Los futbolistas y los caballos: ¿hobby o negocio?

Varios jugadores apuestan a los equinos para su crianza, por diversión y también con el sueño de verlos brillar en Maroñas; “Tata” González y Leandro Otromín contaron sus experiencias, las que se suman las de otros “burreros”

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26 de abril de 2020 a las 05:03

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Para distenderse cuando van a sus campos, para verlos en la pista de los hipódromos y soñar con un triunfo en el Ramírez, para correr los raíds en sus pueblos, para competir y también para dedicarse a su crianza y obtener réditos económicos, futbolistas uruguayos apuestan a los caballos como hobbie, disfrute e inversión.

Los jugadores y su amor por los pingos traen a la memoria a varios protagonistas de nuestro fútbol que cuando pueden se ponen las botas y cabalgan por sus campos, como Edinson Cavani, quien pasa estos días en su estancia de Salto o “el Cebolla” Cristian Rodríguez en Juan Lacaze, donde despunta el gusto por la monta e incluso ha competido en pruebas de rienda.

Otros están más vinculados al turf, como Giorgian De Arrascaeta, cuyo padre fue jockey y le puso ese nombre en homenaje a un caballo ganador, y otros, como “el Chory” Gonzalo Castro y Diego Ifrán a los raíds, las carreras de largas distancias que son una tradición en pueblos del interior..

Otros, apuestan a la crianza de los animales, una tarea que lleva tiempo y conocimiento, y de la que esperan ver sus frutos.

Álvaro “Tata” González, referente de Defensor Sporting y mundialista con la selección, es uno de ellos y contó cómo es ese mundo. “Me gustaron siempre los caballos, en mi casa teníamos uno de arar, porque mi abuelo tenía quinta, y lo usábamos para andar”, dijo a Referí. “Un día acompañé a un veterano amigo de la familia al hipódromo a ver las carreras y le fui agarrando el gusto”.

Al poco tiempo, llegó su primer pingo. En un cumpleaños familiar por Maroñas se cruzó con un cuidador que llevaba una yegua que del futbolista Jorge García, ex Danubio, quien quería venderla.

El Tata no lo dudó. “Esa fue mi primera yegua, se llamaba Doña Fabulosa, y comencé como propietario. Fue la primera que tuve en carreras”, recordó sobre sus inicios en el turf, en su primer ciclo en Nacional, por el año 2009.

Para el volante, su vínculo con los caballos “es un hobby, no es un negocio”. Luego de la incursión en los hipódromos, tuvo dos o tres ejemplares, pero no le fue bien.

“Y me volqué para la crianza”, contó. “Hoy por hoy, estoy criando caballos de carrera en San Ramón. Empecé en Florida hace dos años y luego me vine para San Ramón. Y ahora estoy cerca de ver los frutos de estos dos años”, dijo el Tata, quien explicó que la producción animal es un largo proceso que implica gran dedicación.

“Primero, tuve ir armándome de las yeguas madres, eligiéndolas. Después, preñándolas, y después de paridas, son otros dos años criándolas. Y hoy por hoy, dentro de un par de meses, se van a vender los primeros potrillos que crié”, comentó.

 

El ex Nacional reconoció que la producción lleva una inversión, pero para él es “un gusto” que se da en el que, en materia de números, espera empatar o, si le toca perder, que sea poco para “que no sea un hobby muy costoso”.

En su comienzo como criador, el resultado de su trabajo con los caballos lo sabrá este año y en el futuro. “Ahora se verá cuando se vendan mis potrillos y va a depender también de cómo les vaya en el mercado, porque hay mucha oferta. Pero considero estar haciendo las cosas bien para que a mis potrillos les vaya bien y la gente vaya tomando confianza en mi crianza, porque creo que es buena, tengo buenas madres y buena sangre dentro de mis caballos”.

