La población mundial se reduce: ¿es una buena noticia?

La caída de las tasas de natalidad representa un cambio en la tendencia para el planeta, pero también es un síntoma de la desigualdad generacional

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05 de agosto de 2021 a las 15:18

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Sarah O’Connor, Financial Times

Cuando mi madre nació había menos de 3 mil millones de personas en el mundo. Cuando yo nací, había casi 5 mil millones. Y cuando yo di a luz a mi hija, había 7.7 mil millones. Puede que ella viva para ver el comienzo de una nueva era: el punto en el que la cantidad de personas en el planeta comienza a reducirse.

En algunos países, la pandemia ha provocado una disminución de los nacimientos de históricas proporciones. En España, nacieron un 20 por ciento menos de bebés en diciembre de 2020 que en el mismo mes del año anterior, la cifra más baja desde 1941 cuando comenzaron tales registros. Los nacimientos cayeron un 22 por ciento en Italia y un 13 por ciento en Francia.

No hay escasez de bebés en todos los países (algunos, como Alemania, han experimentado un miniauge), y puede que el impacto de la pandemia en la procreación resulte fugaz. Pero ha enfocado la atención en la disminución a largo plazo del número de bebés que las mujeres están teniendo más o menos en todas partes.

Casi la mitad de la población mundial actualmente habita en un país o área en donde la tasa de fertilidad a lo largo de la vida (el número promedio de bebés por mujer) se encuentra por debajo de la “tasa de reemplazo” de 2.1, el número que mantendría estable a la población. Incluso en el África subsahariana, donde la población sigue creciendo rápidamente, la tasa de fecundidad ha disminuido de 6.8 en la década de 1970 a aproximadamente 4.6. La más reciente versión del informe Perspectivas de la Población Mundial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 2019 predijo que el crecimiento de la población mundial se estabilizará aproximadamente en 2100, mientras que un artículo publicado por investigadores en The Lancet el año pasado predijo que la cantidad de personas en el mundo alcanzará su punto máximo en 2064, con 9.7 mil millones de habitantes, y disminuirá a 8.8 mil millones para 2100.

Muchos verán esto como una buena noticia para el planeta. El rápido crecimiento de la población ha contribuido a someter al medio ambiente a una extrema presión. Y, en los países en desarrollo, la disminución de las tasas de fecundidad suele estar relacionada con el hecho de que las mujeres tienen acceso a más educación y más oportunidades.

Mientras tanto, los países que luchan con cómo pagar y cuidar a su población en proceso de envejecimiento durante las próximas décadas pudieran permitir más inmigración de lugares que aún están creciendo. El artículo de The Lancet predijo que Nigeria será el segundo país más poblado para 2100, después de India. “Hay tanta gente en todo el mundo que quiere venir a Europa y a EEUU; simplemente podríamos dejarlos entrar”, comentó Joshua Wilde, un investigador asociado del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica (MPIDR, por sus siglas en inglés).

En cualquier caso, es posible que no podamos devolver las tasas de fertilidad a los niveles de reemplazo en los países ricos, incluso si quisiéramos hacerlo. Finlandia tiene una serie de políticas que ayudan a los padres a combinar la actividad laboral con el cuidado de los hijos, pero su tasa de fecundidad se mantiene muy por debajo de este nivel. “Hicimos un estudio de padres con hijos menores de 16 años, cómo combinaban el trabajo y la vida familiar, y nuestro mayor problema fue hacer un informe interesante porque todos estaban muy satisfechos”, indicó Anna Rotkirch, una profesora investigadora del Instituto de Investigación de Población de Finlandia. “Había esperanzas de que la verdadera igualdad de género aumentaría los niveles de fecundidad, pero si tenemos esta modalidad de dos carreras, de doble ingreso, tal vez la tasa de fecundidad promedio sea de alrededor de 1.5”, agregó. “¿Es eso, entonces, algo malo en sí mismo si la gente está feliz?”.

Dicho esto, no deberíamos celebrar la disminución de las tasas de fertilidad, independientemente de la causa. En algunos países, las personas están teniendo menos bebés de los que dicen querer. En Corea del Sur, donde la tasa de fecundidad está ahora por debajo de 1, las horas de trabajo son demasiado largas, la vivienda y la educación son demasiado costosas, y las madres carecen casi totalmente de apoyo. Erin Hye-Won Kim, una profesora auxiliar de la Universidad de Seúl, ha indicado que el mismo sistema que impulsó el rápido desarrollo de la economía ha puesto a la sociedad bajo presión: “Trabajar mucho y trabajar hasta tarde se volvió algo virtuoso”.

Una generación estresada no es algo que se deba celebrar, y no es un fenómeno exclusivo de Corea del Sur, aunque allí es particularmente grave. Cuando el Financial Times encuestó a jóvenes de todo el mundo a principios de este año, muchos hablaron de tener una profunda sensación de inseguridad provocada por la inestabilidad de trabajo y vivienda y el temor de que nunca podrían jubilarse. Algunos dijeron que no se sentían lo suficientemente seguros como para tener hijos.

El riesgo es que, a medida que los países comienzan a envejecer y a encogerse, estas dinámicas entran en un círculo vicioso, especialmente si los jóvenes ven que las políticas cada vez más se moldean en torno a las necesidades de las generaciones mayores más numerosas.

En Japón, donde la población comenzó a disminuir en 2011, las encuestas realizadas por Hiroshi Ishida, un profesor del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Tokio, han mostrado que los jóvenes están satisfechos con su nivel de vida actual, pero son “mucho más sombríos” en cuanto al futuro. Sachiko Horiguchi, una profesora asociada en el campus de la Universidad de Temple en Japón, ha comentado: “Ellos saben que no tienen mucha voz en materia de política, que las personas mayores tienen muchos votos, que las personas mayores se involucran en la política y que todo el dinero está yendo a esa generación”. Uno de los retos políticos definitorios de los próximos 100 años será satisfacer las necesidades de las poblaciones que están envejeciendo y, al mismo tiempo, garantizar que todavía haya esperanza y seguridad para los jóvenes.

No podemos controlar la cantidad de bebés que tienen las mujeres, ni deberíamos querer hacerlo. Pero, en muchos sentidos, tener un hijo es un acto de fe en el futuro. Si algunas personas no están teniendo los bebés que dicen querer, eso representa una señal de advertencia a la que debemos prestar atención, no una situación que debemos ignorar simplemente porque ya hay demasiados humanos en el planeta.

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