Por Abril Mederos, especial para El Observador.
Los habitantes de Cerro Chato, una localidad que conforma un trifinio entre los departamentos de Durazno, Florida, y Treinta y Tres a 250 kilómetros de Montevideo por la Ruta 7, se debatían por el año 1927 a qué jurisdicción pertenecería el pueblo. Tras debates, reclamos y cálculos políticos, la duda, que terminó en una votación entre vecinos, dio lugar a la primera contienda electoral con participación de mujeres no solo en Uruguay sino que en toda América del Sur.
Los comicios se realizaron el 3 de julio de 1927 y votaron un total de 356 personas de las 383 inscriptas, y de esta cantidad “más de cien eran mujeres; un porcentaje altísimo”, según narró a El Observador el historiador y miembro de la Comisión Histórica del lugar, Ike Lago. “Lo que le da valor al plebiscito de Cerro Chato es justamente que las mujeres votan de manera legítima, y, lo que es muy importante, colectiva”, dijo.
La historia marca que una brasileña radicada en Uruguay, Rita Ribera, fue la primera mujer en inscribirse al registro de votantes participantes del plebiscito de Cerro Chato. En tanto, las primeras dos mujeres en ingresar el voto a las urnas fueron Martina Fros, y Justa Jacinta Sánchez de Santana, cada una en una de las mesas de las dos comisiones que fueron asignadas para esa instancia. Así, esa votación marcó un antes y un después en la historia electoral del país y la región.
Ubicada sobre la Cuchilla Grande, la localidad de Cerro Chato atravesaba la ruta de comercio entre Montevideo y Brasil y servía de lugar de paso para los viajantes, por lo que fue volviéndose un lugar de circulación recurrente.
“A Cerro Chato no lo funda nadie”, contó Lago. Relató que el proceso de gestación de la localidad se remonta a mitades del siglo XIX, cuando el vasco Nicolás Miranda se muda al área con su familia e instala allí una pulpería en 1844.
El historiador explicó que “cuando la población empieza a instalarse lo hace arbitrariamente, en todas las direcciones”, y así avanzó sobre el territorio de todas las jurisdicciones “dejando al pueblo definitivamente dividido en tres”.
Así, el lugar comenzó a tomar una forma definida avanzado el siglo XX, y “los habitantes de Cerro Chato reclamaban a las autoridades que se lo declarara pueblo porque evidentemente lo era. Tenía escuela, ferrocarril, oficinas públicas, y demás”, destacó.
Tras los reclamos, la demanda fue atendida el 5 de agosto de 1926 cuando el Consejo Nacional de Administración, presidido en ese entonces por Luis Alberto de Herrera, resolvió realizar un plebiscito consultivo entre los habitantes de Cerro Chato para que manifestasen su opinión respecto a qué departamento debía pertenecer el pueblo.
Los derechos políticos de las mujeres en Uruguay se habían reconocido en 1917, y desde 1932 estaban habilitadas a votar en elecciones nacionales a partir de la promulgación de la Ley 8.927, un derecho que ejercieron por primera vez en las elecciones nacionales donde resultara electo el presidente Alfredo Baldomir en 1938, tras el cese de la dictadura de Gabriel Terra (1933-1938).
Sin embargo, años antes, el entonces ministro de Instrucción Pública Carlos María Prando fue quien propuso incluir a las mujeres en el decreto que reglamentaba el plebiscito de Cerro Chato. “Era un hombre muy instruido”, señaló Lago, y agregó que “su decisión se entiende en el marco de una fuerte difusión de las ideas de Luisi”, -en referencia a Paulina Luisi, socialista cuyas ideas feministas se estaban integrando al ámbito intelectual y gubernamental uruguayo-.
La motivación electoral del plebiscito para Herrera era obtener, de un pueblo de tradición blanca, más votos para el Partido Nacional. Esto se daba en un contexto en el que Treinta y Tres era un departamento simpatizante del Partido Colorado y, paradójicamente, quien reunía más habitantes en Cerro Chato, por lo que si ganaba Treinta y Tres iba a haber mayor cantidad de votos blancos que iban a poder neutralizar a los colorados en el departamento.
En ese entonces, se registraba que 672 personas residían en el área de Treinta y Tres, -lo cual significaba una mayoría absoluta-; 463 personas habitaban en el lado de Florida; y solo 94 en la parte de Durazno.
Esto provocó fuertes pujas cuando los habitantes de Florida decidieron votar por Durazno, lo cual desembocó en la abstención del voto de la mayoría de los habitantes de Treinta y Tres, quienes alegaban que esa alianza desvirtuaba la naturaleza y finalidad del plebiscito.
Así fue que, el 3 de julio, Durazno llevó las de ganar en los comicios, aunque los resultados nunca se oficializaron. Si bien Lago subrayó que “no se anuló, como suele decirse”, sino que se trataba de una instancia de carácter consultiva que quedó sin efecto. Cerro Chato actualmente conforma un trifinio que une y pertenece a los tres departamentos.
Este año se inauguró en Cerro Chato la Casa de las Primeras Ciudadanas Sudamericanas, museo interactivo financiado por el premio “Cosas de Pueblo” de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), y la colaboración de la Intendencia de Durazno. Su estreno contó con la presencia de la ministra de turismo Liliam Kechichián, el intendente de Durazno, y representantes políticos de todo el país. El edificio del museo es el mismo en donde se realizaron los comicios del 3 de julio.
La elaboración de todos los contenidos del museo quedó a cargo de la Comisión Histórica de Cerro Chato.
Aclaración: Una versión anterior a esta nota señalaba que junio fue el mes de la votación en Cerro Chato, cuando en realidad la jornada electoral ocurrió en julio de 1927. A los lectores y a los involucrados, las disculpas del caso.
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