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Los escritores detrás de Carmen Mola: “En nuestras novelas hay una pequeña aportación de tipo feminista”

Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz ganaron el Premio Planeta con La Bestia bajo el seudónimo femenino de Carmen Mola, lo que generó críticas y alabanzas del mundo literario
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17 de mayo de 2022 a las 05:00

Carmen Mola nació en un bar. En un minuto y medio. Entre un trago y otro. Tres escritores decidieron que poner una lista de nombres en la solapa de un libro sería poco atractivo. La solución era clara: un seudónimo. Después de lanzar varios nombres, algunos anglosajones y otros masculinos, finalmente alguien dijo "Carmen". Carmen suena bien, suena español. Otro dijo "Carmen Mola". Mola gusta, está bueno. ¡Felicitaciones, señores! Es una nena.

Esta tal Carmen Mola empezó a firmar la serie de novelas policiales de la inspectora Elena Blanco y se convirtió en uno de los nombres más prometedores de las letras españolas. Un fenómeno literario. "La Elena Ferrante española", le decían. Mientras tanto, las bibliotecas empezaban a rebalsar con sus ediciones y las traducciones a todos los idiomas. "Parecíamos Diógenes", dicen. 

El misterio motivaba una pregunta: ¿Quién era Carmen Mola?

Como en el preciso momento del descubrimiento de una novela policial, Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz salieron debajo del disfraz y se hicieron con el millonario Premio Planeta y generó un impacto mundial. Porque, hasta en Uruguay, se descolgó una lluvia de críticas y alabanzas: no uno, sino tres hombres, escribieron una novela haciéndose pasar por una mujer en la primera edición del premio literario que superaba la recompensa económica del Premio Nobel. ¿Una estafa? ¿Un recurso literario? ¿Un actitud machista? ¿Una genialidad?

En estos días, los escritores llegaron a Montevideo para promocionar La Bestia, el libro con el que se descubrieron. Es una novela ambientada en el Madrid de 1834 en la que un niña huérfana sale en búsqueda de su hermana secuestrada en medio de una epidemia de cólera, mientras un asesino serial despedaza niñas en la periferia. En este marco concedieron una entrevista a El Observador.

¿Cómo surge la idea de La Bestia? Es una novela histórica, un thriller, un policial.

Díaz: Para nosotros La Bestia es un híbrido. Después de escribir tres novelas policiacas queríamos salir de la zona de confort. Es un thriller histórico pero también es un folletín, tiene novela picaresca, de terror, pero sobre todo es una novela de aventuras. Queríamos dar un paso más y nos atraía mucho ese siglo XIX y especialmente ese año: 1834, que resultó el año de la tormenta perfecta. Todo lo que podía salir mal salió mal.

En ese Madrid de 1834 hay temas que de alguna forma podemos traer a la actualidad: diferencias de clases, enfrentamientos políticos, la influencia de la iglesia, una epidemia en el medio. ¿Cómo escribieron sobre este Madrid con el espejo de la sociedad actual?

Martínez: El proceso de La Bestia empieza desde otro lugar. Nos fijamos en 1834 por un suceso que se cuenta en la novela que es la matanza de frailes. Una tarde de julio el pueblo de Madrid y se levanta en un ataque de ira contra el clero, destroza varias iglesias y mata 80 frailes. Es una barbaridad. ¿Qué caldo de cultivo había allí para que la gente terminara reaccionando de esa manera? Al sacar la lupa y ver cuáles eran las circunstancias alrededor de ese hecho empiezan a aparecernos un montón de elementos: la epidemia de cólera, la primera guerra carlista que es un poco el símbolo del enfrentamiento entre dos extremos políticos que también se siente muy contemporáneo, las fake news que en ese momento era el poder lanzando rumores en el pueblo para moverlos en una u otra dirección. Todo eso va generando una realidad en la novela que termina siendo una especie de espejo deformante del presente. No es exactamente igual, pero sí hay un montón de conexiones. Sobre todo hay un elemento: cómo vivían los ciudadanos esa situación. Esa manera de enfrentarte a ese entorno tan terrorífico que tenía Madrid se parece mucho a cómo vivimos nosotros tanto la pandemia de covid, la situación política o la manera en la que cerramos nuestras fronteras para que los pobres no vengan a España y los dejamos morir, en el caso de Europa, en el Mediterráneo. A veces creemos que lo que nos está pasando sólo nos pasa a nosotros y es mentira. Es algo que pasa de manera cíclica a lo largo de la historia y terminamos siempre reaccionando de maneras muy parecidas.

Cuando develaron el secreto de Carmen Mola hubo una gran repercusión en España y en el resto del mundo literario

Martínez: Cuando sale el Planeta y damos la cara, pensamos que el debate iba a ir más dirigido a la creación colectiva. Sin embargo giró más hacia el mundo feminista, o a ciertos sectores del feminismo que alzaron la voz. Se generó esta sensación de que hay una opinión única y no es cierto. A veces pensamos que la sociedad es Twitter y Twitter solo es un número pequeño de personas armando mucho ruido. Vivimos todo eso desde la barrera, porque es algo muy improvisado, no hay ninguna intención ideológica debajo del seudónimo y entendíamos que podía haber cierta decepción entre algunos lectores porque se montaron una idea en la cabeza de quién es el autor. Al romper esa ficción se puede generar un poco de confusión. Desde el principio pensamos que lo que importaba era la novela, y pasada esa espuma de las dos primeras semanas el debate fue dejando paso a lo importante, que era La Bestia.

