¿Con un Kaláshnikov integrado o con misiles? Las empresas chinas desvelan un extenso arsenal de drones militares, un campo en el que superan poco a poco Estados Unidos.
“Estamos convencidos de que con este producto los clientes nos contactarán rápidamente”, afirma sonriendo Shi Wen frente a su última creación: el CH-7, una enorme ala voladora de color gris, furtiva y de una envergadura de 22 metros -lo que mide una cancha de tenis.
Shi, ingeniero jefe de la serie de drones Caihong (“Arcoíris”) producidos por la compañía estatal CASC, se muestra bastante orgulloso de su impresionante prototipo, presentado por primera vez al público durante el salón de aeronáutica de Zhuhai (sur), que se clausura el domingo.
El aparato, expuesto junto a misiles y equipado con un tren de aterrizaje, podrá volar sin piloto a más de 800 km/h y 13.000 metros de altura. Su primer vuelo está previsto para finales de 2019.
Gigante del sector espacial, CASC también es conocida en el sector de los drones militares y tiene clientes “en una decena de países”, asegura Shi Wen a la AFP.
“Algunos países dicen públicamente que usan nuestros productos. Pero nosotros no lo confirmamos. Puesto que cotizamos en Bolsa” y la menor información puede influir en el precio del título, “ciertas cosas siguen siendo sensibles”.
“Los chinos producen una amplia gama de drones. Es un sector en el que verdaderamente parecen querer hacer grandes avances”, indica Steve Tsang, director del China Institute de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS, por sus siglas en inglés) de Londres.
“La exportación y el despliegue de estos aparatos les permiten mejorar el diseño, pues son probados en verdaderas situaciones de combate”, observa.
Así, el ejército iraquí aseguro haber efectuado al menos 260 bombardeos contra la organización yihadista Estado Islámico con la ayuda de un CH-4, un modelo de CASC que funciona muy bien en la exportación, informó la prensa china. En Yemen, los drones “made in China” del ejército de Emiratos Árabes Unidos habrían servido para atacar a un jefe rebelde.
Si bien Estados Unidos emplea frecuentemente los drones asesinos por su propia cuenta, se han mostrado reacios durante mucho tiempo a exportarlos, por miedo a que sean utilizados contra sus tropas en el extranjero o a que les copien la tecnología.
“China (ha tenido) la oportunidad de robarle el sitio a los estadounidenses. Los precios muy competitivos de los productos chinos también juegan un papel”
James Char
Experto en asuntos militares
“Esto dio a China la oportunidad de robarle el sitio a los estadounidenses. Los precios muy competitivos de los productos chinos también juegan un papel” importante, apunta James Char, especialista en asuntos militares chinos en la Universidad de Tecnología de Nanyang, en Singapur.
A causa de ello, incluso los aliados de Estados Unidos han recurrido a Pekín, como Jordania, a quien Washington se habría negado a venderle un dron. Una situación que llevó al presidente Donald Trump a aliviar en abril la legislación sobre venta de armas.
¿Demasiado tarde? En cualquier caso, China ya está vendiendo sus productos “a algunos países de Asia, de Oriente Medio y de África”, según Char.
Por su parte, las empresas privadas chinas empiezan a invertir sobre el terreno. “En Oriente Medio, la seguridad es un verdadero problema. Existe una necesidad real de drones militares”, explica Wu Xiaozhen, de la compañía, Ziyan. Su producto estrella: el Blowfish A2, un pequeño dron helicóptero de 62 cm de alto con un revestimiento ultrarresistente de Kevlar.
“Podemos agregarle una kalashnikov o una ametralladora. Se le pueden instalar diferentes armas, en función de los deseos del cliente”, explica Wu, directora de proyectos internacionales.
El Blowfish ya está siendo utilizado por Abu Dhabi y en la actualidad la empresa está negociando con Arabia Saudita y Pakistán, asegura.
“También queremos apuntar hacia los mercados occidentales. Nuestro producto es de gran calidad, fruto de la investigación y del desarrollo”, subraya Wu Xiaozhen. “No le tememos a la competencia de los europeos ni de los estadounidenses”.
Pero EEUU no se quedan atrás en el desarrollo de tecnología militar. El brazo de investigación del Pentágono reveló en setiembre pasado que invertirá dos mil millones de dólares para desarrollar inteligencia artificial con capacidades de comunicación similares a las del ser humano.
La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) informó que usará los fondos para unos 20 proyectos en cinco años, entre los que están en curso y otros nuevos, que elevarán el nivel de la tecnología de machine learning (aprendizaje automático), dijo el director Steven Walker.
“Estamos desarrollando múltiples proyectos de investigación destinados a transformar las computadoras, de herramientas especializadas a socios en la resolución de problemas”, dijo Walker, refiriéndose a la nueva generación de máquinas como “AI Next”.
“Queremos explorar cómo las máquinas pueden adquirir habilidades de comunicación similares a la humana y capacidad de razonamiento, y ser capaces de reconocer situaciones y contextos nuevos, y adaptarse a ellos”, dijo Walker en un comunicado oficial.
La presente generación de máquinas inteligentes y robots no se puede actualizar fácilmente cuando aparece una nueva tecnología, y los investigadores quieren que aprendan a hacerlo solas.
El nuevo equipamiento inteligente será diseñado para ayudar a acelerar el control de aprobación de seguridad, o la acreditación acelerada de los sistemas de software, dijo la agencia.
La mayor parte de las investigaciones de DARPA, completamente financiada por el Pentágono, se enfoca en tecnologías de combate, como drones cada vez más autónomos.
Otra aplicación podría ser el proyecto “Blackjack”, una constelación de múltiples pequeños satélites en órbita baja que se comunicarían entre sí y que serían capaces de hacer una cobertura continua para las operaciones militares.
“Vamos a estudiar, dentro de este programa, como podemos ayudar a los satélites a comunicarse entre sí y desarrollar un comportamiento de grupo”, indicó Walker
En base a AFP y Agence France-Presse
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