Por Martín Viggiano
Fueron 191 muestras de casi 40 bodegas uruguayas las que pasaron por las copas de profesionales y aficionados en dos semanas de degustaciones, organizadas por Juan Vázquez y Daniel Arraspide, para la realización de la segunda edición de la Guía de bodegas y vinos de Uruguay. A ciegas, consumidores con y sin título de profesionales de la industria dieron su juicio. Hubo cerca de tres minutos de tiempo por vino, y una ficha bien estructurada para abrir opinión, con números, sobre lo que ofrecieron las muestras a la vista, olfato y gusto.
El sistema de cata a ciegas encierra la ventaja de lo anónimo. Por más trayectoria o desempeño mundial que tenga tal o cual bodega con las muestras que inscribe al concurso, frente al degustador está la copa y el vino. Nada más. Eso de por sí convierte a la práctica en justa a la hora de la competencia, pero también en fascinante para el paladar. No hay nada que se interponga ante juicio. Son las sensaciones que despierta el vino. No hay nombres o trayectorias que empañen lo que realmente importa: el producto.
Con esa dinámica –una práctica altamente recomendada para amantes del vino- se realizó en el restaurante Onix, del hotel Palladium, y en el Corchos de Ciudad Vieja, la cata con equipos muy reducidos de degustadores (entre seis y ocho por noche). El jefe de catas, Arraspide, dividió los vinos con acierto. Separó, por supuesto, blancos, rosados y tintos, pero también lo hizo con cepas muy vinificadas en Uruguay, con variables como la franja de precio, por ejemplo. Así, hubo sesiones de Merlot y Pinot Noir, por ejemplo. Pero también de Tannat hasta $400 por botella, o Tannat de alta gama.
En la guía, de pronta publicación, el lector tendrá la posibilidad de ver un resumen del juicio de las catas, expresadas en cantidad de racimos. Será expresado en una escala de 1 a 5 racimos.
De la experiencia en el concurso (los organizadores nos invitaron a Valentín y a mí) rescato lo parejo de los vinos. Claro: hay cepas que en Uruguay cuesta producir, y otras, como el Tannat, que logran un nivel de expresión casi óptimo. De todos modos vale el ejercicio para saber que, dentro de las limitaciones del mercado local, y la desventaja comparativa con las etiquetas que llegan a Uruguay desde el exterior, los vinos de esta zona tienen mucho para ofrecer. Basta descubrirlo. Y para eso, qué mejor que sacar los prejuicios y dejar solo a la copa, el vino y vos. Salú.
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