 

Las charlas con el Cebolla

En las concentraciones de la selección, con quien más hablaba de caballos el Tata era con el Cebolla Rodríguez. “Él no tiene de carreras y no sé si tuvo alguna vez, a él le gustan más los criollos y los cuarto de milla para las competencias de rienda que son los que eluden barriles. Hablamos mucho sí, pero estamos en distintos sectores”.

Diego Vila

También recordó que Diego Godín tuvo caballos de turf y le fue muy bien con uno que fue bautizado como Faraón Celeste. Con el capitán charlaban del tema y miraban carreras.

“Actualmente, a quien le gustan mucho, porque vivió cerca del hipódromo y tiene un familiar que corre, es De Arrascaeta”, dijo. “Con él no hablo tanto de caballos, pero en algunas convocatorias hablamos. Hoy no tenemos diálogo fluido, pero ya lo tendremos, porque estoy en la crianza, a él le gustan, así que ya le voy a ofrecer algo”, señaló el exjugador de Boca, que en Buenos Aires durante un tiempo vivió cerca del Hipódromo de Palermo y de vez en cuando iba al escenario donde brilló Pablo Falero, y que en Roma, Italia, fue a alguna carrera pero eran con carros, sulky, lo que no le gustó.

Diego Vila

En su faceta de productor, el Tata hoy no va tan seguido a Maroñas. “No hace mucho tuve una yegua, Denirose, que la compré para madre pero estaba en el final de su carrera y corrí con ella en sus últimos meses, y ahí iba. Tuve la suerte de ganar con ella también”, indicó el futbolista, quien considera que tener un caballo en el Gran Premio Ramírez, “sería hermoso” y “lo máximo para un criador”.

La promesa de Otormín y la ilusión del Ramírez

Uno de los momentos en los que se suele ver a futbolistas a caballo es cuando cumplen las promesas al ganar un campeonato, como pasó alguna vez con Diego Polenta y también con el Cebolla.

El año pasado, Leandro Otormín, delantero de Montevideo City Torque cumplió la suya luego del título y el ascenso, y llegó montando al complejo de los celestes. “Como estaba con el tema de los caballos y aún no corrían, porque todo lleva su tiempo, todos me bomeaban con cuándo iban a correr y cuándo iba a andar en uno. Y cuando faltaban unas fechas, estábamos abajo de Rentistas en la tabla, dije, ‘si salíamos campeones, vengo a caballo’. Todos se rieron, como diciendo que no lo iba a hacer, y cuando se dio tuve que cumplir”, dijo a Referí.

El exfutbolista de Nacional es oriundo de Paso de los Toros y fue ahí, de chico y en el campo, donde aprendió a andar a caballo, a ver sus primeras carreras y a alimentar esa pasión por los equinos.

“El turf siempre me gustó. De niño, si no era futbolista quería ser jockey, pero por diferentes circunstancias nunca se dio y ni siquiera lo intenté”, contó.

Luego, se vino a jugar a Montevideo y dejó de lado aquel gusto. Hasta que se hizo amigo de un dueño de un haras y se reencontró con el mundo de los pingos. 

“Es un hobby, me encanta, más que nada para disfrutarlo”, señaló. “Hay días que me levantó a las 6 de la mañana y me voy a ver los entrenamientos a Las Piedras, me siento tranquilo a tomar unos mates y veo los entrenamientos de mis caballos y los demás”, agregó el delantero de 23 años.

Para Otormín, tener un caballo en el Ramírez es como "ganar un Campeonato Uruguayo" de fútbol, ya que es la carrera más importante del país y del año.

Pero al adentrarse en el mundo de la hípica, se dio cuenta que es muy difícil que un equino llegue a la selecta prueba del 6 de enero. “Cuando arranqué, quería un caballo que corra, gane y estuviera en el Ramírez, pero después, en el día a día, te das cuenta que los caballos son muy complicados”, comentó. “Tuve la experiencia con uno mío y luego empezás a querer más que nada que el caballo esté bien, que corra cuando pueda y, si todo sale bien, que gane”.

