. Cuando llenaron el Parque Rodó en la primera Bajada post Océano, cuando anunciaron que llegaban a Urbana. Los que fueron en 2021 con las dos vacunas y colapsaron el sitio de venta web para conseguir los tickets de ingreso.

Mi principal temor todos los años es que la gente no vaya. Ese es mi miedo. Al momento que veo que empieza el mar de gente, ahí me quedo tranquilo. Entiendo que es como un fuego que lo inició la gente, una chispa que arrancó y la gente fue arrimando un papelito, una piña. Es un fuego que es controlable, lo que tenemos que hacer es controlarlo entre todos. Creo que la gente que va entiende que el autocontrol y la autorregulación son claves, que si no nos regulamos entre todos, no puede existir, porque no hay manera de controlar a 20.000 personas. Esperemos que no pase nunca, pero el día que la cosa se desmadre, se termina”, había dicho Cammarota en abril a El Observador

Lejos de ese temor del conductor, La Bajada se empieza a transformar en un ritual para una o más generaciones que vivieron la pandemia en su juventud y estuvieron dos años sin concurrir a eventos masivos por la política sanitaria. Como lo fue el Pilsen Rock o la Fiesta de la X para quienes hace 20 años esperaban esas fechas durante el año. 

Hay costumbres que Uruguay va incorporando. La noche de la Nostalgia, los descuentos en los shoppings, la noche de los museos o de las librerías. Las celebraciones al mediodía el 24 de diciembre o el asado del 1ero de Mayo. Y ahora parece que esta celebración, que nació de un programa y se gestó a partir de la autoconvocatoria de la gente, seguirá generando la ansiedad apenas empiecen los calores veraniegos, para que se decrete y que todo eso que no hiciste hasta ahora lo dejés para marzo.

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