La cuestión es entre oposición y resistencia

Comienza el 2020 con cambio de roles para los partidos y el respeto a la voluntad popular habla de las verdades convicciones democráticas

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28 de diciembre de 2019 a las 05:01

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Dos preguntas sobrevuelan el inicio del 2020: una es sobre cómo será Lacalle Pou como presidente y cómo funcionará la coalición multicolor; otra es sobre cómo será el Frente Amplio en la oposición.

Las respuestas se verán en los hechos a partir del 15 de febrero con una nueva Legislatura y fundamentalmente desde el 1º de marzo, pero hay señales sobre lo que se puede esperar.

Por el lado del gobierno, Lacalle Pou ha tenido una estrategia de alianza política sobre la base de coincidencias respecto a reformas y planes de gobierno. Detectados los puntos comunes en la plataforma de cada partido socio, el objetivo del nuevo presidente es avanzar sobre eso, en lo que hay acuerdo, para que todos los ministros, que son representantes de los partidos con representación parlamentaria, suscriban proyectos que cuenten con mayoría para convertirse en ley.

Diego Battiste

Si el plan del líder nacionalista funciona bien, la lógica parlamentaria debería ser para refrendar acuerdos hechos en el Consejo de Ministros o en reuniones del presidente con líderes de los partidos coaligados. El Parlamento sería un escenario de debate de alto voltaje, porque el oficialismo apunta a hacer reformas trascendentes y no ajustecitos, y la oposición frenteamplista no solo querrá defender lo que se quiere modificar, sino que tratará de aprovechar el caso para ganar protagonismo y ganar opinión pública. Pero no será como muchos legisladores esperan, que el Parlamento recupere un rol de articulador de acuerdos, porque eso implicaría que los proyectos no llegan con acuerdo suficiente en la coalición multicolor.

En el caso de la ley “madre” de reformas que va con carácter de urgencia, Lacalle Pou tiene un texto preliminar para considerar en el verano con sus socios, y lograr consenso antes de que llegue al debate legislativo, que es contra reloj.

Leonardo Carreño

El Presupuesto siempre tiene otra dinámica y cae en el ruedo de presiones múltiples dentro del sector público, pero el equipo económico deberá trabajar sobre la base de que precisa entendimiento entre blancos, colorados, cabildantes, independientes y el diputado del Partido de la Gente. 

El inicio de período mostrará si en los hechos todo sale como está previsto, y si los líderes dominan a posibles legisladores que no les gusta acatar instrucciones.

***

Para el Frente Amplio, la novedad no es estar en la oposición, sino en hacerlo tras haber sido gobierno durante 15 años.

¿Cómo será reclamar soluciones para la gente que no pudieron darse cuando se estuvo en el poder?

¿Será fácil criticar todo o se activará un reflejo de memoria sobre lo dificil que es satisfacer todas las demandas con recursos limitados y escasos?

Más que eso, la interrogante está en la actitud política que tendrá la izquierda, porque desde que se supo que hay cambio de gobierno hubo voces frentistas de convocatoria a “resistencia” a probables moficaciones legislativas.

Los resortes de la democracia implican esos roles, por un lado hay un partido o alianza de partidos que gobierna, y por otro lado están los de la oposición, no por caprichos de sus dirigentes sino porque fue el lugar en el que el voto de la ciudadanía los ha puesto.

El que gobierna no llega con una carta de crédito sin condiciones, no se trata de que tiene un cheque en blanco para gastar a su antojo. No; asume el poder político con un mandato popular que se fue redactando en etapas de una campaña electoral que derivó en un resultado.

Inés Guimaraens

Si el partido ganador llega con sus votos propios y por ende logra mayoría propia en el poder del Estado que tiene función legislativa, su contrato con el electorado será entonces su programa de gobierno presentado en campaña, puro y duro.

Si en cambio, el partido triunfante debió hacer acuerdos con otros para constituir esa mayoría necesaria para gobernar, el contrato será el mapa de coincidencias entre los socios, lo que en definitiva refleja una voluntad mayoritaria de la población.

En ese esquema, el que ha quedado relegado a la oposición no tiene una penalidad de quedarse quieto sino que tiene un rol muy importante, como controlador del oficialismo, como reflejo de la porción minoritaria del pueblo que no ganó, pero tiene derecho a hacerse oir y respetar. Y fundamentalmente, esa oposición estará construyendo día a día una alternativa de cambio para la próxima elección, en caso que el electoraldo entienda que hay que rotar otra vez el partido en el poder.

Pero, ¿el Frente se limitará a ser oposición y construir alternativa para 2024 o se tentará en armar “la resistencia” a los planes de Lacalle Pou y socios?

Una cosa es oponerse y otra es resistir. Lo último implica no aceptar que hay una mayoría que fue votada para gobernar, y con un programa que implica revisar y dar vuelta lo hecho por otro gobierno.

“Resistir”, en democracia, implica desconocer la voluntad popular.

Armando Sartorotti

Podrá entenderse en algunos casos, que el gobierno se aparta del contrato con los electores y ante eso, la gente podrá interponer un recurso de referéndum para que la ciudadanía se pronuncie sobre una reforma. Pero si el gobierno implementa lo que prometió, tal cual quedó claro en la campaña y forma parte de las coincidencias de los partidos coaligados, una acción de “resistencia” implica desconocer lo emanado de las urnas.

***

Los uruguayos votaron las nuevas cámaras y dieron mayoría a partidos que quieren adoptar medidas más duras contra el delito, transformar la educación (con un esquema Eduy21), bajar el gasto público, reformar las empresas públicas, hacer acuerdos de libre comercio, modificar los consejos de salarios, entre otras tantas medidas, y eso es lo que deberá aplicar el nuevo gobierno, para corresponder la confianza de la gente.

Al Frente no le gusta eso, y entonces, ¿qué hacer? Podrá criticar los cambios, argumentar en contra, proponer alternativas y apelar a instrumentos democráticos de contralor. Y si cree que eso es malo para el país, el tiempo le dará la razón y podrá reclamar el voto en 2024 para cambiar las políticas.

“Organizar la resistencia” es otra cosa.

El Frente Amplio demostró en el ejercicio de gobierno respetar la institucionalidad y la democracia, y ahora que le toca volver a la oposición tiene la responsabilidad de mantener la misma conducta.

Comienza el 2020 en el que habrá cambio de partido en el gobierno, pero unos y otros tendrán responsabilidades democráticas. El voto puso a unos en gobierno y a otros en oposición, y luego juzgará como cumplió su rol cada partido.

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