Leonardo Carreño

La pandemia afloja y la coalición ataca

El gobierno tendrá que buscar una terapia de familia a tiempo completo

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13 de junio de 2020 a las 05:03

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Está Uruguay caso cero. Uruguay ejemplo de manejo y gestión de la pandemia. Uruguay sin cuarentena obligatoria y con libertad responsable. El ejemplo uruguayo ha recorrido el mundo. Por un cúmulo de razones que el tiempo se encargará de definir en qué medida y combinación fueron causales o casuales, estamos en un lugar privilegiado con respecto al covid-19. La gestión ordenada y veloz de esta administración, el trabajo realizado sobre todo en el sistema de salud en los gobiernos del Frente Amplio y el esfuerzo mancomunado que sumó la voz de la ciencia sin discusiones y el know-how de empresarios, determinaron un escenario que, si la naturaleza nos da una mano, nos permitirá pensar en un futuro complicado por la inevitable crisis económica, pero posible.

El covid-19 nos ha dado tregua pero mientras que el bicho aminoraba su avance en la banda oriental, la política partidaria comenzó de nuevo a ganar terreno con escándalos y escandalitos. La mayoría se ha generado en la propia interna de una coalición multicolor que hace posible la gobernabilidad pero que, de antemano, se sabía iba a inevitablemente complicarla. En las últimas dos semanas hubo remociones de todos los colores, anuncios de retiros y chisporreteos varios. Si bien todo esto era previsible, tal vez llegó antes de que la administración del presidente Luis Lacalle Pou pudiera siquiera sacar cabeza de una crisis que en su perfil sanitario viene bien, pero que recién empieza en el resto de los rubros.

La seguidilla de señores encantados con su nuevo puesto que metieron la pata, con mayor o menor gravedad, se vio algo difusa por la pandemia que ahora empieza a perder protagonismo, Pero ahora se ve desde todos los ángulos y con críticas que la oposición capitaliza rápidamente.

El background check, tan cercano a la cultura anglosajona, no ha llegado a Uruguay. O por lo menos, no ha llegado efectivamente. Los que sí siempre llegan, gobierne quien gobierne, son los recién instalados con el ego henchido y las defensas tristemente bajas. Recién acomodados en sus sillones de noveles jerarcas, largan disparates que han llevado a remociones sumarias.

Leonardo Carreño

Pasó primero con el nuevo presidente de la Corporación para el Desarrollo (CND), el abogado y empresario Miguel Loinaz, quien en entrevista con Búsqueda dijo que no trabajaba “full time” porque tenía que dedicarse a sus negocios y agregó que había instalado a su pareja en un escritorio en la CND para que le llevara los papeles de su actividad privada. Antes la había contratado (con un sueldo de $ 113.356 nominales); cuando lo alertaron de que eso no era legal optó por mantenerla cerca sin salario, “para manejar sus papeles privados y personales”.

Una semana después se fue otro jerarca, Gastón Bianchi, el vicepresidente de la Administración Nacional de Puertos, un capitán de navío que había sido postulado para el cargo por Cabildo Abierto. La venia que permitió su ingreso fue votada en el Senado el martes. Es decir, duró unas pocas horas en el puesto.

Esta vez el escándalo se disparó por una serie de dichos y críticas que dirigió en el pasado cercano contra una larga lista de personas: los actuales ministros de Transporte y Trabajo, las feministas en general, la Justicia y siguen nombres. Hago un resumen bien escueto: a Heber (su nuevo jefe) le “importan tres carajos los ciudadanos” y solo busca cambios “en su cuenta bancaria”, hay “poligrillos”, Mieres es un “roedor” y las feministas son “ballenatos”, “cachalotes”, “tocinos entrados en carnes”.

Nadie puede negar que el hombre opina sobre todo. Y que tiene un vocabulario algo perimido pero tan diverso como unívoca demuestra ser su mentalidad. No nos asombremos en Twitter cuando te tiran “callate vos, feminazi gorda/flaca frígida”. Ciertamente es una nadería frente a los “tocinos entrados en carnes, con higiene deficitaria e indomables modales”. Esas son las feministas para el señor Bianchi, descritas en un ensayo facebookiano titulado: “Del feminismo y de otras especies del género humano”.

Cabildo Abierto comunicó que propondrá un sustituto para el flamante vicepresidente de la ANP. El sector liderado por Manini Ríos realmente ha tenido mala pata con el manejo discrecional, ya no solo de las redes sociales sino de su libertad de expresión, que hacen sus algunos de sus candidatos y colaboradores.

Camilo dos Santos
El ministro Ernesto Talvi anunció su salida de Cancillería

Pero las movidas incómodas en la coalición no empiezan ni terminan en Cabildo Abierto. Esta semana se supo que Ernesto Talvi, canciller de la República y uno de los jerarcas de gobierno con mejor imagen producto de una gestión destacada durante la pandemia, anunció algo así como una salida del Ministerio. Digo algo así porque no se sabe a ciencia cierta cuándo se irá.

Talvi alegó que busca mayor protagonismo político y libertad de gestión de proyectos con los técnicos y jerarcas de Ciudadanos, su sector, pero su argumento no cierra del todo luego de que su nombre recorriera el mundo con loas sobre la gestión que lideró para devolver a sus países a extranjeros varados en Uruguay, además de traer a casa a cientos de uruguayos que estaban en todas partes del mundo. Es casi seguro que a Talvi le quedaba un año largo en la cuenta corriente de la simpatía de la opinión pública, así que si se va es por desentendimientos directos en su partido (léase Sanguinetti) y con el propio presidente Lacalle Pou. En este último caso la gota que derramó un vaso que no se veía para nada lleno fue la decisión de Talvi de no calificar a Venezuela como dictadura, desde su impostura como canciller, aunque como ciudadano de a pie ya había dado varios veces su punto de vista: es dictadura. Con lo cual, si eso le molestó a Lacalle Pou o si a Talvi le molestó que a Lacalle Pou le molestara no tiene demasiado sentido. Si usted se perdió en este intento de razonamiento, yo también.

La verdad es que en esta puja no solo pierde Talvi ni solo pierde Lacalle Pou; pierden los dos y con ellos un gobierno al que ahora la realidad post pandémica lo va a golpear no solo con los coletazos de la crisis que generó el covid-19, sino también con los enfrentamientos políticos de una coalición multicolor que se había mantenido más o menos disciplinada por efectos de la propia pandemia

Digamos que Talvi y el presidente asistieron a la primera sesión de terapia familiar. Veremos cómo sigue. En principio todo parece indicar que el canciller tienen más desavenencias con su familia cercana (los “otros” colorados) que con sus primos hermanos nacionalistas.

Los males de crecimiento son siempre una consecuencia lógica de nuevos gobiernos, sobre todo de nuevos gobiernos luego de 15 años de otros colores. El desafío es que estos escándalos y escandalitos no vacíen la cuenta corriente de la simpatía que se ha abultado en estos meses de buena gestión pandémica. Los 100 primeros días de gobierno mostraron un presidente sólido en la consideración de la opinión pública. Los que vienen no serán tan generosos, seguramente. Es hora de buscar una terapia de familia a tiempo completo.

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