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Lorena Ponce de León, una primera dama a la que su esposo le contagió la militancia

De madre batllista y padre con poco vínculo con la política, la esposa de Lacalle acompañó a su marido desde el inicio de su actividad política
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25 de noviembre de 2019 a las 05:01

Luis Lacalle Pou tenía el ánimo por el piso. “¡Cómo perdimos!”, le dijo desde la cama a Lorena Ponce de León, su esposa, lamentándose por la derrota con Tabaré Vázquez. Al escucharlo, se sentó en la cama y lo rezongó. “¿Lo qué? ¿Vos viste todo lo que conseguiste? Pasaste de tener 6% de intención de voto dentro del partido a casi ganarle a Tabaré Vázquez. ¡A Tabaré Vázquez! ¿Es en serio lo que estás diciendo?”. Lacalle Pou no supo qué responderle y se la quedó mirando. “¿Qué te hace feliz?”, le preguntó ella ante el silencio de su marido. “La gente me llena de energía”, le respondió. “Entonces, hacé el bolso y mañana te vas de recorrida. La gente está encantada contigo. Está agradecida de que hayas hecho el esfuerzo y eso te va a sumar para la próxima. Tranquilo”.

Ponce de León cree, casi cinco años después de aquel diálogo, que para su esposo aquellas palabras fueron como “un sacudón”. “A la distancia, ves al candidato que fue ahora y al candidato de hace cinco años y es otra persona. Ha ganado un temple, una madurez,  una capacidad de acción”, dice convencida la que a partir del 1° de marzo será la primera dama.

Nunca pensó ni deseó en ser la esposa de un presidente de la República. Lejos estaba también el convertirse en una militante del Partido Nacional sin descanso, de caminar cuadras y cuadras repartiendo listas y de ser el centro de atención.

A la residencia de Suárez y Reyes la conoce solo por fuera. Cuando estudiaba en la Escuela de Jardinería pasaba caminando por delante, sin prestarle atención. Del Partido Nacional no sabía mucho más que lo que podía contarle su padre, que algunas elecciones votó a los blancos y otras a los colorados. De su madre solo podía aprender qué era el batllismo.

La primera vez que vio a quien sería su esposo fue el 26 de noviembre de 1989. Una amiga de la familia invitó a un grupo de jóvenes a festejar la victoria de Luis Alberto Lacalle Herrera. Ponce de León era una adolescente y no imaginaba que con uno de los tres jóvenes que saludaban desde una ventana junto al electo presidente y su esposa, Julia Pou, iba a terminar formando una familia. Pasaron casi diez años desde aquella victoria nacionalista para que Lacalle Pou la invitara a bailar, empezaran a salir, se ennoviaran, se comprometieran y se casaran.

En los años previos sus vidas no se habían cruzado. Él estudiante del British School, ella del Colegio Alemán, primero, y de la Scuola Italiana después. El estudiante de Derecho en la Universidad Católica, ella de la Tecnicatura Forestal en la Universidad de la Empresa, a la que luego le sumó la Escuela de Jardinería.

Cuando se conocieron, Julia Pou estaba comenzando a fundar la lista 400 de Canelones. El único contacto de Ponce de León con la política –además de aquel festejo en 1989 en 18 de Julio- había sido cuando votó por primera vez y eligió la lista 903, que impulsaba la candidatura de Juan Andrés Ramírez, pero se sintió defraudada por ese candidato. Al ver la vida política que su por entonces novio empezaba a tener, decidió acompañarlo. “Yo nunca milité, sí me gustaba el Partido Nacional. Mamá seguía siendo batllista. Y no mucho más de política en mi vida, hasta que conocí a Luis. Lo empecé a acompañar mucho a todos los pueblos de Canelones y ahí empecé mi militancia”, cuenta.

En su juventud Ponce de León era “muy citadina”. Nació en la calle Urquiza, detrás del hospital Militar, vivió ahí hasta los nueve años y luego se mudó con sus padres a Carrasco. Su madre era divorciada de un primer matrimonio con el que tuvo tres hijos. "Loli" es la mayor de dos hermanos que vinieron con el segundo matrimonio de su madre, pero sus padres se divorciaron y su papá tuvo tres hijos más. Su hermana mayor tiene 60 años y es tanta la diferencia de edad que cuando Lacalle los conoció no sabía distinguir primos, de hermanos, de tíos.

Al acompañar a Lacalle Pou se empezó a dar cuenta cuánto le gustaba recorrer el país y escuchar a la gente. Tanto, que visitó siete veces todos los departamentos en esta campaña electoral junto a su esposo.

La carrera política del electo presidente creció casi en paralelo con su carrera como paisajista. Ponce de León trabajaba como capataza haciendo mantenimientos de jardínes, con una cuadrilla con tres personas a su cargo, hasta que dio un salto y, con 25 años, consiguió ser la paisajista del Hipódromo de Maroñas. “En ese interín, Luis seguía creciendo políticamente, yo me dedicaba a mi laburo y mientras tanto empezamos a buscar tener familia”, cuenta.

La búsqueda de un hijo no fue fácil. Lacalle Pou ha contado en innumerables entrevistas que recurrieron a tratamientos de reproducción asistida para que los mellizos Violeta y Luis llegaran. Para su esposa, fue la primera vez que sintió que había algo en su vida que no podía controlar. “Y eso que soy como una positiva obsesiva. Siento que no hay nada imposible, si te lo proponés y está en tu camino es como que lo vas a hacer. Siempre con mucha voluntad. Siempre trato de hacer un poco más de lo que puedo dar. Eso me lo inculcó mi madre, un gran ejemplo de positivismo. Siempre miro el vaso medio lleno. Y la autocrítica a veces me juega un poco en contra y cuando me doy un porrazo obviamente trato de levantarme”.

