Gonzalo Cammarota
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Gonzalo Cammarota: "Mi trabajo tiene una inseguridad permanente de '¿hasta cuándo va a durar todo esto?'"

El conductor habla sobre la importancia del juego en su vida, sobre el crecimiento de la figura de DJ Sanata, y sobre sus proyectos en radio y televisión
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14 de mayo de 2023 a las 05:05

La vida de Gonzalo Cammarota está repleta de eventos y situaciones que él mismo nunca se imaginó que pudieran pasar. Como aquella vez que abrió la puerta del estudio de Océano mientras su programa Justicia Infinita estaba al aire y se topó con el hoy flamante entrenador de la selección uruguaya, Marcelo Bielsa, que entró a la emisora urgido por un baño.

O lo que pasó con La bajada, ese evento que empezó como un chiste del programa y se terminó convirtiendo en una celebración multitudinaria y en un cierre extraoficial del año.

En la carrera de Cammarota la frase “era joda y quedó” se repite bastante seguido. Por ejemplo, con su alter ego DJ Sanata, que empezó sin pretensiones y ahora es un trabajo más para el comunicador, al punto que pocos días después de la publicación de esta entrevista se irá a España a presentarse en dos fiestas propias en Madrid y Barcelona.

Desde Europa tiene previsto también conducir el ciclo radial que encabeza desde hace ya más de veinte años, y del que es el único de sus fundadores que todavía sigue. El programa que ahora se emite en M24 no frena ni cuando Cammarota se va de viaje o de vacaciones, tal es su cariño por el ciclo y por el medio.

Porque para él es un juego. Y jugar es algo que atraviesa toda su vida. Le llevó un tiempo darse cuenta, pero ahora lo sabe. Jugar implica cambiar para no aburrirse, pero también deja la puerta abierta para el tedio. Jugar implica entretener a otros, generar grupos, compartir alegrías. Y compartir, a secas, como sucede desde hace cuatro temporadas en PH: podemos hablar, el programa que conduce en Canal 4.

Y sobre el juego, el aburrimiento y el cambió habló Gonzalo Cammarota —también concejal vecinal, escritor y ocasional streamer— en esta conversación con El Observador.

¿Volvés a pensar alguna vez  en ese momento en el que dijiste “sí” a hacer radio cuando te invitan tus amigos?

Yo suelo decir que sí a cualquier demencia. Entonces cuando vinieron Carlos (Tanco) y Salvador (Banchero), me mandé. Siempre me tiró la cuestión del entretenimiento, me guía un poco. Me pareció que estaba bueno y durante un par de años estuve ahí, como en un limbo, porque teníamos ese proyecto que estaba circulando, y yo estaba con mi carrera de Psicología y tenía un boliche. Hasta que en un momento surge la radio. Al principio era como un juego, y después me sentí cómodo, me entró a gustar. A los seis meses de estar en radio estaba trabajando para todos los programas de Sarandí, aparte de en Justicia. Mi vida era estar en la radio todo el tiempo. Demoré unos meses en darme cuenta de que era donde quería estar, pero al final me tiré al agua, me sentía súper seguro de lo que estaba haciendo. Y la cosa se fue dando, vivo de esto desde el año 2001.

Me lo nombraste recién y te quería contar por la cuestión del juego. Está muy presente en todo lo que haces.

Me di cuenta después de eso, conectando cosas en un momento de reflexión bastante oscuro. Pero sí, el juego es algo que está muy presente en mi vida. Tanto jugar con otros y a veces jugando solo también. Tengo muchos recuerdos del juego. De chico jugaba mucho, mi refugio era el juego, a veces creo que también servía para aislarme de situaciones que no estaban tan buenas. Después mi pasaje por la Asociación Cristiana de Jóvenes está tremendamente ligado al juego y a la recreación. Una de las cosas que más quería en mi vida durante mi niñez era ser líder. Cuando me invitan a hacer el curso de líderes fue uno de los momentos más felices de mi vida, porque era algo que anhelaba. En esa época te tenían que invitar, y las categorías de edad estaban muy establecidas. A mis amigos de toda la vida los pasan a los juveniles, y a muchos de ellos los invitan a hacer el curso de líder. Y a mí me dicen que sentían que yo no estaba maduro, que si yo quería podía pasar a juveniles, pero que ese año no iba a hacer el curso. Y yo tenía mucho miedo de que si pasaba a juveniles se olvidaran de mí. Entonces decidí quedarme un año más, básicamente me separé de todos mis amigos para hacer ese bendito curso de líderes, que fue un momento divino de mi vida, que lo recuerdo con mucho amor. Y me encantaba hacer juegos para los campamentos. Y después vino la radio. El juego para mí es entretenernos, divertirnos, y en ese entretenernos y divertimos nosotros, enganchamos a los otros. Hay una cosa lúdica muy presente.

Gonzalo Cammarota

Y el juego tiene esa contraparte que es aburrirse. ¿Te aburrís seguido?

