Alfonso, Adrián y Agustín son uruguayos y migraron para trabajar en cocinas europeas.

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Llegaron a su techo en Uruguay y ahora triunfan en las cocinas del mundo

Coinciden en que migrar para cocinar en otros países les ha dado la posibilidad de ganar más dinero y conocer nuevas culturas
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10 de abril de 2023 a las 05:00

Alfonso, Agustín y Adrián tienen más en común que la primera letra de sus nombres . Los tres son uruguayos y migraron a Europa para trabajar en gastronomía, luego de haber alcanzado su techo en el país de origen.

Los tres coinciden: en Uruguay existe “un techo” que quebraron al decidir radicarse en el exterior.

“Si llegabas a un lugar que era bueno, no había mucho más para ver, no podías seguir ese crecimiento si tenías hambre de más. En Europa hay una cultura de salir a comer, un mercado más competitivo, y no tenés techo. Podes progresar, aprender y cambiar, y buscar la rama gastronómica que vos querés. Las limitaciones en Uruguay son más grandes”, comentó Alfonso Juan Delgado, para explicar esa idea.

Estrella Michelin

Alfonso tiene 33 años, y desde los 18 trabaja en gastronomía. Estudió en el Instituto Turístico Hotelero del Uruguay y su último trabajo en Uruguay fue en el hotel Sofitel Montevideo, en Carrasco.

En 2018 decidió irse a España. Según contó a Café & Negocios, muchos uruguayos tienen a ese país como primera opción para migrar y trabajar en cocina, por el idioma, porque hay muchos compatriotas en el país, hay oportunidades de trabajo, y porque “San Sebastián es la cuna gastronómica del mundo, el lugar que tiene más estrellas Michelin per cápita del mundo”.

Cuando llegó a ese país Alfonso consiguió una pasantía para trabajar en Akelarre, un restaurante con tres estrellas Michelin. Allí cocinó por tres años. El trabajo en un restaurante de esas características es intenso, las jornadas pueden durar hasta 16 horas, contó, pero se aprende mucho.

Tras un tiempo allí se fue a Copenhague, Dinamarca, para trabajar en el restaurante Noma, también con estrellas Michelin. Cocinó allí durante un período y luego cambió “por algo un poco más tranquilo”. Ahora es chef en un hotel cinco estrellas. Y si bien destacó que el trabajo no tiene una carga tan grande como la de un restaurante con estrellas Michelin, las jornadas son de entre 11 a 12 horas por día.

Según destacó, es importante tener en cuenta que los restaurantes de alta exigencia demandan más horas de trabajo, pero también existen los que tienen jornadas laborales de ocho horas, cinco días a la semana.

Alfonso trabaja actualmente en Dinamarca.

Ahorrar US$ 1.000 al mes

En Dinamarca un contrato full time está topeado en 148 horas al mes, cada hora se paga 187 coronas danesas, lo que equivale a US$ 27. Al mes, un salario de ese tipo sería de US$ 3.996. Alfonso explicó que, dependiendo del estilo de vida de cada persona y de cómo administre sus gastos, es posible ahorrar US$ 1.000 al mes, ya que en ese país el costo de vida es alto, y el porcentaje de impuestos también.

Quien también destaca la capacidad ahorrar es Adrián Kirchnitz, un joven de 24 años oriundo de Solymar que aprendió cocina en la UTU y dejó Uruguay para irse a Suiza y hoy, además de trabajar en el exterior, explica en sus redes sociales cómo es el proceso de migrar, trabajar y ahorrar, en su cuenta de Instagram, Youtube y TikTok @viajandoconadrian.

El gusto por la cocina lo tiene desde que iba al liceo, y cuando viajó a Europa por primera vez, junto al Centro de Lenguas Extranjeras del Uruguay (CLE) volvió “fascinado”, y con ganas de emprender vuelo desde su país natal. Fue así que en 2017, tras renunciar al restaurante de sushi en el que trabajaba, se fue a vivir a Suiza con una amiga.

“Cumplí 19 y me tomé el avión sin saber cuándo volvía”, contó. Su primer trabajo en el exterior fue en un supermercado en los Alpes Suizos, una tarea que le permitió practicar el idioma, por estar en contacto con la gente, algo que fue positivo, porque tiempo después, cuando entró en la gastronomía suiza, ese fue uno de los desafíos a los que se tuvo que enfrentar.

Una de las cosas que le llamó primero la atención de ese país al llegar fueron los salarios. Le contaron sobre una persona que había comenzado a trabajar en un restaurante de comida rápida y el sueldo era de 3.000 francos, equivalentes a $ 120.000. Al principio no lo podía creer, pero cuando comenzó a trabajar en un restaurante, su sueldo era mayor, contó. “Lo que ganaba en cuatro días era mi sueldo en Uruguay”, calculó. No obstante, el costo de vida es alto, dijo.