En una entrevista con EFE decían que se consideraban feministas. ¿Qué es para ustedes el feminismo y por qué se definen de esa manera?

Martínez: El feminismo por definición es la igualdad de hombres y mujeres, y sí que hay una perspectiva no sé si feminista pero sí de señalar como gran lacra de la sociedad la violencia contra las mujeres y contra la infancia. Focalizamos mucho en este sentido: nuestra protagonista es una mujer de 50 años, que es otra reivindicación que queríamos hacer, un personaje femenino ya de 50 años no suele protagonizar la ficción. Y a nivel personal somos feministas, como creo que es inevitable que lo sea cualquiera.

¿Es inevitable?

Mercero: Ya sé que hay de todo. Pero en fíjate esta novela, La Bestia. Es muy Dickensiana. Para Dickens sus principales personajes han sido niños, masculinos: Oliver Twist, David Coperfield. Nosotros queríamos una huerfanita. Son pequeñas decisiones. Incluso Lucía es una niña huérfana un poco empoderada, que se lanza a las calles con su precariedad y su pobreza a encontrar a su hermana secuestrada. Con ese tipo de decisiones es donde yo digo que en nuestras novelas sí que hay ecos feministas, hay una pequeña aportación de tipo feminista, no es que queramos ser los feministas del mundo, pero sí que nos hacemos eco de esto en el relato y en que el discurso se tiene que equilibrar. 

A lo largo de la historia muchas escritoras tuvieron que usar seudónimos de hombres para finalmente ser escuchadas. ¿Pensaron en que podía ser chocante que tres hombres tengan que usar el seudónimo de una mujer para escribir en este contexto social?

Díaz: Nosotros no somos responsables de que en el siglo XIX alguien tuviera que usar un seudónimo. Creemos que no nos estamos beneficiando. No hay un estudio serio que diga que las mujeres venden más que los hombres, venden igual. Si tu presentas una novela siendo mujer no estás perjudicada y si la presentas siendo hombre yo creo que tampoco estás perjudicado. Desde el principio nos tomamos el seudónimo de una manera bastante inocente, como un disfraz. Cuando usas un disfraz procuras que te oculte, que no se te vea la cara. Nosotros por eso pusimos un seudónimo de una mujer, aunque tampoco fue algo pensado. Hubo un momento en que incluso un sector machista nos usó de argumento y nosotros tampoco estábamos ahí. No estamos ni en contra de uno ni a favor de los otros. Lo comparamos con la elección de un actor en una serie. Lees La Bestia y te imaginas que Lucía es de una manera determinada, de repente se hace una película o una serie y pasa a tener la cara de una actriz. Te gusta o no. Hay mucha gente que se sintió molesta porque evidentemente se imaginaba una señora con el pelo casi blanco, guapa y de repente aparecen tres tíos (ríen). Nosotros entendemos que puede haber alguien que esté buscando una figura femenina que reivindique algunas cosas y entendemos que al encontrarse con que eran tres hombres se sienta un poco molesta y en ese caso lo único que podemos hacer es pedirle disculpas. Nosotros no nos enfrentamos a nadie por estos temas.

Mercero: Mira lo que dijo Carmen Posadas, que también lo dijo Margaret Atwood: que lo del seudónimo de Carmen Mola está fantástico porque si hay tres hombres que tienen que escoger un nombre de mujer para salirse con la suya y cumplir su objetivo de publicar o vender, eso significa que se cerró el círculo de la lucha. Esa reflexión la ha hecho gente. Nosotros no, jamás pensamos en ninguna reflexión ni en demostrar ninguna tesis. Ciertamente habría enseñanzas que podrían ser amables y favorecedoras del feminismo militante, pero no sé por qué hay una susceptibilidad enorme hoy en día y cualquier cosa se puede distorsionar muy fácilmente.

Martínez: Se hace una lectura a posteriori del seudónimo. Si nosotros nos hubiéramos sentado y hubiéramos decidido ponernos un nombre de mujer porque pensábamos que íbamos a vender más entiendo esa susceptibilidad y ese uso de la igualdad. Pero no fue así. Somos tres autores que ya publicamos, no tenemos ninguna necesidad de fingir que éramos una mujer para publicar. Cuando aparece la primera novela firmada por Carmen Mola, que es La novela gitana, y decimos que es un seudónimo, nunca es una ayuda, sino todo lo contrario. Es un peso, porque tú estás sacando una novela al mercado que no tiene a nadie detrás, no puede hacer promoción, no puede hacer entrevistas, no tiene amigos en Facebook, no tiene amigos en Twitter, lo único que hay es una novela. Cuando se genera el éxito es cuando la gente empieza a preguntarse quién es Carmen Mola. Fueron las novelas las que encontraron a los lectores y esa es la verdadera reivindicación que nosotros queremos hacer debajo del seudónimo: no importa el nombre, no importa quién está firmándote la novela, lo que importa es que la novela te guste o no te guste, esté escrita por un hombre, por una mujer o por alguien que no conoces. Lo que importa es la historia que hay adentro del libro.