Sí. Pero lo que pasa es que yo estuve mucho tiempo solo de niño. En mi casa no les gustaba mucho que yo saliera a la calle a jugar. No es que vivía encerrado, pero aprendí a entretenerme solo en una época en que hacerlo era mucho más difícil que ahora. Leía mucho, me armaba mis juegos, mis mundos. Aprendí a aburrirme y a salir de esos aburrimientos también. Te diría que incluso la soledad por momentos es una necesidad grande que tengo, necesito momentos de estar solo y bajar mucho las revoluciones. Contrarresta mucho con todo lo otro que es una vorágine donde siempre están presentes los otros.

Y también el juego te permite cambiar las reglas y encontrar una vuelta para volverte a entretener.

Es que yo permanentemente hacía eso de ir cambiando, y después en Justicia se hizo algo muy común, nos aburríamos de cosas y las dejábamos. Con esto de estar tanto tiempo solo, le generaba vueltas de tuerca a mis juegos para divertirme. Por ejemplo, me gustaba el fútbol de cartones, y empecé a idear campeonatos, compra-venta de jugadores, le daba plata a los clubes, después me colgué con el básquet, entonces hice cosas de básquet, con cronómetro, inventé los aros. Iba generando cosas para siempre tratar de escapar a algo que me aburre y a lo predecible, lo ordinario.

Que por ahí en Justicia es donde se nota más porque también es el proyecto que tenés hace más tiempo.

Ha ido cambiando mucho, y también necesitás cambiarlo. Yo soy un amigo del cambio. Para mí sería peligroso que yo fuera igual que hace unos años, si pensara lo mismo. En algunas cosas sí, pienso igual, pero si me riera de lo mismo, o sintiera que tengo que hacer lo mismo, sería preocupante. Las actitudes transgresoras que de repente tenés a los veinte y pocos años, no es razonable que las mantengas con cuarenta y pico, cuando ya te pasan otras cosas en la vida, tu lugar en la sociedad y el mundo es otro también, también está bueno que vengan otros a hacer eso. Entonces Justicia ha ido cambiando porque es un programa de autor, no es un formato. Es lo que nosotros queremos. Y no le tenemos que andar dando explicaciones a alguien de lo que nosotros queremos hacer con nuestro programa de radio. Las cosas van cambiando, tenés que aceptar eso. El mundo cambia, las cosas cambian.

Justicia puede cambiar de radio, puede ir a Twitch, pero hoy la marca es más la gente que lo hace que el medio. ¿Lo ves así?

Hemos logrado resistir. Es la cuarta radio en la que estamos. Creo que logramos tener una marca muy fuerte, reconocida. El cimbronazo del 2021 (la salida de Urbana FM) fue una situación de mucha incertidumbre. Fue una prueba, pero con el equipo fuimos positivos, sabiendo que íbamos a salir adelante. Empezamos a pensar en algo por streaming aunque no somos nativos de eso. Pero no era la primera vez que teníamos estos reveses: cuando nosotros nos vamos de la 91.9 yo dije, “terminaremos haciendo radio con dos vasos y una piola, pero esto es lo que queremos hacer”. Cuando entramos a descubrir la potencialidad del streaming, ahí es que surge la posibilidad de M24, y es un lugar donde trabajamos con una gran comodidad y pudimos generar una alianza donde creo que nos estamos alimentando mutuamente. Llegamos a una radio que manifestó que necesitaba cambiar, y ahora están apostando a las cámaras, eso ha multiplicado la llegada que tenemos por esa vía porque hoy la radio como tal desapareció, tenés que hacer todo. Nosotros hoy estamos emprendiendo este camino que también es un juego porque es aprender todo un nuevo lenguaje.

Justicia Infinita ya tiene más de 20 años, ¿en algún momento se plantearon terminarlo?

La radio es una manera de comunicar que me encanta. Me voy de viaje, me voy de vacaciones, y me divierte seguir haciendo radio, me encanta estar comunicado así. Y el Twitch es una cosa fantástica, porque es un diálogo con cientos de personas a la vez. Es como una radio mejorada, con poquito haces un montón de cosas. Entonces, me siento súper cómodo con eso. Capaz algún día decido apartarme de los medios, ir a un campo, pero no imagino que me pase. Si mañana Justicia se convierte en un programa de jazz, no tendría problema, porque como lo siento tan mío y tan de los que lo hacemos, y en definitiva es estar entreteniendo, comunicarte con el otro, está buenísimo. No tengo razón ninguna para pensar que haría algo así. Si mañana no fuera rentable, lo hago en mi casa. No tengo problema.

Has tenido, a lo largo de la historia del programa, episodios como el escándalo que hubo con por un chiste del personaje de Julio César Migues. ¿Cómo te acercas hoy al humor?

