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23 de enero 2024 - 5:03hs

Cuando Albert Einstein regresaba de la escuela, mucho antes de ser “el genio de la Física”, su madre no le consultaba sobre qué había aprendido de nuevo, si había comido toda la merienda o cómo se había comportado en el recreo. Solo repetía: “¿Qué preguntas hiciste hoy?”.

La escuela es, o debería ser, un lugar para hacerse (buenas) preguntas. Pero, ¿lo está siendo? La argentina Marina Umaschi Bers, experta internacional en “pensamiento computacional”, imagina una escuela sin materias ni exámenes clásicos, donde los niños sean capaces de resolver problemas en base a preguntas, al uso de la lógica y un orden. Un espacio donde los niños aprendan a programar antes de los cuatro años, pero no necesariamente tengan que tener su propio celular antes de la adolescencia.

Sobre esto disertará en febrero en Uruguay, invitada por Ceibal, pero antes conversó con El Observador:

¿Cómo “piensan” las computadoras?

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Las computadoras no piensan. En todo caso, las computadoras resuelven problemas de manera lógica y algorítmicamente. Es decir: sin indicaciones humanas, sin programación, son incapaces de resolver por sí solas.

Ese pensamiento “lógico” y “algorítmico” con el que se enseña a una computadora, ¿puede usarse fuera del manejo de dispositivos tecnológicos?

Sí, eso es el pensamiento computacional: es llevar la lógica sistemática que se usa para la programación, pero aplicada a otros escenarios. Una receta de cocina tiene pasos a seguir, tiene un orden, una lógica. La manera de resolver problemas suele seguir lógicas, que no siempre vienen escritas como una receta de cocina. Qué hago si se corta la luz, o si me falta un ingrediente, o si la receta está diseñada para seis personas y seremos diez en la cena…

¿Tiene sentido aprender a programar si la inteligencia artificial, poco a poco, lo está logrando hacer al nivel humano?

La inteligencia artificial puede mejorarte un código que tenés escrito. Pero no es capaz de pensar por sí misma. Se sigue necesitando un humano capaz de pensar computacionalmente para crear los sistemas de inteligencia artificial. Los sesgos que arrastra la inteligencia artificial —como identificar a las maestras con el género femenino y a los ingenieros con el masculino— son el resultado de esa incapacidad de la tecnología de crearse a sí misma. Insisto: no se trata de aprender un lenguaje de programación, de saberse Java o C++, como quien aprende Inglés o Francés. Consiste en un pensamiento lógico y abstracto que está detrás de ese lenguaje: cómo se hace lo que se hace. Incluso un niño que todavía no maneja un idioma en toda su expresión, puede comunicar un pensamiento lógico a través de dibujos, de símbolos.

¿A qué edad el niño es capaz de empezar a aprender programación?

A partir de los cuatro años. Se empieza a programar, en el sentido de enseñar a pensar. Es una edad en la que ya se puede expresar el pensamiento, para luego resolver problemas simples.

Sin embargo, los psiquiatras infantiles insisten en que los dispositivos electrónicos no son tan recomendables en las edades escolares, sino que conviene esperar a la etapa liceal…

Estoy completamente de acuerdo. La pregunta clave es qué hace el niño con el celular o la computadora. Si el niño está mirando un video, está jugando y solo asume un rol pasivo, es solo un consumidor. Eso no queremos. Lo que queremos lograr con el aprendizaje es que los chicos sean productores de tecnología y no consumidores de ella. Por eso cuando el niño aprovecha a crear su propio dibujo animado con el celular, y luego mira una película en que interviene su personaje creado, está avanzando en su capacidad de resolver problemas. La pregunta que el padre debe hacerse cuando ve a su niño con la tablet o el celular es: ¿qué está haciendo el niño? Y, lo otro, es que cada cosa tiene su tiempo. La cena es el momento de socializar. Así como no es correcto ir con un libro a la mesa, por más bueno que sea leer, tampoco tiene sentido usar el celular en ese momento.

Marina Bers Es argentina, pero trabaja en Estados Unidos.

El conglomerado de escuelas públicas de Seattle denunció a las grandes tecnológicas porque sus algoritmos, dicen, son parte de la causa de la crisis de salud mental. ¿En qué medida el pensamiento computacional incorpora la mirada ética de qué se programa (produce) y cómo se programa aquello que se consume?

Tiene que ser parte de la currícula. Cuando el pensamiento pasa a la acción, hay una consecuencia. Siempre antes de programar es necesario pensar qué consecuencias puede tener eso que se quiere producir. Y también intentar entender cómo fue hecho y con qué sesgos eso que consumimos. Si yo no sé qué es un algoritmo y cómo crear uno, es imposible que pueda entender los problemas éticos de un sinfín de algoritmos que nos rodean. Es entender para hacerse preguntas.

El niño tiene que aprender pensamiento computacional. Pero también inteligencia emocional. Y más de un idioma. Y ser bueno en matemáticas, y en lengua, y en filosofía, y… ¿ser niño?

Estás pensando en un modelo de escuela tradicional, en un conjunto de asignaturas en que cada materia cubre un área. Pero esa fue una escuela desarrollada para las primeras revoluciones industriales. Una escuela cuya función principal era de babysitter mientras los padres estaban en las fábricas, haciendo trabajos rutinarios y poco cognitivos. Pero ahora lo que se necesitan son pensamientos transversales, trabajar con proyectos y no con materias. Es sumar las disciplinas. La escuela tradicional hace agua cuando se piensa en pensamiento computacional.

Usted estudió su doctorado en el mimo laboratorio del MIT donde surgió el experimento que luego fue el Plan Ceibal. Casi 20 años después, ¿qué nuevos pasos tiene que dar este “experimento”?

Uruguay fue en su momento un modelo para muchos países. Ahora llegó el turno de la formación de los docentes. Los maestros y profesores deben aprender a cómo enseñar de una manera distinta, para que luego el niño aprenda de manera distinta. La escuela no tradicional, la que se viene, es una escuela que trabaja con proyectos, sin materias, en la que se evalúa de manera constante y no con una prueba estandarizada, en la que los docentes trabajan en equipo y ya no uno solo con su clase. Dicho de otra manera: primero Ceibal se basó en la tecnología, ahora llegó el paso de la pedagogía.

China quiere liderar en IA para 2030 y que esta tecnología sea obligatoria en sus aulas: ¿los niños de este sur quedarán sujetos a la guerra geopolítica en juego?

Argentina y Uruguay, por decir dos países que conozco, siempre fueron lugares donde hubo mucha creatividad. En la gente está la idea de “atarlo con alambre”, es una cultura de resolver problemas con lo que uno tiene. Eso sirve mucho para el pensamiento computacional, porque es la capacidad de resolver de manera creativa.

Temas:

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