“Parece fácil ganar, pero es muy difícil”, dijo el delantero. “El Ramírez es un sueño, pero ahora estoy empezando, yendo por mis primeras victorias. Tuve tres carreras y siempre salí tercero”, agregó Otormín, cuyas yeguas hoy son Nhoque y Gran Bendición.

El Chory, Griezmann y otros jugadores “burreros”

“Cuando hablamos con Anto, hablamos más de caballos que de fútbol, porque él tiene los suyos en Francia y yo también acá tengo los míos para raid”, dijo este año Gonzalo Castro a Referí. Anto es Antoine Griezmann, su excompañero en Real Sociedad de España, con quien comparte la pasión por los pingos.

Quien también estuvo en aquel equipo fue Diego Ifrán, quien mantiene la amistad con ambos futbolistas y la pasión por los equinos.

El goleador que jugó en Fénix, Danubio y Peñarol, colgó los botines de muy joven para dedicarse de lleno a los caballos en Cerro Chato, el pueblo en el que vive. "Quiero disfrutar la vida con la familia, amigos, el pueblo, el campo, los caballos. Vivir sin tener compromisos de fechas, de presión, ser libre y empezar a disfrutar de todo lo que me perdí durante estos casi 15 años", dijo cuando cerró su carrera como futbolista profesional, si bien ha seguido jugando a nivel de OFI con la selección de su localidad.

En estos días en los que realiza la cuarentena en su estancia de Salto, Cavani disfruta de los caballos y ha realizado paseos junto a su señora y su pequeña hija India. Amante de la naturaleza y las recorridas por el campo, suele preparar sus pingos y salir a cabalgar. Al futbolista también le gusta el turf y ha ido al hipódromo de París, donde una vez fue noticia porque alentó a Tornibush, uno de los caballos de Griezmann, quien le agradeció por ir a ver a su potrillo. Además, el salteño también ha concurrido a ver partidos de polo.

Como ya se mencionó, Diego Polenta también tiene sus equinos y cuando salió campeón con Nacional realizó una promesa de ir hasta San Cono, Florida, acompañado por Tabaré Viudez. Además, el zaguero lleva en su espalda un tatuaje con caballos.

Otormín contó que habla mucho de turf con Hernán Menosse, quien hoy juega en Deportivo Cali, y con quien fue socio con un caballo.

Anteriormente, Darío Silva también incursionó en la crianza y en un campo en Treinta y Tres se dedicó a loa caballos árabes.

Otro que tuvo su historia con el turf fue Fabián O’Neill, quien reconoció que no le fue bien. "Caballos lentos, mujeres rápidas y timba”, es su frase para hablar del tema y recordar que llegó a tener 20 caballos en Maroñas pero que perdió con las apuestas.

Y más allá en el tiempo, el periodista Américo Signorelli, fallecido en diciembre pasado, recordó a Referí cuando iba a Maroñas y se encontraba con el campeón del mundo en 1950, Óscar Omar Míguez. “¿Sabés lo que era estar al lado del Cotorra Míguez hablando de a qué caballo le jugábamos? No tenía precio”.

El gusto de los futbolistas por los caballos tiene ya sus años y hoy sigue vigente.

La vuelta de la actividad hípica Mientras espera para que pase el coronavirus y pueda volver el fútbol, entrenando en su casa, Leandro Otormín también aguarda que vuelva el turf, un sector que está “muy complicado” por la falta de pruebas debido a la pandemia y que ha tenido contactos con el gobierno para su reactivación. “Hay gente que le debe estar costando tener la comida para el día a día porque las carreras le generaban sus ingresos, porque un caballo que hace podio genera premios para el dueño, el entrenador, el jockey, el cuidador, los veterinarios… Al estar cerrado los hipódromos no hay sustento”, dijo el delantero de Montevideo City Torque.
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