La religión en la escuela

En 1877 se había promulgado el decreto-ley de Educación Común, que puso en marcha la reforma educativa ideada por José Pedro Varela, el director general de Instrucción Pública nombrado por el dictador coronel Lorenzo Latorre. Dicha reforma impuso en Uruguay la escuela pública "laica, gratuita y obligatoria", creando un sistema educativo estatal fuertemente centralizado. Dado que la gran mayoría de los uruguayos eran católicos y que hasta 1919 Uruguay fue un Estado oficialmente católico, Varela, pese a ser anticatólico, tuvo que transigir, por lo que el decreto-ley citado permitió que se siguiera enseñando la religión católica en la escuela pública. Sin embargo, Varela y sus seguidores aplicaron esa norma de tal modo que la enseñanza de la religión católica en la escuela vareliana fue muy limitada desde el comienzo y luego fue retaceada progresivamente. Desde 1882 se limitó a 20 minutos diarios impartidos después de las asignaturas obligatorias; y en 1909, en el período batllista, fue suprimida totalmente, mediante la ley 3.441.

Casi veinte años después, dos autores elogiaron la labor descristianizadora del primer batllismo: "El niño, antes de Batlle, cumplía ciertas prácticas religiosas en la escuela [pública]… Contra estas prácticas reaccionó la tendencia francamente librepensadora del batllismo, que fue haciéndose camino en este país poco a poco, pero de manera tan segura y firme que puede afirmarse que hoy es nuestra república la tierra menos religiosa del mundo… Hoy, a ningún niño se le imponen determinadas creencias que solo podrán contribuir a deformar su espíritu"2.

Aún hoy, entre las naciones de tradición católica, Uruguay es una de las más descristianizadas. La práctica religiosa de los uruguayos es muy baja y su ignorancia en materia religiosa es con frecuencia abismal3. Desde el punto de vista cristiano es evidente que el alejamiento de Dios es la causa principal de los preocupantes signos de descomposición que manifiesta la sociedad uruguaya; por ejemplo, sus altas tasas de suicidios y de personas encarceladas y sus tasas bajas y decrecientes de matrimonios y de nacimientos. "Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles"4.

En Francia, el espejo en el que se miran los jacobinos uruguayos desde el siglo XIX, hoy hay un atisbo de reacción ante la gravedad del vacío espiritual y cultural creado por la educación laicista. En 2016 Matthieu Faucher, un profesor francés ateo, se atrevió a enseñar a sus alumnos sobre Jesús y la Biblia desde un punto de vista histórico y literario para tratar de paliar su ignorancia absoluta sobre una tradición religiosa que está en los cimientos de la civilización occidental. Pese a ser ateo, Faucher fue acusado de proselitismo religioso. En 2017 fue suspendido por las autoridades escolares y sufrió un traslado disciplinario; tras cuatro años y tres juicios, la Justicia le dio la razón.

La libertad de educación es un derecho humano fundamental, que abarca tanto el derecho a enseñar como el derecho a aprender. La responsabilidad de la educación de los niños es sobre todo de los padres. Estos deben gozar de una verdadera libertad de elección de escuela. Para muchos uruguayos la libertad de educación es hoy un principio teórico sin vigencia real. El sistema laicista no garantiza ese derecho, porque su supuesta neutralidad en cuanto a la religión y a la filosofía es imposible. Por ejemplo, no es posible brindar una educación moral filosóficamente neutra. La idea de que ciertos actos humanos son buenos y otros son malos depende de una determinada noción del ser humano y de la finalidad de su existencia. La escuela laica se empeña en la misión imposible de formar buenos ciudadanos sin transmitir una idea fuerte, clara y bien fundada de lo que es ser una buena persona.

A una familia cristiana de nivel socioeconómico bajo o medio que quiere dar a sus hijos una educación cristiana se le hace difícil pagar las cuotas de un colegio privado que imparta una educación de ese tipo. A menudo no encuentra otra solución que enviar a sus hijos a una escuela pública, en la que no pocas veces algunas materias (historia, literatura, filosofía, ciencias naturales, etcétera) son enseñadas con un espíritu hostil a la fe cristiana, o con tendencias ideológicas anticristianas. Algo similar les ocurre a ciudadanos que profesan religiones no cristianas. Hay en el mundo sistemas educativos que reflejan mejor los deseos de los ciudadanos en lo relativo a la transmisión de valores religiosos y morales. Ya es hora de que Uruguay comience a explorarlos.

1 Citado en: José Gabriel González Merlano, Varela y Vera. Dos visiones sobre la religión en la escuela, Tierradentro Ediciones, Durazno-Montevideo, 2011, p. 37.
2 Roberto B. Giúdice y Efraín González Conzi, Batlle y el batllismo, Montevideo, 1928.
3 Un expárroco de la Villa del Cerro cuenta que una vez, después de enseñar a adolescentes del barrio que en Navidad se celebra el nacimiento de Jesús, uno de ellos le respondió con incredulidad: "No puede ser. Ustedes los católicos siempre tratan de adueñarse de todo." 
4 Salmos 126,1.