Licenciada en Psicología Sandra Peris Paravicino, sandracarinaperis@gmail.com
Muchas veces los hijos sorprenden con preguntas como "¿por qué no puedo ser la novia de papá?", "¿cómo entró el bebé a tu panza?", o "¿por qué no puedo hacer pipí parada como mi hermano?"; o impactan con alguna conducta que no se sabe cómo manejar, como por ejemplo, el acariciar sus genitales o el interés por ver los genitales de otras personas.
Es un tema del cual, en general, no se habla, pero cuando aparece frente a los ojos, inquieta, atemoriza, y provoca cierta confusión, que deja sin saber cómo reaccionar.
Esa creencia que tenían las abuelas de que los niños no expresaban su sexualidad, no es verdadera. La sexualidad infantil se expresa de diferentes maneras, en distintas edades, desde el nacimiento. En dichas etapas, la energía sexual (libido), se organiza a través del cuerpo, de diferentes maneras. Y los niños, en cada una de estas etapas, obtienen aprendizajes y logros que les permiten desarrollarse como seres cada vez más autónomos. El tiempo de duración de cada etapa varía según los tiempos y ritmos de cada niño o niña, y dependerá de sus características e historia particular. El paso entre una fase y otra significa una pérdida y a la vez una ganancia en su crecimiento. Tener conocimiento sobre todo esto ayudará a tener una mirada respetuosa del proceso que está atravesando el niño.
La sexualidad siempre está asociada al placer y va desarrollándose en base a experiencias placenteras con el propio cuerpo.
Cuando el bebé nace, luego de los cuidados médicos, se lo pone al pecho de la madre. En ese primer contacto, no sólo satisface una necesidad (hambre) sino también despierta una zona que en los próximos meses le va a provocar mucho placer: la boca. Hasta los dos años, aproximadamente, la sexualidad se expresa a través de la boca. Cuando el bebé chupetea, obtiene la satisfacción de una necesidad, pero también la satisfacción de un deseo. Esta conducta con el tiempo se convertirá en un hábito que lo calma frente a situaciones de estrés o cansancio, y que le provoca satisfacción, por lo cual suele refugiarse en dicha conducta. Ejemplo de esto es el chupete o la mema.
A partir de los dos años, dependiendo de cada niño, se produce el destete. El destete, no solo implica el dejar de ser amamantado, sino también, el abandono del chupete, y de la mamadera. Esto implica una pérdida, pero también, una ganancia en crecimiento y maduración emocional.
La etapa que comienza aproximadamente a los dos años, es hermosísima, pero bastante más inquietante. Es la etapa de la enseñanza del control de esfínteres. El niño descubre que con la conducta de hacerse encima o retener (y hacer en el momento y lugar indicados) puede manejar sus afectos; logra preocupar a mamá y papá, hacerlos enojar mucho, ponerlos tristes o alegrarlos. También descubre que su cuerpo puede producir, y fantasea que lo que produce es muy importante. Por lo tanto se interesa por sus heces, juega con ellas, o con todo aquello que le recuerde o que asocie a sus deposiciones. En esta etapa comienzan las grandes preguntas sexuales, esas que no se sabe bien cómo responder. Esto se da, porque se despierta en los pequeños la pulsión por conocer. Es la etapa en la cual se los ve deambular desnudos por la casa, se esconden para hacer caca, quieren jugar con ella, o a veces, se da lo contrario, que se niega a hacer. Es importante manejar todo esto con tranquilidad, sin apurar sus procesos, y a su vez, sin provocar retrocesos. Esto significa, que si se decide quitarle los pañales porque ya no se hace, si vuelve a hacerse, no se puede volver atrás y poner los pañales nuevamente. Por eso es mejor esperar a que el niño o la niña estén realmente maduros para lograrlo. Todo lo que ocurre en esta etapa no alarma demasiado.
¿Cuándo asusta la sexualidad infantil?, cuando se asocia a lo genital. Y lo cierto es que de los 3 años y medio a los 6 años de edad, la principal preocupación y fuente de placer del niño son sus genitales. Es en esta etapa que descubre sus genitales, y también la diferencia entre niña y varón. A esta edad, el niño se pone sensiblemente curioso por todo lo que se refiera a lo genital. Algunos niños preguntan a sus padres, pero otros, automáticamente asocian una vivencia íntima o prohibida, por lo cual nunca preguntan. Estos son la mayoría. Sin embargo, en el encuentro con sus pares, con niños de su misma edad, expresan sin temor, sus inquietudes, y sus propias teorías respecto a la sexualidad. Sí, ellos tienen sus propias teorías respecto a la sexualidad, cargadas por fantasías, pero también por cosas que han visto o escuchado, que asocian con la sexualidad: el nacimiento, la concepción, el noviazgo, el matrimonio, ser madre, ser padre, diferencias entre niñas y varones. Y todo esto, a esta edad, lo asocian con sus genitales, y con la intimidad.
