MARTIN BERNETTI / AFP

Los chilenos se preguntan: "¿Qué Gabriel Boric será presidente?"

Las recientes promesas de moderación del ex estudiante radical no han convencido a todos

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23 de diciembre de 2021 a las 17:28

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Michael Stott

Los chilenos han votado decisivamente por el cambio en las elecciones presidenciales del domingo. El resultado ha dado un vuelco a tres décadas de gobierno centrista moderado y ha lanzado a la principal economía más rica de América Latina hacia una nueva era de transformación.

Gabriel Boric, el vencedor de 35 años, comenzó su carrera política como líder de la protesta estudiantil de extrema izquierda, pero giró bruscamente al centro en la segunda ronda de la campaña presidencial. Esta moderación, junto con la alternativa desagradablemente reaccionaria que ofrecía el ultraconservador José Antonio Kast, le aseguró a Boric una clara victoria con el 56 por ciento de los votos.

Lo que no es tan obvio es qué Boric gobernará a Chile como presidente cuando asuma el cargo en marzo próximo de Sebastián Piñera, un multimillonario conservador cuya se desplomaron después de la ola de protestas sociales de 2019.

Sus partidarios presentan una izquierda pragmática y moderna liderada por Boric que construirá una amplia alianza para el cambio y permitirá que Chile haga la transición hacia una nación desarrollada y socialmente democrática según las líneas europeas. Sin embargo, los líderes empresariales y los inversores temen la influencia del Partido Comunista dentro de la coalición del nuevo líder.

Boric ganó el apoyo de los votantes con el argumento de que el modelo económico de Chile tal vez ha funcionado para los inversores, pero ha dejado a muchos de ellos atrás. Las pensiones inadecuadas, la costosa educación superior, la desigualdad de ingresos persistentemente alta y la atención médica irregular son algunas de sus principales quejas.

En su discurso de victoria el domingo por la noche, Boric hizo hincapié en el consenso. "Seré el presidente de todos los chilenos", dijo a la multitud. El cambio, dijo, sería gradual y vendría a través de acuerdos con un amplio espectro político.

Pero el Boric más radical también estuvo presente. El presidente electo prometió detener el proyecto minero Dominga de US$2.5 mil millones, que fue aprobado por una comisión ambiental regional en agosto, después de años de batallas judiciales. “No queremos proyectos que destruyan nuestro país, que destruyan comunidades”, dijo.

Muchos chilenos hubieran preferido opciones menos radicales. Una fragmentación del voto en la primera ronda de las elecciones permitió que dos de las opciones más extremas avanzaran a una segunda vuelta con poco más de una cuarta parte de los votos cada una.

"No creo que los votantes chilenos hayan tenido las opciones que querían", dijo Christopher Sabatini, investigador principal para América Latina en Chatham House. "Ellos hubieran preferido tener a alguien que no fuera Boric ni Kast".

Cualquiera que sea el camino que tome Boric en el gobierno, el líder millennial sin experiencia y su equipo enfrentan desafíos formidables.

Un gran auge del consumidor impulsado por la generosa ayuda pandémica y tres retiros anticipados sucesivos de fondos del sistema de pensiones privado ha impulsado el crecimiento a un insostenible 12 por ciento este año. En 2022, se prevé que 'la fiesta' se detendrá repentinamente, con un crecimiento de sólo el 2 por ciento.

Los inversores nerviosos han estado sacando dinero de Chile desde que estallaron las protestas sociales; más de US$50 mil millones salieron del país, según el banco central. Pueden seguir más si Boric persigue una agenda radical.

“Boric sigue apoyando la eliminación de los fondos de pensiones privados”, dijo Dean Tyler, director de mercados globales de BancTrust en Londres. “Nada de esto es particularmente bueno para la confianza del mercado”.

El generoso gasto posterior a la pandemia ha hecho que la deuda pública suba drásticamente del 25.6 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2018 al 37 por ciento proyectado para el próximo año. Los retiros anticipados de los ahorros para pensiones, que Boric apoyó, han agotado los mercados de capital locales y obligado a Chile a pedir más préstamos en el exterior.

Para complicar aún más la tarea de Boric, hay un congreso dividido, donde su coalición Apruebo Dignidad tiene sólo una pequeña minoría de escaños. La Convención Constitucional es otra fuerza impredecible. Dominada por la izquierda, debe entregar una nueva carta antes de julio. La victoria de Boric, dijo Sabatini, "reforzará muchas de las inclinaciones naturales de los miembros de la Asamblea Constituyente hacia el radicalismo".

Boric ha ganado un claro mandato de cambio. Su desafío es negociar un camino hacia la economía verde, sostenible y más justa que muchos chilenos quieren sin destruir el atractivo del país para los negocios. Ésta sería una tarea difícil bajo cualquier circunstancia. En una economía pospandémica y una sociedad profundamente dividida, promete ser un gran desafío.

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