El bloqueo de Estados Unidos al gobierno de Fidel Castro comenzó en octubre de 1960. Desde entonces, Cuba sufre serias deficiencias económicas que se agravaron con la implosión de la Unión Soviética.

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La caída del ministro de Economía cubano expone la fragilidad de la isla

La destitución de Alejandro Gil deja al gobierno de Miguel Díaz-Canel en suspenso para aplicar el freno al aumento de los combustibles y nivelar las cuentas públicas
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13 de febrero de 2024 a las 05:02

Alejandro Gil Fernández estuvo al frente del ministerio de Economía de Cuba desde 2018. Sin embargo, los planes de recuperación no prosperaron. Entre ellos, la llamada “Tarea ordenamiento” de 2021, que puso en marcha el fin de la doble moneda –peso cubano y dólar- y una revisión de los precios.

El resultado fue el aumento de la inflación y la profundización de las migraciones. Hace 10 días, el presidente Miguel Díaz-Canel lo destituyó. Cuba afronta una emergencia alimentaria, el desmantelamiento de sectores estratégicos como la producción de azúcar, y un déficit fiscal de 18.5 %.

La hermana del ex ministro es María Victoria Gil, una popular presentadora cubana de televisión durante casi tres décadas que se asentó en Tenerife, España, y dialogó con El País de Madrid.

Según ella, su hermano fue el encargado de dar las peores noticias de los últimos años. Aun así, Díaz-Canel lo felicitó el 6 de febrero pasado por su cumpleaños número 60. “Otro abrazo para Alejandro Gil Fernández, en su cumpleaños”, escribió el gobernante en X. Era el segundo abrazo que le enviaba, el primero fue días antes anunciando su retiro como ministro.

En 2018 Gil Fernández, procedente de Villa Clara, en el centro de la isla, cuya capital Santa Clara, es conocida mundialmente porque el comandante argentino cubano Ernesto Che Guevara, ganó una batalla que marcó el comienzo del fin de la dictadura de Fulgencio Batista a fines de 1958. Díaz-Canel también es de Villa Clara.

Díaz-Canel llegó a la presidencia en reemplazo de Raúl Castro en 2018 en dupla con Gil Fernández. Ambos, menores de 60, eran parte del cambio generacional y la esperanza de una recuperación económica del país que, desde hacía muchos años vivía del turismo y las remesas de los cubanos en el exterior enviadas a sus familias.

La caída de la Unión Soviética en 1991 implicó el fin de la compra del azúcar y de las ayudas económicas. Las reformas que comenzaron con Raúl Castro no resolvieron los problemas estructurales de la economía pero significaron un respiro con el nacimiento del incipiente sector privado, el cuentapropismo y cierta apertura a la inversión extranjera.

Cuba transitaba la reanudación de relaciones con Estados Unidos con la gestión de Barack Obama en la Casa Blanca. Pero fue frenada por Donald Trump.

 

Ante esas restricciones, a Gil Fernández le correspondió frenar las reformas comenzadas por Raúl Castro. Tras su salida, quien lo releva en el ministerio de Economía es Joaquín Alonso Vázquez, hasta ahora presidente del Banco Central de Cuba.

“El país en el 2018, comparado con el de 2024, tenía una mejor situación”, asegura Omar Everleny Pérez Villanueva, exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana.

“Cuba recibía casi cuatro millones de turistas, el poder adquisitivo de la población era más alto, no había dificultades con el combustible, el déficit fiscal era del 8% con respecto al PIB, se entregaba la canasta básica normalmente”, dice.

Gil Fernández dio su apoyo a la creación de pequeñas y medianas empresas, cuyo estatus legal data de 2021, pero eso no fue suficiente ante las restricciones del embargo que lleva más de seis décadas y tras el efecto devastador de los años de restricciones al turismo por el Covid-19.

La llamada “Tarea ordenamiento”, de 2021, pretendía sacar a Cuba del estancamiento con el fin de la dualidad monetaria, eliminando el peso convertible a dólar y, además, con una reforma de precios, salarios y jubilaciones. Tres años después, esos intentos no tuvieron éxito.

Del 2018 a la salida de Gil Fernández, en febrero de 2024, Cuba sufrió el efecto de la política de mano dura de la administración Trump y también sufrió una merma de la importación de petróleo venezolano y mexicano. Desde hace dos años, la crisis energética mundial llevó al anuncio de un aumento del combustible en Cuba en el orden del 400 al 500%.

Sin embargo, a fin de enero, las autoridades decidieron aplazar el aumento. La explicación fue que un virus informático había afectado los programas de las estaciones de servicio. Lo cierto es que, un salto de semejante magnitud en una economía centralizada hubiera significado un desorden de todos los precios e ingresos.

Junto con Gil Fernández también fueron destituidos otros funcionarios, como Manuel Santiago Sobrino Martínez, ministro de la Industria Alimentaria, y Elba Rosa Pérez Montoya, ministra de Ciencia.

A inicios de 2024, Raúl Castro exhortó a los funcionarios que no estuviesen capacitados a abandonar sus puestos: “Quienes, por insuficiente capacidad, falta de preparación o simplemente por haberse cansado, no estén a la altura que exige el momento, deben ceder su puesto a otro compañero o compañera dispuesto a asumir la tarea”, dijo el hermano del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.

Esa advertencia seguramente contemplaba la salida del equipo económico. Lo que aún no se sabe es cuáles serán las medidas de salvataje, cuándo se hará el postergado aumento de las naftas, la electricidad y el agua. En definitiva, no se sabe aún si Díaz-Canel tiene un plan alternativo.

Mientras tanto, a la espera de un nuevo plan económico, los cortes de electricidad y los faltantes de naftas en las estaciones de servicio resultan moneda corriente en la isla.

De algo más de 12 millones de habitantes, Cuba tiene, según datos publicados por Naciones Unidas, 1.757.300 migrantes, un 15,55% de la población. Se trata de un porcentaje de emigrantes medio: está en el puesto 144º de los 195 del ranking de emigrantes.

Muchos de los expatriados cubanos, con buena formación profesional o laboral consiguieron visas en Estados Unidos y otros países y envían parte de sus salarios a los familiares que están en la isla.

En 2019, significaron unos US$ 2.000 millones, enviados por casi 800.000 cubanos radicados en Estados Unidos. Al año siguiente, Trump congeló esos envíos como parte de las medidas para intentar voltear al gobierno de Díaz-Canel. Joe Biden, sin demasiado apuro, en 2022 flexibilizó esa medida, que no tiene costo fiscal para su país sino que se trata de un castigo abierto con justificaciones geopolíticas o ideológicas.

El gobierno cubano deberá transitar unos meses en los que las ayudas de otras naciones aliadas como Venezuela se ven complicadas por sus propios escenarios internos. Y, si falta un componente externo que tensa las expectativas en la isla, es la posibilidad de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca a principios de 2025.

El turismo, la principal fuente de ingresos se ve perjudicado en este contexto de fragilidad económica y de los servicios esenciales como la electricidad de los hoteles o la nafta de los autos de alquiler. Una mayor disminución del turismo sería una mala noticia para las arcas del estado cubano. Un shock económico a su vez, tensionaría la situación social de sus habitantes.

(Con información de agencias)

 

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