No hablaré hoy del paso veloz de los días ni los compararé como si fueran a correr en Maroñas. No obstante, si observamos el calendario, no nos mentirá porque el tiempo ha transcurrido. Estamos casi al final de un año que nos ha deparado sorpresas. En nuestra tierra no ha pasado, por ejemplo, la lección de buen gusto y dignidad en la asunción del presidente y la vice presidenta de nuestra República. Todo como es de rigor en el mundo oficial.
Hasta no hace mucho tiempo, utilizábamos la palabra “protocolo” con un dejo de solemnidad. Hoy, -y a mí me causa risa- escuchamos el siguiente diálogo. Fue en un supermercado importante “Por favor, ¿me puedes decir el precio de este líquido para el cabello?”. “Lo siento, pero debe aguardar por protocolo”. Soy de otros tiempos y sé distinguir los términos. Nos enseñaron dos palabras fáciles de recordar: ceremonial y protocolo. Pero se les ha dado otra significación. Escuché el siguiente diálogo entre una autoridad y un periodista: “mire amigo, no sé cuándo ingresaremos al cementerio de acuerdo al protocolo...”
Protocolo y Ceremonial no son sinónimos, pero protocolo lo escucharemos: “Ahora me toca a mí por protocolo”. Con un dicho sencillo, nuestros antepasados decían “ancha es Castilla”.
Pero los días avanzan y el Licenciado a Martin Bergengruen me ha anticipado la realización de un concierto de Navidad. Es evidentemente con ocasión del nacimiento de Jesucristo. Valdrá la pena conocer los sitios y horarios para poder concurrir. A mí, personalmente, me llenaría de devoción si fuera en nuestra queridísima iglesia catedral con un coro con las voces que posee Martin Berbengruen. El público numeroso sabrá respetar el sitio sagrado. “Como perro en Misa” era un dicho que recordarán sin duda nuestras bisabuelas. Con toda seguridad El Observador nos informará.