Hablan de la dificultad que el seudónimo puede presentar. ¿Cuáles son los beneficios para tres autores que ya publicaban sus libros? ¿Encontrar una voz en conjunto?

Díaz: Siempre decimos que Carmen Mola existe. Y existe porque tiene un estilo definido. Si tú lees nuestras novelas personales, de cualquiera de los tres, el estilo no es el de Carmen Mola. Estoy convencido de que si mañana me fuera a mi casa y dijera "voy a escribir un Carmen Mola" no me saldría. Resulta que ha nacido de alguna manera casi mágica de la combinación de los tres. Cuando nos ponemos a escribir por decirlo de alguna manera –simbólica, eh– nos ponemos el disfraz de Carmen Mola y nos salen unas novelas que no son ni mías, ni de Agustín, ni de Antonio. Carmen Mola existe, no tiene entidad corpórea.

¿Cómo es la dinámica de la escritura entre los tres?

Mercero: Es el imperio de las buenas ideas. A veces hay que defenderlas. Esto lo hacemos a lo largo de un montón de reuniones donde se discute todo: la trama, los personajes, el tema. Termina ese primer proceso en la confección de una escaleta, que es el mapa exhaustivo de la novela y lo que va a pasar en cada capítulo. A partir de ahí cada uno se va a escribir a su casa un tercio de la novela y ese es el trabajo solitario de toda la vida del escritor. Después hay una tercera fase que son las reescrituras: leer lo que ha hecho cada uno, comentar y reescribir la parte de tus compañeros, de tal forma que todos pasemos por cada página de la novela hasta que ya demos por cerrado el trabajo.

Es un ejercicio que exige dejar el ego de lado.

Martínez: Si no fuéramos capaces de dejar el ego en la puerta sería imposible. Sería un desastre, habríamos terminado a las manos en el hospital en alguna de las discusiones que tenemos a lo largo de la novela. Pero hemos ido sofisticando el sistema y hemos aprendido a respetarnos mucho. Ponemos por delante la novela, no es tan importante quién la genera. Es verdad que eso en la literatura es un poco extraño, el escritor suele ser bastante ególatra y se pelea mucho con el editor cuando le intenta cambiar algo. Nosotros eso lo quitamos y a lo que le damos importancia es a la novela.

Si bien el proyecto Carmen Mola empezó de forma didáctica, fue escalando ¿cómo fue esa experiencia para ustedes?

Martínez: Al principio era un juego y no nos ocultábamos. Nuestros amigos nos preguntaban "oye, ¿qué estáis haciendo?". "Me he juntado con Jorge y con Antonio, estamos escribiendo una novela policiaca con el nombre de Carmen Mola a ver qué pasa con esto, pero creo que no va a ir a ningún sitio". Luego cuando la novela fue un éxito venía esta misma gente: "¿Has leído un libro de Carmen Mola?". Y piensas, “pero si te lo he contado yo”. La gente no recordaba en absoluto lo que le habías dicho. Toda esa parte era divertida: ver ese crecimiento de Carmen Mola y que nadie te identificara. Yo me lo pasé bien.

Díaz: Ha sido muy divertido. La misma noche del premio, que fue el día que salimos del anonimato, fue para muchísima gente una sorpresa tremenda. Te encontrabas con un amigo y te decía "¿has leído a Carmen Mola?" y tú le decías "creo que la he visto en una librería". Eso estaba bien, pero había algunos también que te habían dicho "no vale tanto cómo dicen" y tú pensabas "me caes muy mal" (ríen)

¿Hasta cuándo piensan seguir escribiendo bajo el seudónimo?

Mercero: Vamos a seguir escribiendo como Carmen Mola mientras nos llevemos bien, cosa que todavía sucede a pesar de que nos vemos constantemente y pueden saltar las chispas. Todavía nos tratamos con respeto y disfrutamos los unos de los otros. Nos gusta y a nadie le gusta retirarse en lo más alto de la fiesta. Ahora la fiesta está en el momento más divertido, pues vamos a seguir y aspiramos a ser los últimos invitados, que nos echen a patadas.

Ahora también tienen un proyecto audiovisual entre manos

Mercero: Se está rodando La novia gitana, que es la primera de nuestras novelas. Se está terminando ahora el rodaje y estará lista para estar en la plataforma de Atresmedia.

La fiesta cada vez se va haciendo más grande

Mercero: Está en su momento más divertido

Díaz: Es el Carnaval de Montevideo

Martínez: "¡Otra copa más!", estamos en ese momento de la fiesta.

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