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La leyenda aurinegra sigue viva

Con un hombre menos, cuando el árbitro había marcado los minutos de descuento y comprometía la tabla Anual, Peñarol hizo otra vez el milagro
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05 de noviembre de 2018 a las 05:04

Cuenta la leyenda de Peñarol que sus hinchas tienen impedido retirarse antes de la cancha. El equipo y la mística de su camiseta, acostumbraron a su gente a esperar siempre el milagro. El legado de esa leyenda se fue transmitiendo de generación en generación.
Por imposible que resulte y cuanto más compleja sea la misión, la llama de la ilusión jamás se apaga. Y la leyenda sigue tan vigente. Derribando el paso del tiempo. Con un centro o una pelota aislada, con el último suspiro, sin aliento, sin esperanzas. Parece mentira pero es como que su gente sabe que Peñarol siempre tendrá una más. Su historia está plagada de cuentos increíbles. Ayer volvió a  sumar otra historia.

La mano venía mal para el carbonero en el Franzini. El primer tiempo fue preocupante. No le encontró jamás la vuelta al partido. Se chocó contra el muro violeta que se paró con un 5-2-1-2. Es más, empezó a padecer el juego porque Píquerez, atrás de los delanteros, comenzó a ser punzante.

Después que Viatri, en la única acción clara de Peñarol en el primer tiempo, estrelló la pelota en el palo, Defensor se puso en ventaja. Suárez puso a correr a Correa, fue al fondo, enganchó para adentro, remató y Carlos Rodríguez, en su intento por despejar, confundió más a Dawson.
La viola, con la ventaja, jugó su partido. Lo puso en el congelador. Sabía que la desesperación de Peñarol pasaba a ser un aliado. Aprovechó la confusión de su rival para transformar a Dawson en figura. Lo obligó una y otra vez. Con intervenciones notables como un remate de Suárez donde la pelota hizo un movimiento extraño y la sacó. Y otra donde lo tomó a pierna cambiada.

Peñarol se fue al descanso con la preocupación de que nadie tomaba la bandera. El Lolo Estoyanoff desaparecido, Canobbio inexpresivo, Gio González sin aportar desbordes y la pelota no le llegaba nunca a Núñez. Defensor le tapó las bandas y el equipo de López no sabía cómo entrarle.

En el complemento Peñarol salió dispuesto a cambiar su cara. Tomó el peso del juego sabedor de que se le iba la tabla Anual.
Su técnico esperó solo 10 minutos para meter mano en el equipo.

A la cancha el Toro Fernández y Maxi Rodríguez. Una clara apuesta a la potencia y al fútbol. Algo que el equipo había sufrido en el primer tiempo.

Y Peñarol sufrió una transformación. Se enchufó a la corriente que trasmitió Gabriel Fernández que empezó a empujar. A dos minutos de estar en cancha arrancó por izquierda llevándose todo por delante y obligando al golero Rodríguez a intervenir.

Con el doble 9 (Viatri-Fernández) el carbonero hizo llover centros en el Franzini. La defensa del local retrocedió y el resto del equipo acompañó. Y Defensor se metió solo en la cueva. No salió más, ni siquiera después de la expulsión de Guzmán Pereira a los 19 minutos.

El violeta se animó cerca de la media hora del segundo tiempo en una acción en la que Navarro se tiró y no pudo anotar. Y cinco minutos después sacando un tiro libre rápido en el que sorprendió al fondo mirasol.

Después se dedicó a defender la ventaja. Cinco en el fondo restando y desprendiendo de vez en cuando a Cougo. Muy poco.
Peñarol ya le había copado el territorio. Hasta que en el momento menos esperado, en un tiro de esquina de los siete que dispuso el aurinegro en el complemento, apareció la cabeza de Viatri. Casi invisible, en un mar de gente en el área, conectó e hizo imposible la estirada de Gastón Rodríguez.

Con el uno a uno, a ocho minutos del final, la gente empezó a jugar su partido. Empujó al equipo contra el arco violeta. Peñarol infló el pecho y fue. A riesgo de cometer algún error en el fondo, olvidando que tenía 10 hombres en cancha, que Gargano viene de un largo período de inactividad, pero sabedor de que Nacional ganaba en el Prado.

A un minuto del final el técnico Diego López ordenó el ingreso de Ignacio Lores por Gio González. Nadie entendía qué ganaba. Un minuto después el Lolo Estoyanoff se desprendió en carrera por la izquierda, lanzó el centro al segundo palo y ahí apareció Lores para darle el triunfo a Peñarol y la plena confirmación de que se quedaba como dueño de la Tabla Anual. Increíble pero real. La leyenda aurinegra sigue viva. 

 

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