Las palabras son importantes. Detrás de las palabras están las ideas, y detrás de las ideas están las cosas. Hoy se intenta cambiar las palabras para cambiar las ideas y la realidad.
En su notable novela distópica 1984, George Orwell describe un régimen totalitario que está desarrollando una nueva lengua (llamada en inglés newspeak, es decir neolengua) cuyo objetivo es volver imposibles los pensamientos contrarios a los principios del partido de gobierno, pensamientos que este considera como crímenes mentales. Para imaginar la neolengua, Orwell se basó sobre todo en las formas de expresión de los aparatos de propaganda de dos regímenes totalitarios de su tiempo: el nazi y el soviético.
En nuestros días, las corrientes progresistas de todo el mundo están forjando poco a poco un lenguaje que recuerda a la neolengua de Orwell. En efecto, el actual lenguaje "políticamente correcto" busca favorecer el pensamiento acorde con los principios del bando progresista y desalentar las expresiones contrarias a ese pensamiento. Se trata de una manipulación del lenguaje para manipular primero el pensamiento y en última instancia la realidad política.
En este artículo sólo podré presentar en forma muy somera seis ejemplos de la neolengua progresista, elegidos un poco al azar entre cientos posibles.
1. El uso de la expresión eufemística "interrupción del embarazo" en lugar de la palabra "aborto" busca evitar que la gente piense en el hecho obvio de que el aborto voluntario es la eliminación deliberada de un individuo de la especie humana.
2. La redefinición del embarazo, haciendo coincidir su comienzo con la anidación, en lugar de la concepción, tiene dos objetivos:
En el caso de la procreación natural, hacer pasar algunos abortos como anticoncepción: se crea un intervalo de unas dos semanas en el cual los efectos antiimplantatorios de diversas píldoras o dispositivos no pueden ser calificados como abortivos, dado que el aborto (según el punto 1) es la interrupción del embarazo, y el embarazo, según la nueva definición, aún no ha comenzado. Obviamente, lo que en realidad ocurre al impedir la anidación de un embrión humano es que se mata a un individuo de la especie humana en una etapa temprana de su desarrollo.
b) en el caso de la procreación artificial, permitir la manipulación de los embriones producidos in vitro, antes de su transferencia a un útero.
3. La nueva palabra "homofobia", que parecía significar simplemente miedo, aversión u odio a las personas homosexuales, hoy se aplica incluso a quienes dicen que las relaciones homosexuales son inmorales, postura filosófica o teológica que no implica ningún miedo, aversión u odio a las personas homosexuales, pero que, en virtud de la "corrección política", hoy suele ser calificada como un crimen de odio.
4. La postura, de simple sentido común, de los ciudadanos que buscan regular la inmigración en países con inmigración masiva, es calificada hoy habitualmente como "xenofobia", aunque de por sí no implica ningún odio ni desprecio a los extranjeros ni un desconocimiento de los derechos humanos de los inmigrantes ya acogidos en el país.
5. Las organizaciones provida son hoy calificadas como "antiderechos" por su oposición al aborto, porque antes la neolengua ha definido el aborto (¡perdón, la "interrupción del embarazo"!) como un "derecho reproductivo" de la mujer.
6. Los partidos políticos que sostienen coherentemente posturas provida y profamilia y están empeñados en defender la unidad, la soberanía y la identidad cultural de sus respectivas naciones son calificados hoy casi unánimemente por la prensa como de "ultraderecha" o "extrema derecha", aunque por lo general sus vínculos con el nazismo, el fascismo o incluso el franquismo oscilen entre muy tenues e inexistentes. Se les aplica con frecuencia la falacia de la "culpa por asociación": si un neonazi o ex neonazi vota por uno de esos partidos o milita a su favor de cualquier manera, entonces se dice que ese partido tienes raíces o vínculos en el neonazismo. Este criterio no suele aplicarse para calificar como "ultraizquierda" o "extrema izquierda" a partidos de izquierda que tienen o tuvieron algunos radicales entre sus militantes o simpatizantes actuales o pasados. Dos pesos y dos medidas…
Considerando todos estos ejemplos y muchos otros similares, es difícil evitar la conclusión de que la "corrección política" progresista busca negar toda legitimidad a posturas conservadoras razonables, que hasta hace muy poco reunían un amplio consenso en todo Occidente. Por ejemplo, se pretende descalificar, por "intolerantes" o "fundamentalistas", a todos los que tienen convicciones espirituales o morales conformes con la doctrina católica bíblica y tradicional.
Terminaré este artículo citando un texto del Papa Benedicto XVI que, aunque se refería a otro asunto, se puede aplicar análogamente a nuestro tema de hoy: "A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele… también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas." (Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la remisión de la excomunión de los cuatro Obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre, 10 de marzo de 2009).