“Veinte mil leguas de viaje submarino”, de Julio Verne, fue la obra que en 1870 cautivó a Simon Lake, hoy conocido como el padre del submarino moderno. Su idea del viaje y la exploración bajo el mar se materializó en innovaciones que incluyeron los tanques de balastro, el compartimiento para el conductor y el periscopio. Su compañía construyó el Argonauta, el primer submarino que operó con éxito en océano abierto, 28 años después de leer la novela que lo inspiró. El invento que hoy se encuentra en el Museo de los Marinos tenía tres ruedas para moverse en el fondo de ríos, lagos y mares.
Si bien Julio Verne es famoso por su submarino de ficción Nautilis, el autor francés también fue un visionario del futuro del vuelo. El inventor del helicóptero moderno, Igor Sikorsky, se inspiró en el libro “Robur el Conquistador”, que leyó siendo niño, para diseñar el VS-300. El 14 de setiembre de 1934 el VS-300 se convirtió en el primer helicóptero en volar con éxito luego de su histórico vuelo amarrado.
Robert H. Goddard fue el científico estadounidense que construyó el primer cohete a combustible, al que lanzó con éxito el 16 de marzo de 1926. La fascinación de Goddard por el vuelo espacial se gestó luego de leer en 1898 “La guerra de los mundos”. Años más tarde, el científico dijo que la historia de H.G. Wells sobre una invasión marciana: “Se aferró fuertemente a mi imaginación”.
En 1914, H.G. Wells publicó “The world set free”, donde imaginó el surgimiento de energía atómica “artificial” en 1933, seguida por una guerra mundial devastadora y la eventual emergencia de un gobierno mundial pacífico.  El físico Leo Szilard leyó esta novela en 1932 y se inspiró en él para resolver, un año después, el problema de crear una reacción nuclear en cadena. El mismo libro lo llevó a encabezar campañas por el control en el uso de armas y el manejo pacífico e internacional de la energía nuclear luego de la Segunda Guerra Mundial.
En las décadas de 1930 y 1940, E.E. “Doc” Smith encantó a los lectores con su serie “Lensmen”, en las que relataba las aventuras futuristas de la Patrulla Galáctica. En una carta de 1947, el editor de ciencia ficción James W. Campbell informó a Smith que Directrix, el buque de comando que aparece en sus novelas, había inspirado a un oficial naval estadounidense a introducir el concepto de centros de información de combate a bordo de buques de guerra.
En 1942, el autor de ciencia ficción Robert Heinlein publicó un cuento sobre un inventor enfermo, Waldo F. Jones, que había creado una mano mecánica para ser operada remotamente. En la vida real, el manipulador de armas desarrollado para la industria nuclear a mediados de 1940 se llamó Waldos, en reconocimiento a la idea innovadora de Heinlein.
Martin Cooper, el director de investigación y desarrollo de Motorola, dio crédito al intercomunicador de “Star Trek” como su inspiración para el diseño del primer teléfono celular, a principios de 1970. “Eso no era fantasía para nosotros, sino simplemente un objetivo”, dijo Cooper.
Uno de los personajes literarios más famosos de principios del siglo pasado fue Tom Swift, un genio inventor que protagonizó varios libros juveniles de ciencia ficción. Uno de sus admiradores fue el físico de la NASA John Cover, quien llamó al arma de electrochoque que diseñó con el acrónimo de una de las invenciones ficticias de Swift: el Thomas A. Swift’s Electric Rifle, o sea, el Taser.
El científico de Apple Steve Perlman afirmó que la idea del innovador programa multimedia QuickTime surgió luego de ver un episodio de “Star Trek: La próxima generación”. En el mismo, uno de los personajes escucha al mismo tiempo múltiples piezas de música en su computadora.
“Snow Crash”, la novela de Neal Stephenson publicada en 1992, describe Metaverso, un mundo donde las personas interactúan entre sí a través de representaciones llamadas avatares. Philip Rosedale, inventor de la comunidad online Second Life, había jugado con la idea de mundos virtuales desde la universidad, pero atribuyó a “Snow Crush” el mérito de ilustrarle “una imagen convincente de cómo un mundo virtual podría lucir en el futuro cercano”.

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La ciencia ficción, musa inspiradora

Muchos de los innovadores detrás de inventos revolucionarios se basaron en mundos imaginarios creados por escritores y cineastas
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03 de junio de 2012 a las 16:06


Muchos de los innovadores detrás de inventos revolucionarios, como el teléfono o el helicóptero, se inspiraron en mundos imaginarios que solo existían en la ciencia ficción. Mark Straus, uno de los editores de Smithsonian.com, reunió diez inventos históricos que nacieron a partir de trabajos como Star Trek y La guerra de los mundos. 

Como escribió el famoso autor de ciencia ficción francés Julio Verne: “Todo lo que una persona puede imaginar, otra puede hacerla realidad”.

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