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La responsabilidad empresarial que falla demasiado

Si bien una buena parte de los contagios se producen en lugares de trabajo, son también las generadores de trabajo y dinero

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14 de mayo de 2021 a las 22:32

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Todos pagamos precios altos por esta pandemia: individuos, empresas, Estado (gobierno, también). Algunos más que otros. La crisis derivada de la emergencia sanitaria le pegó fuerte a empresas grandes, medianas y chicas; como consecuencia muchas personas perdieron su trabajo, vieron reducidos sus ingresos o están en seguro de paro, que en abril volvió a subir después de unos meses de estancamiento.

Por eso, cuando se habla de libertad responsable, o como quiera calificarse a la decisión del gobierno de tomar medidas limitadas para bajar la movilidad, todos somos parte, independientemente de si estamos o no de acuerdo con la decisión de no cerrar todo para intentar que no se profundice ya no solo la crisis económica y social actual, sino también la que se viene.

El domingo del Día de la Madre hubo restaurantes llenos en muchos puntos de Montevideo. Llenos al punto de que no respetaban ni por lejos los protocolos establecidos por las autoridades, para mantener cierta distancia entre mesas y comensales. Uno de ellos terminó en las noticias y puede ser sancionado, porque alguien filmó un video que comenzó a circular por redes y Whatsapp. No fue el único restaurante que incumplió las normas ni mucho menos la única empresa que lo hizo. 

Hay rubros que han sido muy golpeados por esta pandemia y el del entretenimiento y turismo está entre los más afectados. Eso no es excusa para incumplir, como tampoco es excusa la crisis para explicar por qué una gran, mediana o pequeña empresa no cumple con los protocolos mínimos sanitarios que exige el gobierno uruguayo. Estamos hablando de alcohol, tapabocas, limpieza, distancia y no mucho más. El ministro de Trabajo informó que de los controles que han hecho, el 50% no cumplía con alguna de esas medidas básicas de cuidado.

Las empresas son parte de este puzzle por muchas razones, la más evidente de las cuales es la realidad de que una buena parte de los contagios se producen en lugares de trabajo. Son además las generadoras de trabajo y dinero. Hay muchísimas que respetan los protocolos y que se han visto fuertemente desafiadas monetaria y logísticamente para adaptar su operativa y equipo a las constricciones que impone el covid-19. 

Otras, tal vez igualmente desafiadas, se han olvidado de la famosa responsabilidad social empresarial, un concepto que no solo se aplica hacia afuera, sino también a la propia interna de la organización y más que nunca en momentos de crisis. Más allá de restaurantes inaceptablemente repletos, mientras que cada día mueren más de 50 uruguayos por este virus, hay cientos de empresas que no han hecho los esfuerzos suficientes -no siempre tan costosos- para intentar colaborar con la baja de movilidad y el cuidado del personal. 

El muy bajo porcentaje de personas que trabajan en home office, una modalidad que evita desplazamientos y contactos innecesarios, demuestra que hay mucho para avanzar. No se puede teletrabajar en fábricas ni en lugares con servicio directo al cliente ni en tantas otras actividades, pero todos conocemos decenas de personas que deben ir a la oficina a trabajar en una computadora haciendo lo mismo que podrían hacer en sus casas, tanto en el sector público como privado.

El agravamiento de la pandemia no ha influido para bien en esta variable. Según datos del INE, en noviembre del año pasado solo un 9,4% de los uruguayos trabajaba desde su casa. En diciembre, a medida que aumentaban los casos y la preocupación, subió a 11.3% (exhortación mediante). En abril de 2020 el 19.3% estaba teletrabajando. En enero de 2021 volvió a bajar a 9,3%. 

El teletrabajo tiene complicaciones para la empresa y para el empleado, pero a la hora de pensar en el bien común es una gran colaboración que podría incluir a muchas más personas. No todas las empresas pueden asegurar condiciones de trabajo mínimas para que el trabajador lo desarrolle desde su casa, aunque a veces esa condición sea solamente trasladar la computadora de la oficina a la casa del empleado. Otras han buscado soluciones más basadas en la creatividad y la organización que en la inversión directa de dinero, explicó para esta columna Fedra Feola, country manager de la organización Great Place to Work (GPTW).

En su último informe se concluye que las empresas con mejores condiciones de trabajo, en este contexto de pandemia, fueron las que invirtieron tiempo, cabeza y dinero en tres pilares fundamentales: cambio de infraestructura y layout de las oficinas, inversión en tecnología y mejora de la capacidad de liderazgo. “Esto es descentralizar la confianza, devolverle a la gente la capacidad de tomar sus propias decisiones, lo que redunda en una percepción positiva de lo que hacen todos los días en su trabajo, destapa la energía creativa, el sentido de unidad de los equipos y la chance de dar la milla extra”.

Son las mismas empresas que decidieron cuidar a su personal más allá de lo sanitario, organizando turnos, modos de trabajo y logísticas para lograr la mejor rentabilidad posible en tiempos difíciles, pero con el ser humano como norte. 

No solo algunas multinacionales fueron capaces de crear sistemas de teletrabajo y otras formas híbridas; muchas empresas nacionales lograron poner la creatividad y el ingenio para mejorar la salud y el bienestar. Hubo algunas que debieron cerrar sucursales enteras, y ya tenían un sistema de emergencia para sanitizar en la noche el local y poner en lugar del personal que iba a cuarentena a empleados de otras sucursales, que ya sabían que formaban parte de un equipo de backup. 

“Creatividad y liderazgo fueron esenciales y lo seguirán siendo”, comentó Feola, atributos ambos que también serán fundamentales para “la vuelta”, algo que ya se planea o se debería estar planeando, ya no solo por las medidas sanitarias sino también por las nuevas formas de trabajo que se instalaron.

Todo lo anterior es parte de una responsabilidad social empresarial que puede y debe rendir más y que no necesariamente debe afectar la productividad o al rentabilidad.  

 El 54,1% de las compañías encuestadas por la consultora Merce consideró que el trabajo remoto no afectó los niveles de productividad entre sus empleados. Además, el 16% cree que produjo un incremento. 

El que piense que falta poco y que ya no vale la pena avanzar en un esquema de este tipo, está equivocado. El mejor escenario, planteado por el ministro de Salud, Daniel Salinas, es que para la primavera haya suficientes vacunados para bajar mucho -aunque no totalmente- el número de contagios. Ojalá contemos cada vez menos muertos, hasta llegar a cero lo antes posible. En el camino, nadie debería lavarse las manos. 

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