El primer “porrazo” en la búsqueda de formar una familia se lo dieron con una inseminación que no funcionó. Luego vino la segunda, y nada. La tercera, tampoco. Pasaron a la fecundación in vitro con embriones frescos y de nuevo el revolcón. Pero todavía quedaba una opción. La pareja había decidido congelar embriones y con ellos probaron una nueva in vitro. Lacalle fue el primero en enterarse, incluso antes que Ponce de León, que iban a ser padres de los primeros mellizos uruguayos nacidos por fecundación in vitro con embriones congelados.

“La vida camisón”

El primer embarazo de Ponce de León tuvo un primer trimestre de “vida camisón”. “Mi ginecóloga me preguntaba: ‘¿Vos en camisón podés ir al supermercado?’ ‘No’, le respondía yo. ‘¿Podés ir hasta el auto?’ ‘Sí, pero no manejar’. Hice esa vida durante tres meses porque tenía pérdidas.  Hice tres puzzles de 1500 fichas, una banqueta gigante que se llama ‘la banqueta de los mellizos’, que es tejida y así fui calmando la ansiedad hasta que me dejaron salir y volví al Hipódromo, donde tenía que hacer mantenimiento por unos años”, dice.

“La ansiedad” que relata se traduce en que siente que es hiperactiva. Por ese entonces, Lacalle ya se había estrenado como diputado y salió electo por segunda vez. Cuando se tiró por tercera vez, y luego en 2011 fue presidente de la Cámara de Diputados, su esposa quiso empezar a acompañarlo más a las recorridas, pero él prefería que no lo acompañara seguido y ella entendió que cada uno debía tener su espacio. “Le cedí su espacio y me dediqué a mi carrera”, dice.

En la tercera legislatura de Lacalle Pou ya habitaban hacía algunos años la casa en el barrio privado canario La Tahona. Para poder comprar el terreno ahorraron dinero durante varios años mientras vivían en un apartamento en avenida Italia y Santa Mónica, donde nacieron los mellizos. En el verano del 2006, Ponce de León estaba embarazada de su tercer hijo, Manuel, y habían ido a pasar unos días a La Barra de Maldonado.

En la familia de los Lacalle-Ponce de León, la que tiene la iniciativa de proyectos nuevos es ella. Lacalle “es muy cuida” con el dinero, asegura su esposa a las risas, y en aquel tiempo prefería ahorrar hasta poder empezar a construir. Ponce de León sabía que para eso podían llegar a pasar diez años o más y no estaba dispuesta a esperar tanto. Por eso lo convenció de pedir un préstamo.

El impulso llegó gracias a un negocio que cayó por casualidad. Aquel verano en La Barra, Lacalle había ido a surfear y cuando volvió le contó a su esposa que lo habían llamado para ofrecerle comprar el terreno que ya tenían. Pero a Lacalle no le interesaba ese tipo de negocios, así que no le dio una respuesta a la mujer del otro lado del teléfono. Ponce de León la llamó y negoció un muy buen precio. Vendieron y con ese dinero compraron otro terreno en el mismo barrio y con el sobrante pidieron el préstamo que necesitaban para empezar a construir.

Vivir en La Tahona fue idea de ella. Cuando tenía 14 años entró a su cuarto y vio que un hombre le revolvía sus cosas. Él se quedó mirándola y se escapó por la ventana recién cuando ella le pidió que se fuera. Ese episodio lo recordó cuando comenzaron a pensar dónde vivir. Ella quería un lugar en el que sus hijos pudieran jugar solos hasta la noche, andar en bicicleta o ir caminando a la casa de algún amigo. Por ese entonces, La Tahona recién comenzaba a armarse.

El deporte y la vida en familia

Ponce de León siempre quiso ser oceanógrafa y Lacalle Pou biólogo marino. La conexión de ambos con el agua es idéntica. Es común para la familia meterse los cinco al mar, Violeta y su padre en tabla de surf, Manuel, Luis y su madre, en tabla morey con patas de rana.

También es común el deporte. Ponce de León empezó a jugar al hockey hace seis años y actualmente compite en la misma categoría que su hija en un cuadro llamado “Viejas las pelotas”. Le ha tocado marcar a Violeta mientras Lacalle las mira desde de las gradas e hincha por su hija.

El fútbol es una actividad familiar. Suelen armar partidos los cinco en el fondo de su casa. Cuando las encuestas empezaron a mostrar que Lacalle tenía posibilidades de ser presidente, sus hijos le preguntaron a su madre con preocupación cómo sería vivir en la residencia de Suárez y Reyes. Ponce de León les pidió que hablaran con su padre para que les contara cómo era la casa. Su mayor preocupación era si iban a poder invitar a amigos.

Cuando Ponce de León se enteró de que en el fondo de la residencia presidencial hay una cancha de fútbol, se le ocurrió que cuando les toque ocuparla organizará un torneo casero de fútbol para sus hijos y sus amigos. Como futura primera dama es consciente de que la rutina familiar no será la misma en los próximos cinco años. Pero quiere que la que será su casa sea lo más familiar posible.

También es consciente de que su vida y la de sus hijos estará expuesta. Pero quiere que esa exposición solo sea por hacer cosas lo mejor posible. Entre ellas, proyecta impulsar iniciativas deportivas para personas con adicciones (ver entrevista en nota aparte).

Son más de las cinco de la tarde del día anterior de la elección que llevó a su esposo a ser electo presidente. Ponce de León se pasó todo el día rodeada de militantes. Sus tres hijos reparten listas con amigos por Carrasco y ella los acompaña de a ratos. Más temprano, Lacalle le había pedido que estuviera en su casa temprano. “No me esperes antes de las 19.30”, le respondió ella y siguió militando.

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