¿Y cómo expresan los niños todo esto? Las principales formas de expresión sexual infantil son el onanismo (o masturbación infantil), y el juego. Por lo general es en el contacto con otros niños de su misma edad, por lo tanto en la escuela, donde estas conductas suelen aparecer.
Entonces, dos chiquitos de 3, 4 o 5 años, pueden jugar a ser novios, mostrándose los genitales, porque en su fantasía eso es lo que hacen las parejas. O pueden intentar tocar los genitales del otro, o simplemente mirarse desnudos.
Lo principal que se debe tener claro: en estas actividades, el niño no pone maldad o mala intención, o suciedad ninguna, sino que son los adultos quienes con su reacción, muchas veces, imprimen de "sucio" o "degenerado", un acto que fue producto de la curiosidad o del juego.
¿Qué deben hacer los adultos frente a esto?
Por supuesto, estar alertas, y cuando algo de esto ocurre, tomarlo como una instancia de diálogo con el pequeño, que seguramente quiere saber respecto a las diferencias entre el varón y la niña, o respecto a las conductas íntimas de sus padres.
Indicarles siempre, que sus genitales son parte de su cuerpo, y que debe ser cuidado y protegido, que son una parte íntima de su cuerpo, y que no debe permitir que nadie lo mire o lo toque.
Es fundamental hablar abierta y respetuosamente con niñas y niños al respecto, ayudándolos a conocer y cuidar su cuerpo. No hay que angustiarse, ni horrorizarse, sino responder sólo lo que preguntan, hablándoles siempre con claridad y utilizando palabras simples, respetando sus procesos y escuchando cuáles son sus teorías respecto a la sexualidad.
A esta edad, sobre todo, se les puede enseñar a cuidar de su propio cuerpo con autonomía. Se les puede enseñar el valor de la intimidad.
¿Qué conductas son esperables a esta edad?
Las inquietudes respecto a la sexualidad, comienzan a surgir aproximadamente a los 3 o 4 años, dependiendo de cada niño.
La masturbación infantil es normal o esperable que ocurra entre los 3 y los 5 años, como respuesta a su crecimiento y al despertar de la pulsión de investigación y autodescubrimiento, que los impulsa a investigar sobre sí mismos y sobre los demás. A través de la masturbación el niño averigua características de su sexo, desarrolla fantasías acerca de su funcionamiento y tratará de explicar las diferencias sexuales y el origen del hombre. Las reacciones que los adultos referentes tengan en relación a esta conducta son sumamente importantes, para el normal desarrollo afectivo sexual del niño. De ello depende, por ejemplo, que logre una buena percepción de sí mismo, o una imagen negativa o sucia de sí mismo, lo cual determinará luego su desarrollo y su relacionamiento con otros, así como también su conducta social.
¿Qué actitud tomar frente a ella? en el momento, hacerle ver que todo su cuerpo es capaz de hacerle sentir sensaciones diferentes, y que no debe prestarle a sus genitales mayor atención que a otras partes de su cuerpo. Observar la conducta del niño, y responder a sus preguntas de forma clara y sencilla, atentos de contestar solo lo que el niño pregunta, sin abrumarlo con información que no necesita. Todo debe ser explicado de forma muy natural y clara, sin reírse o hacer comentarios inapropiados o innecesarios, que el niño no entienda. Todo lo que se le diga, y la reacción del adulto, va a ser determinante para su sano desarrollo.
La prohibición de la masturbación, puede por un lado, provocar una inhibición en el desarrollo de la curiosidad y ser un terreno fértil para posteriores neurosis e inhibiciones, pero, por otro lado, puede incrementarla como motivo de rebeldía contra los que interfieren contra ella. Es un riesgo que se desarrolle sin restricciones, por eso es responsabilidad del adulto desestimularla con naturalidad.
Se supone que a los 5 años, esta conducta ha desaparecido, o por lo menos ha disminuido y tiende a extinguirse. Cuando esto no sucede, se debe estar atento y analizar la situación.
Hay conductas que es bueno analizar. Por ejemplo, si en la casa está permitido permanecer en el baño con mamá, o con papá, o bañarse con ellos, esto se hace costumbre para el niño. Y puede que no respete la intimidad de otros, porque no está acostumbrado a hacerlo; no se le enseñó que la intimidad es importante.
En resumen, hay que estar siempre muy atentos ante los comportamientos de los pequeños, sin alarmarse ni horrorizarse, sino con el objetivo de acompañar su sano desarrollo. Seguramente, en el jardín donde concurre, hay personal técnico especializado que puede orientar. No hay que dudar en consultar ante cualquier inquietud, porque muchas veces, conductas que alarman, una vez que se analizan, se ve que no son más que la sana expresión de la sexualidad infantil. Y el simple hecho de entenderlo, tranquiliza y ayuda en la hermosa tarea de acompañar y sostener el crecimiento de los hijos.
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