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Flexibilización del Mercosur de Bolsonaro: ¿oportunidad o riesgo para Uruguay?

El Ejecutivo ha luchado en soledad para lograr una mayor libertad negociadora en el bloque

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14 de diciembre de 2018 a las 05:03

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Tabaré Vázquez entregará la presidencia del Mercosur a su par Mauricio Macri la semana próxima en una cumbre marcada por la incertidumbre acerca del futuro del bloque luego del primero de enero, día en el que Jair Bolsonaro asumirá el mando en Brasil.

Durante la campaña electoral, Bolsonaro planteó su intención de “flexibilizar” el bloque sudamericano, una idea que sostuvo las pocas veces en que habló del Mercosur. "Queremos que el Mercosur continúe pero con su debida dimensión (...) queremos tener libertad para volar más alto. Por ejemplo, Inglaterra salió de la Unión Europea, ¿por qué no hacemos negocios con Inglaterra y tenemos en parte que pedir la bendición al Mercosur?", dijo a principios de noviembre en una entrevista con la cadena Bandeirantes desde su casa en Río de Janeiro.

Un planteo similar había realizado su futuro ministro de Economía, Paulo Guedes, en una rueda de prensa en la que dijo que el “Mercosur no es una prioridad” y que Brasil “ha quedado prisionero de alianzas" que no le son favorables para su economía. 

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Las declaraciones de los futuros gobernantes brasileños son tomadas con “cautela” dentro del gobierno uruguayo, sobre todo porque aún no hay un cabal entendimiento de las implicancias de la nueva política de Itamaraty para el bloque. Fuentes de la Cancillería señalaron a El Observador que no hay “parámetros” para saber con exactitud a qué se refieren cuando hablan de "flexibilización", aunque destacan que hay dos opciones posibles: que Brasil se “corte solo”, lo cual entiende que sería negativo, o que permita que los estados parte negocien con mayor libertad y a diferentes ritmos pero dentro del paraguas del bloque, una propuesta que Uruguay ha defendido de forma incesante.

Las dificultades de que los vecinos se salgan del Mercosur fueron expuestas por la directora general para Asuntos de Integración y Mercosur del Ministerio de Relaciones Exteriores, Valeria Csukasi, semanas atrás ante un grupo de empresarios. “Si Argentina y Brasil salen del Mercosur nadie va a venir a negociar con Uruguay. Para lograr acuerdos comerciales sustantivos hay que ser duro en la negociación y para ser duro necesitamos a Brasil. ¿A quién se le ocurre que Uruguay puede serlo solamente parado delante de la Unión Europea o Estados Unidos? ¿A ustedes les parece?”, dijo.

En tanto, la posibilidad de negociar a “dos velocidades” ha sido planteada en más de una oportunidad por la Cancillería uruguaya, sin eco en sus socios regionales. Recién a fines de setiembre Uruguay consiguió en Argentina un socio para lograr esta flexibilización, cuando el gobierno de Macri envió una nota al Consejo del Mercosur a raíz del estancamiento en la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea.

Esta propuesta tampoco es nueva para Uruguay. En 2004 el gobierno de Jorge Batlle firmó un TLC con México sin la intervención del bloque, pese a que estaba vigente la resolución 32/00, que algunos interpretan como prohibitiva para negociar acuerdos por fuera de la organización, aunque un informe interno del Ministerio de Relaciones Exteriores señala que no existe impedimento legal para negociar sin el consentimiento del resto de los socios.

A fines de octubre, luego de saludar a Bolsonaro por su victoria, el presidente Tabaré Vázquez pidió “esperar” a que asumiera para ver qué actitud iba a tener hacia el Mercosur. “Es oportuno y precautorio esperar a que los acontecimientos hablen por sí mismos. No me atrevo a hacer futurismo con ese tema", dijo.

Lo mismo señaló el canciller Rodolfo Nin Novoa en la Cámara Española de Comercio un día antes de reunirse con el futuro canciller de Brasil, Ernesto Araújo. “Una cosa es decir cosas en campañas electorales, pero vamos a ver qué es lo que hace en la práctica”, manifestó y dijo que tenía “expectativas” de “poder influir en el pensamiento de los brasileños junto a Argentina y Paraguay de la importancia que tiene el Mercosur para todos”.

Pese a que el gobierno tenía “expectativa”, el próximo presidente brasileño no asistirá a la cumbre del Mercosur ya que no fue invitado por Michel Temer, por lo que Vázquez y Bolsonaro se verán las caras recién el primero de enero, durante la ceremonia de asunción a la que el presidente uruguayo viajará junto al canciller.

Los centímetros que separan el acuerdo con la UE

Cuando a fines del 2017 se decía que el acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea jugaba una carrera contra el tiempo o, de forma más precisa, contra el mojón de las elecciones en Brasil se estaba haciendo una advertencia sobre la volatilidad política de estos tiempos.

Llevó 20 años para que Argentina y Brasil pudieran estar en la misma página frente a la Unión Europea, pero la imprevisibilidad de un cambio de viento en el timón del Estado más importante del continente podía hacer peligrar esa necesaria armonía.

Con la victoria de Bolsonaro se hizo realidad el peor de los pronósticos y ahora los europeos ponen en duda que la demorada negociación vaya a parar a algún puerto. Hace diez días, el presidente francés aterrizó en Buenos Aires para asistir a la cumbre del G20 y todavía no había saludado cuando ya estaba diciendo que si la trayectoria del acuerdo ya venía complicada, ahora con Bolsonaro –proteccionista, opositor al multilateralismo y simpatizante de Donald Trump– la historia se pondría peor.

Que lo dijera Emanuel Macron levantaba sospechas. Francia ha sido uno de los principales obstáculos a este acuerdo por su lobby agrícola y, a diferencia de lo que pasaba hace dos décadas, ahora tiene unos cuantos nuevos socios en el este que apoyan su causa. Por eso sus declaraciones podían ser vistas en clave política: echarle la culpa a Bolsonaro, entreverar las cartas y patear la pelota para adelante, por lo menos un año más.

Pero la cuestión no es solo Macron. En el gobierno uruguayo vieron con preocupación que la canciller alemana Angela Merkel –indiscutiblemente la aliada más importante que el Mercosur tuvo en la UE para propulsar el acuerdo– también haya señalado lo mismo que su par francés. Merkel dijo en un encuentro con parlamentarios de su país que la llegada de Bolsonaro a la Presidencia de Brasil volverá más difícil la firma del acuerdo.

A juzgar por los europeos las negociaciones están algunos centímetros más lejos de los dos que vaticinó recientemente la embajadora Csukasi, jefa negociadora de Uruguay.

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