La zona de la península
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Estilo de vida > ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

La península, el último bastión de un Punta del Este de otra época

La zona que rodea al Faro de Punta del Este se mantiene a nivel arquitectónico y presenta un panorama que se llama a preservar
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09 de enero de 2022 a las 05:10

Hay una zona de Punta del Este en la que todavía se pueden escuchar los pájaros. En la que todavía hay un silencio que parece de un pueblo del interior o de un balneario de otro estilo. No es ningún sector apartado; está a unas pocas cuadras del puerto, Gorlero, y de algunas de las playas más pobladas de esa ciudad. En la zona de la península, en su extremo, Punta del Este nunca pegó el estirón.

Es un barrio de casas y edificios bajos donde aún se preservan construcciones de comienzos del siglo XX, y que a pesar de que algunos de los edificios históricos han sido derribados y reemplazados por construcciones más recientes y menos valiosas a nivel arquitectónico, sigue preservándose relativamente incambiada y cohesiva. Una zona que no se ha expandido en altura como otras zonas del balneario, que protagonizan un boom de construcción voraz.

En buena medida, que la península se mantenga incambiada en muchos aspectos está asociado a reglamentaciones vigentes, que están vinculadas a la presencia en esa zona de la ciudad de uno de los puntos más icónicos de Punta del Este: su faro. Esa construcción impide que los edificios que lo rodean superen determinada altura, por lo que el skyline del balneario retiene una cierta estatura que se corta de una forma bastante abrupta sobre el final de la avenida Gorlero.

El director general de la Comisión de Patrimonio de la Nación, el arquitecto William Rey, consideró que la península es uno de los últimos grandes bastiones de la identidad de Punta del Este, mientras que otras zonas del balneario se han visto ocupadas por edificios modernos o donde sus construcciones históricas han sido derribadas para dejar lugar a obras nuevas que no cuidan esa identidad original.

Casas bajas, poca vegetación y una buena interacción con el mar

Parte de la identidad peninsular la determina el conjunto de edificios conformado por el Faro (el único edificio de la zona que ha sido declarado de valor patrimonial), la Torre Meteorológica que está en la plaza frente al Faro (que está siendo evaluada para ser incorporada a la lista de edificios patrimoniales y que tiene elementos de art decó en su arquitectura), la Iglesia de la Candelaria y un garage, también art decó, que está ubicado en uno de los vértices de la plaza.

Según Rey, “todo eso conforma una unidad muy especial, y a eso se suma que todavía hay casas de la primera mitad del siglo XX, que recuerdan a un tipo de turismo de otro tiempo, de otra época. Y por supuesto que la baja altura, la buena relación entre arquitectura y su terreno propio, y la relación con el mar, hacen que sea un lugar de mucha identidad para muchas generaciones. Cuando viene alguien que tiene más de 70 años y llega a ese sitio, lo sigue reconociendo como ese Punta del Este de toda la vida. Es muy bueno que haya áreas que están presentes en la memoria de varias generaciones. Eso habla bien de un lugar, de la identidad del sitio, y eso es lo que hay que trabajar”.

Otro Punta del Este

Atravesando las calles con nombres que remiten a la actividad marítima, en la península se encuentran obras de arquitectos como Jorge Herrán o de Joel Petit de la Villeon, con un uso de cerámica armada que remite a la vista al trabajo de Eladio Dieste. Hay casas que evocan estilos arquitectónicos de algunas regiones españolas. Es frecuente ver casas que emulan los chalets vascos, con su uso de la piedra y el ladrillo, un ala de la casa más larga que la otra y balcones en ángulo.

También hay otras que recuerdan a los cottages ingleses, otras donde la chapa y la madera son los elementos principales, y varias en las que se ven encofrados hechos con rolos de eucaliptus que les dan una textura particular. Hay algunas rarezas, como edificios con influencias árabes, pero sobre todo son esas que remiten a las arquitecturas regionales españolas las que se están perdiendo, explica Rey.

“La zona ha cambiado, hay arquitectura de distintos momentos. El boom de la construcción en los años 80 introdujo nuevas arquitecturas en esa zona, aunque debo decir que ese impulso tuvo un impacto muy grande sobre Punta del Este pero dejó también buenas arquitecturas, y esto es importante. El problema es cuando se producen grandes booms de la construcción pero lo que queda es masa edificada y no calidad arquitectónica. En aquellos años, a pesar de que también se hizo una arquitectura de mediocridad, también hubo ejemplos de arquitectura que se involucraron porque había todavía estudios que producían con preocupación y calidad, como los estudios Gómez Platero López Rey, o Estudio Cinco, o el del arquitecto argentino Álvarez. Hay ejemplos interesantes que quedaron de ese momento. Hoy es un poco distinto”.

Una de las obras más destacadas del estudio Gómez Platero López Rey en la península (y una de las más memorables del barrio) es Poyo-roc, una residencia ubicada entre la Rambla y las calles Capitán Miranda y El pampero. Construida en 1964, al igual que otras casas de esa zona, la fachada da hacia la calle paralela a la rambla, y es neutra, íntima. El lado que da hacia el mar, es abierto y expansivo. Rey la destaca como uno de los edificios más valiosos de la península, igual que La caldera, otra casa de ese estudio.

La casa Poyo-roc, de Gómez Platero López Rey

Otro de los rasgos distintivos de esa zona de la península es la escasa vegetación en las calles. Apenas algunos laureles y unas contadas palmeras crecen en las veredas, mientras que en los jardines predomina el césped. Es una zona con una relación muy directa, en cambio, con el mar.