Adrián ha viajado por varios países y actualmente cocina en Suiza.

Suiza más barato que Uruguay

En sus redes sociales Adrián Kirchnitz da cuenta de su vida de trabajador nómade, y habla sobre lo caro que sale vivir en el exterior, pero comparando precios con Uruguay. “Me sorprende que en el súper en plena montaña de Suiza las cosas cotidianas como la leche o los fideos salen igual o más baratas que en Uruguay”, compartió.

Trabajó en un restaurante que estaba en una montaña. Empezó como ayudante de cocina y aprendió a realizar diferentes platos. Pasó una temporada y decidió irse a España.

“Empecé a viajar para crecer en diferentes sentidos. No hay nada más lindo que ir cocinando con diferentes chefs del mundo y aprendiendo con ellos”, destacó.

Mientras trabajaba en el supermercado en Suiza conoció a un cliente que era español, dueño de un restaurante en Barcelona. Años después lo contactó, viajó a esa ciudad y comenzó a trabajar en un servicio de “fast food de calidad” para universidades. Allí estuvo siete meses, con un salario de 1.600 euros mensual. “Me sobraban 900 euros, estamos hablando de $ 45.000 al mes, mientras que en Uruguay, en una cocina se llegan a ganar $ 35.000”, rescató.

Las ganas de emprender de los chefs

Además de Suiza y España, Adrián conoció Nueva Zelanda trabajando y destacó que es un buen lugar para emprender, ya que en otros países, como por ejemplo los europeos, emprender en un proyecto gastronómico demanda inversiones muy grandes.

Ahora volvió nuevamente a Suiza, donde se quedará un año trabajando en un restaurante (el tiempo máximo que ha pasado en el mismo establecimiento), esto es porque el restaurante, en el que cocina no solo para los comensales sino también para un servicio de una escuela que hay en la montaña, está dirigido por un chef que trabajó en un restaurante con estrellas Michelin y “te vuela el bocho, porque cambia los platos cada dos semanas, y eso esté bueno”, dijo.

Agustín Ibarra coincidió: emprender en Europa es caro. Este chef, oriundo de Florida, también estudió en UTU. En 2012 viajó por primera vez a Río de Janeiro para trabajar una temporada, y al volver consiguió trabajo en el hotel Sofitel, en Montevideo, donde trabajó varios años.

“Tenía la sensación de que llegaba un punto en el que hay como una limitación entre las ganas de seguir creciendo y de qué manera hacerlo”, dijo y fue así que decidió emigrar.

En España tuvo diferentes trabajos en cocina hasta que consiguió una pasantía en el restaurante Cocina Hermanos Torres, que tiene tres estrellas Michelin.

Ganar en cultura

En su primer trabajo europeo Ibarra cobraba 1.600 euros “y al toque lo pasaba a pesos y pensaba: ‘en mi vida voy a ganar esto en Uruguay’. Era un montón. En Uruguay ganaba 500 euros y era un sueldo que estaba bien”.

Si bien el salario era muy bueno, “la vida es mucho más cara”, aseguró. Ahora se mudó de Barcelona a Mallorca para unirse a un emprendimiento gastronómico de unos inversores suecos en el que hay cinco uruguayos en la cocina, y buscando dónde alquilar descubrió que la renta mínima es de 800 euros.

"Si cuentas el alquiler y los gastos puedes tener 1.500 en gastos, pero hay capacidad de ahorro”, todo depende de si puedes dividir los gastos o vives solo y tienes un alquiler menor, también de la zona del país en la que vivas, comentó.

Además, a diferencia de Uruguay, las temporadas pueden llegar a ser de hasta siete meses, por lo que, para quienes viajan a trabajar por temporada con el objetivo de ahorrar lo máximo que puedan, es una buena opción.

Agustín migró a España para cocinar.

Cuando recién llegó a España Ibarra tuvo que pasar por varios trabajos, porque la necesidad básica era encontrar empleo. Ahora, tras varios años de esfuerzo, busca las condiciones que quiere, mejor horario, buen sueldo y un lugar alineado con su forma de pensar, en la vida y la gastronomía.

“La cocina uruguaya no es la misma que la europea, los tiempos no son los mismos, no es peor ni mejor, es diferente” comentó. La exigencia de la alta cocina europea fue algo que le gustó vivir, como experiencia, pero que no elige como estilo de vida.

“Hay muy buenos cocineros en Uruguay y muy buenos productos, pero cuando yo me fui no había tanto. Acá hay más productos y al haber más demanda hay muchas más posibilidades y no solo en la cocina, sino porque te relacionas con gente de todo el mundo, conoces sabores, especias y alimentos y eso te abre el paradigma a probar otras cosas. Es ganar en cultura”, concluyó.

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