Me he vuelto más empático. Durante mucho tiempo, nosotros éramos haters. Con los años te vas dando cuenta que la gran mayoría de las personas hacen lo que pueden. Con el humor hay muchas cosas que he ido dejando de lado porque ya no me divierten, pero con Migues me tomo un montón de licencias, aunque siempre enfocado en que si le voy a pegar a alguien, voy a pegarle al que está arriba. Pegar para abajo es bullying. He tratado de agarrar hasta con un costado más naif del personaje, como que es un viejo choto que dice cosas que se le escapan, pero también es como un juego, es jugar a ser otro. Yo no estudié nada de actuación, pero hay algo ahí que me pasa que es increíble. Si vos me das un texto ahora como para que lo diga Migues, yo lo miro y hay cosas que no las puedo decir porque o tienen nada que ver con él. Es como un juego de rol, que en mi época de facultad jugaba. (Ndr: se detiene para pensar, se da cuenta de algo). Nunca dejé de jugar. Y eso sí que era jugar, que belleza. Fui game master, director del juego. Tengo libros y cajas de Advanced Dungeons & Dragons, jugábamos Dragonlands, Ravenloft. Jugábamos los sábados todo el día y los viernes de noche me quedaba armando las historias.

Volviendo al humor, yo me siento cómodo y libre. Es necesario permitirse reírse de las cosas de la vida, hasta de las más trágicas. El humor nos salva realmente, en eso tiene razón Gustaf. Pero estamos en una época que es todo tan mediático, que te hago un chiste para cinco personas, una lo filmó y lo ven decenas de miles de personas y yo tengo que salir a pedir disculpas, a aclarar, porque el chiste no era para que se hiciera público. Va a haber que aprender a gestionar eso, tampoco podemos vivir con una persecuta permanente porque hay gente que está todo el tiempo esperando el mínimo tropezón para pegarte. Twitter prácticamente lo abandoné porque es imposible.

¿Qué es hoy para vos DJ Sanata?

Es rarísimo. Por un lado es un trabajo que está buenísimo, adoro hacerlo. La alegría que se genera es impresionante y además participo de eventos que son siempre divertidos, como las fiestas que organizamos nosotros o casamientos. Yo con el stand up nunca quise pisar los casamientos, para mí era algo sagrado, no quería esa responsabilidad de ser el que va a contar chistes. Con Sanata es todo lo contrario, es la posibilidad de estar en un momento donde la felicidad es todo, un casamiento es el evento alegre por excelencia, y vos vas ahí a potenciar eso, me fascina. Y es como que está también eso de que no sé dónde va a terminar. Ya es un hecho que la gente se divierte, ya a esta altura es indiscutible, pero siempre te viene la inseguridad. Mi trabajo tiene una inseguridad permanente de “¿hasta cuándo va a durar todo esto?” Pero bueno, la vida es así, todo es finito. Aunque esto, a diferencia de otras profesiones, otras actividades, es mucho menos estable. Siempre estoy esperando el momento que la gente se aburra. Es una profesión donde un día la gente se va a aburrir de vos, la gracia que he ido encontrando es cambiar, tratar de no ser tan predecible, de sorprender con otras cosas y por otros lugares.

Y en paralelo a Sanata, creció La bajada, que también trascendió a Justicia, un montón de gente que va nunca debe haber escuchado el programa. En algún momento, ¿te dijiste “esto ha crecido demasiado”?

Mi principal temor todos los años es que la gente no vaya. Ese es mi miedo. Al momento que veo que empieza el mar de gente, ahí me quedo tranquilo. Entiendo que es como un fuego que lo inició la gente, una chispa que arrancó y la gente fue arrimando un papelito, una piña. Es un fuego que es controlable, lo que tenemos que hacer es controlarlo entre todos. Creo que la gente que va entiende que el autocontrol y la autorregulación son claves, que si no nos regulamos entre todos, no puede existir, porque no hay manera de controlar a 20.000 personas. Esperemos que no pase nunca, pero el día que la cosa se desmadre, se termina. Nosotros hacemos todo lo posible para que eso no sea un descontrol, pero lo principal es el compromiso que tiene la gente de cuidarlo. Y viene funcionando, me pone muy contento que se haya generado todo esto. También soy bastante inconsciente, porque es una fiesta con particularidades que la hacen complicada.

¿Por qué PH funciona como funciona y ha llegado a una cuarta temporada? ¿Qué razones encontrás?

Logramos generar un ambiente de confidencialidad, de confianza, de comodidad con los invitados donde buscamos que la gente vaya y pase bien. Quizás por mi pasaje por la Facultad de Psicología y por mi gusto especial por el psicoanálisis, encuentro que la gente habla cuando se siente cómoda. Sí, también hablas si te obligan, pero yo soy un conductor de televisión, no Gavazzo. Entonces mi principal objetivo es que la gente pase bien. Estamos en un medio donde muchas de las personas mediáticas no necesitan dar una nota, entonces si vos vas a pasar mal en un lugar, no vas. No es como Argentina, donde es un medio tremendamente competitivo, donde si no estás en la pantalla, desaparecés, la gente se olvida de vos. Acá también se pueden olvidar de vos, pero yo pasé años sin estar en televisión y la gente me decía “vos sos el de la tele”.

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