Recepción al presidente de Brasil, Getúlio Vargas, en junio de 1935. Luis Alberto de Herrera es el segundo por la izquierda, Getúlio Vargas está al centro y, a su lado, Gabriel Terra
Miguel Arregui

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La “Gran Depresión” en Uruguay: control de cambios, default y golpe de Estado

A 90 años del Crack de Wall Street y la Gran Depresión (II)
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23 de octubre de 2019 a las 05:02

A partir de 1930 la “Gran Depresión” alcanzó a Uruguay, un pequeño país de 1.700.000 habitantes que era el más igualitario y próspero de América Latina, junto a Argentina. 

La autoestima de los orientales andaba por las nubes, después de haber organizado y ganado la primera Copa Mundial de fútbol, en julio de 1930, como reconocimiento a sus triunfos en los Juegos Olímpicos de Colombes (París) 1924 y Ámsterdam 1928.

Ya a fines del siglo XIX, pese a los constantes tumultos políticos, Uruguay había logrado una alta riqueza relativa gracias al arribo masivo de inmigrantes de la Europa mediterránea y a una economía abierta, basada en el comercio exterior, y en la exportación de lanas, cueros y tasajo.

El envilecimiento del peso

La Gran Depresión que siguió al crack de Wall Street de octubre de 1929 hundió la demanda mundial de bienes primarios (commodities), deprimió los precios de los productos agropecuarios, la venta de lanas y carnes uruguayas cayó hasta 60%, algunos clientes cerraron sus fronteras y la importación de productos elaborados fue cada vez más difícil por la consiguiente escasez de divisas. 

El pago de las pensiones estatales se suspendió y hubo despidos masivos en las principales empresas del país. El afloramiento de tendencias autoritarias, y en particular la dictadura de Gabriel Terra iniciada en 1933, en buena medida fueron consecuencia de la crisis mundial.

La Gran Guerra iniciada en 1914 provocó depresión económica, por la caída del comercio internacional. Pero entre 1916 y 1918, restablecido parcialmente el tráfico mercante con Europa, el valor de las colocaciones uruguayas en el exterior aumentó 57%. El fin del conflicto en 1918 de nuevo provocó una severa depresión, además de deflación. Entre 1921 y 1923 los precios en promedio cayeron un enorme 19% debido a la escasa demanda interna.

La recuperación se inició por fin en 1924, con la normalización del comercio internacional, y la recuperación de Europa occidental y Estados Unidos. Pero el abandono del patrón oro en 1914 (convertibilidad de los pesos en el oro que servía de garantía) estimuló un descuido en las cuentas del gobierno uruguayo: un aumento de gasto sin financiamiento.

Entre 1925 y 1929 la deuda externa aumentó 22% debido a los créditos que tomó el Banco de la República para respaldar la cotización del peso, que todavía se situaba casi a la par del dólar. 

Pero la desvalorización del peso uruguayo ya era imparable en 1929, todavía antes del crack de Wall Street. El gobierno uruguayo emitía más billetes que lo que crecía la economía, y ya no pudo intervenir en el mercado de cambios por falta de reservas.

Control de cambios en Uruguay

Un debate decisivo, por su proyección histórica, se registró en 1931 en el seno de una “Comisión de Estudio sobre la Desvalorización de la Moneda” convocada por el nuevo gobierno del colorado Gabriel Terra, que se integró con personalidades de todos los ámbitos: desde el expresidente colorado José Serrato, hasta el legislador socialista Emilio Frugoni, pasando por Carlos Quijano, entonces un joven diputado del Partido Nacional.

El banquero Luis Supervielle propuso mantener la libre flotación del peso uruguayo ante el dólar y la libra. Frugoni defendió el regreso al patrón oro y a la convertibilidad del peso uruguayo, como forma de sostener el valor de la moneda y el poder adquisitivo de los salarios. Pero la mayoría de la comisión se inclinó por el control de cambios, entonces en boga. 

En Uruguay el control de cambios iniciado en 1931 se extendió por 43 años. Fue sólo una medida entre muchas otras que implicaron un viraje histórico devastador. Esa forma de racionamiento, y la fijación de precio distinto para la moneda al que determinaba el mercado, llevó a no pocos desastres. En el interín se destruyó el peso uruguayo, otrora estable y respetado, que en el último siglo se devaluó 38 millones de veces ante el dólar, una moneda de por sí mediocre.

Jubilaciones y pensiones se pagaban con atraso en Uruguay durante la Gran Depresión. Se redujeron los sueldos públicos y las pasividades, una forma de ajuste ortodoxo, y no por la vía inflacionaria, como sería de uso años después. (Más adelante se entendió que era políticamente menos oneroso reducir gastos, salarios y jubilaciones mediante la estafa inflacionaria, emitiendo billetes y echándole la culpa a comerciantes y especuladores por la espiral de precios).

De hecho, toda devaluación persigue bajar el gasto público en términos reales, o cambiar su dirección, pues se paga con billetes que rápidamente se desvalorizan.

Default y golpe de Estado

A principios de 1932 el gobierno declaró el default de la deuda externa, que recién se regularizó entre 1937 y 1939, dependiendo del país acreedor. 

La Gran Depresión se extendió en Uruguay entre 1930 y 1933. En ese lapso el producto bruto del país (PBI) cayó 33% (un porrazo aún peor que el padecido entre 1982 y 1984 y entre 1999 y 2002). Debieron pasar 17 años para que la economía recuperara los niveles de fines de la década de 1920. 

Esa fue una de las peores crisis que vivió Uruguay en su historia moderna, aunque las estadísticas de entonces, mucho más precarias que las de ahora, dificultan las comparaciones. (Quien tenga interés en más detalles sobre este tema puede consultar en este blog: “La desvalorización del peso y el auge de los ‘gobiernos fuertes’”, del 17 de enero de 2018).

La debacle económica y las divisiones políticas facilitaron el golpe de Estado, que llegó el 31 de marzo de 1933. 

El golpe de Terra, que contó con el respaldo de Luis Alberto de Herrera, líder del sector mayoritario del Partido Nacional, significó una reacción contra el poco eficaz Poder Ejecutivo “bicéfalo” que instauró la Constitución de 1918. Terra también quiso acabar con la influencia de los hijos de José Batlle y Ordóñez, quienes, pese a su escaso caudal de votos, pretendían el control del predominante Partido Colorado después de la muerte del gran caudillo en octubre de 1929. 

Próxima y última nota: El fin de la “Gran Depresión” y otros grandes bajones bursátiles hasta 2008

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