La presidencia de Trump enfrenta una segunda mitad volátil

Mueller y los demócratas están acorralando a una Casa Blanca bastante errática

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03 de enero de 2019 a las 14:27

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Como el fútbol, el primer mandato de la presidencia estadounidense es un juego de dos tiempos. En los primeros dos años, el presidente intenta dejar su huella en Washington y promulgar sus promesas. En los segundos dos años, la reelección se convierte en el objetivo. Solamente en este aspecto, Donald Trump se asemeja a los presidentes anteriores. En todos los demás, está abriendo su propio camino.

La presidencia de Trump ha sido un espectáculo vergonzoso que podría llevarlo a su destitución en los próximos meses (o su renuncia a cambio de inmunidad) o a su reelección en 2020. Al igual que Gran Bretaña, que enfrenta consecuencias tan extremas como un Brexit sin acuerdo y un segundo referéndum, EEUU se encuentra sumido en una incertidumbre radical. Dado que los demócratas han tomado control de la Cámara de Representantes y que la investigación sobre colusión con Rusia de Robert Mueller está llegando a su fin, la presidencia de Trump ahora enfrenta una volatilidad mucho mayor.

Su mayor punto de inflexión fue la "ola azul" demócrata en noviembre. Después de haber puesto en práctica todos sus trucos, incluyendo enviar tropas a la frontera con México, Trump no pudo evitar la derrota republicana en la Cámara de Representantes. Culpó a todos menos a sí mismo por una campaña que él aseguró que se tratara de cualquier cosa menos que una economía floreciente. Esa derrota ha reducido considerablemente su capacidad para intimidar tanto a amigos como a enemigos.

Como temen una mayor derrota en 2020, los republicanos están empezando a enfrentarse a Trump de una forma que tristemente estuvo ausente durante sus primeros dos años. La semana pasada criticaron su decisión de retirar las tropas estadounidenses de Siria y de reducir la presencia estadounidense en Afganistán, así como de provocar la renuncia de Jim Mattis. El secretario de defensa saliente es una de las pocas figuras en la administración Trump que goza de una confianza generalizada entre aliados y socios de EEUU. Algunos republicanos también han abandonado la lucha para asegurar los fondos para el muro fronterizo entre México y EEUU que desea Trump.

Ha mermado tanto el atractivo de Trump que ahora le resulta difícil reclutar a personas competentes para su administración, la cual está perdiendo personal rápidamente. La vacante más importante es la de un nuevo jefe de Gabinete de la Casa Blanca, después de la partida de John Kelly. Lo mismo puede decirse del ya débil equipo legal del presidente, ya que pocas firmas de abogados quieren arriesgar su reputación con un cliente que parece estar dirigiéndose voluntariamente hacia el naufragio.

Ahí radica el desafío más serio de Trump. Los demócratas están a punto de asumir el formidable poder de las presidencias de los comités de la Cámara. Esto les permitirá requerir documentos, incluyendo los registros fiscales de Trump, ofrecer inmunidad a testigos y organizar audiencias de corrupción a plena vista de todo el país. Tienen la intención de utilizar sus poderes al máximo.

Mueller también está acorralando a su objetivo. Parece estar listo para presentar una serie de nuevas acusaciones, que podrían incluir al hijo del presidente, Donald Trump Jr., y a su yerno, Jared Kushner. Y todo eso además de una serie de investigaciones criminales por parte de los fiscales públicos de Nueva York. En las últimas semanas, se clausuró la fundación benéfica de Trump, el director de finanzas de la Organización Trump se acogió a la inmunidad legal y su abogado personal se declaró culpable de haber violado la ley por orden de Trump.

Lo único que se asemeja a todo esto es la Casa Blanca de Richard Nixon durante las audiencias sobre el Watergate. La buena noticia es que la constitución estadounidense permanece intacta en gran medida. Los tribunales, los medios de comunicación y el electorado han estado haciendo su trabajo. La mala noticia es que Trump parece cada vez más aislado y errático. Y él no es el tipo de persona que retirará tranquilamente.

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