A pesar de que predominan en ellas las casas particulares (lo que ayuda a su atmósfera silenciosa y recoleta), hay un sector de la península, en particular el más cercano al puerto, donde con el tiempo el tipo de ocupación ha cambiado, algo que preocupa a Rey.

“Una cuestión que importa en esa zona es que no se produzca una tercerización demasiado marcada, porque sobre el puerto se encuentran muchas viviendas que se han transformado en negocios, y una vez que eso pasa no vuelven a ser viviendas”, consideró el arquitecto.

Para evitar que eso suceda, propone que se establezcan estímulos para el mantenimiento de la vivienda, por ejemplo, apoyos en cuanto a los impuestos o a la construcción inmobiliaria para que esas residencias sigan manteniendo ese carácter. “Hay que evitar que lo que sucedió en el puerto no continúe hacia el fondo de la península, que se puede hacer si la Intendencia de Maldonado aplica esos estímulos, o por ejemplo, si se busca un permiso comercial para esa zona, que se aumente el pago de impuestos y contribuciones, mientras que si se mantiene como vivienda sean contemplativos y fomenten que lo sigan siendo”.

El estilo "chalet vasco" predomina en la península

De acuerdo al director de Patrimonio, hay dos formas en las que la zona puede cambiar para mal. “Una es que se pierda el control de las alturas y las densidades correspondientes, los factores de ocupación del suelo”.

La otra es que las residencias se conviertan en comercios. “Una transformación radical en ese sentido no es buena cosa. Los sitios que se tercerizan en exceso pierden carácter, pierden sentido. En el Patrimonio hay que tener mucho cuidado con esto, que en parte es lo que ha pasado en Colonia del Sacramento, donde esa península tuvo una cantidad de permisos comerciales y se perdió el sentido habitacional. Todo se transforma en una gran Disneylandia, que cuando estamos fuera del período estacional es un lugar muerto, un lugar casi lindando con lo desagradable”, dijo.

Un plan

El Faro de Punta del Este

Más allá de los cambios, la península se ha mantenido reteniendo un dialogo entre ella, la Isla de Lobos y la Isla Gorriti. Elementos que, de acuerdo a Rey, son componentes que no se contemplan habitualmente pero que, sin embargo, son fundamentales. A eso se suma la transformación positiva que generó en la década de 1980 la culminación de la Rambla, que permitió recorrer toda la punta, y que si bien estableció un cambio en la relación entre las casas y la costa, también permitió una democratización en el acceso a esa área del balneario. Un cambio que en su momento fue criticado, pero que permitió acceder a una zona que hasta ese momento había quedado separada del resto de Punta del Este, apreciarla y recorrerla.

Además del “factor Faro”, el hecho de que casi no haya playas en esa zona de la ciudad también ha ayudado a su preservación. Las playas de la península son pequeñas y rocosas, aunque hay algunas como El Emir que están entre las más buscadas por los surfistas. Eso, sumado a la presencia de algunos muelles que se han preservado durante décadas, le dan un lugar significativo al área. “También es real que el crecimiento del puerto, que es natural y lógico que así sea, puede también haber operado en una transformación del estado del agua en el lugar, pero no es un lugar de acceso masivo, lo que ha ayudado al carácter controlado en el uso y en la participación de la gente”, agregó Rey.

Más allá del mantenimiento de la península, el arquitecto señala que se hace necesario que el balneario genere un plan de ordenamiento que involucre al patrimonio como elemento central. No solo por esa zona, sino también por la presencia de otros edificios que requieren obras, como el de la Aduana Nacional ubicado frente al Puerto, que es Monumento Histórico Nacional y se encuentra “en muy mal estado”, a pesar de que sigue en funcionamiento.

Si bien la Comisión de Patrimonio nacional está trabajando en el proceso necesario para que otros edificios de la ciudad sean declarados como monumentos, como el de la Liga de Fomento de Punta del Este (ubicado en la esquina de la Rambla de la Mansa y la calle 31) y dos esculturas que están frente a él, un tótem y una obra de Pablo Atchugarry, son procesos que llevan tiempo. Según Rey “es necesario ir hacia un plan de Punta del Este, que tiene que incluir a los vecinos, a las fuerzas vivas, y que tenga en cuenta aquellos elementos que más identidad le dan al balneario. Y que son justamente su patrimonio histórico”.

El director de la comisión de patrimonio considera que en Maldonado “hay una valoración muy grande de los bienes que pertenecen al período colonial, e incluso de algunos que pertenecen al siglo XIX, pero Punta del Este tiene un patrimonio moderno muy importante a considerar, que se construyó en la segunda mitad del siglo XX y que tiene que ver con la obra de muy importantes arquitectos. Y hay que empezar a descubrirlas, a ponerlas en valor, a protegerlas”.

Si bien muchos de esos bienes no llegan a la escala como para ser considerados para entrar dentro de la protección de la Comisión de Patrimonio de la Nación, no dejan de ser valiosos a nivel departamental. Rey le ha planteado a la comisión local la importancia de identificar esos bienes significativos para la ciudad y para todo el departamento, poniendo como ejemplo el edificio Miguez, ubicado en la esquina de las calles 20 y 31, un edificio de la década de 1940 firmado por Armando Barbieri, que fue un hotel y casino, y que en las últimas décadas tuvo otras funciones, como la de ser un cine. “Hay que trabajar en la identidad de bienes de valor para Punta del Este y aumentar esa lista”, concluyó Rey.

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