Los países productores de petróleo y gas promueven “soluciones realistas” ante los reclamos para que se explicite el abandono de la hasta ahora principal fuente energética mundial.

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Luces y sombras de la cumbre que marcará un punto de inflexión en el destino de la Tierra

A horas del inicio de la COP28: los principales temas, tres buenas noticias, los desafíos pendientes, las promeses incumplidas y algunas de las personalidades que marcarán el evento
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27 de noviembre de 2023 a las 05:03

Llegó el momento de la verdad. El cambio climático no da respiro y, en el marco de una cumbre que tiene como anfitrión a Emiratos Árabes Unidos, un gran productor de petróleo y gas, los combustibles fósiles serán en el tema más complejo a discutir en Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28).

El futuro de los combustibles fósiles estará en discusión y los especialistas, entre ellos los expertos en energía, entienden que las delegaciones deberán negociar para hallar un terreno de acuerdo, cuando cada vez son mayores las presiones de quienes impulsan que se mencione en forma explícita el abandono de la hasta ahora principal fuente energética.

La mención específica a los combustibles fósiles, los principales responsables de las emisiones de gases que provocan el calentamiento del planeta, es objeto de duras negociaciones en las conferencias del clima de Naciones Unidas (ONU) desde hace años.

Sin embargo, los países productores, así como numerosos países consumidores en desarrollo que tienen graves problemas para emprender la transición energética, proponen que el lenguaje sea más evasivo, que los planes de salida básicamente sean voluntarios y que se tengan en cuenta tecnologías como el almacenamiento de carbono bajo tierra.

Quienes impulsan un cambio radical de la matriz energética argumentan que no se debería permitir que la discusión gire en torno a inversiones en tecnologías que no van a resolver el problema ni reducir realmente las emisiones.

La posición, por lo pronto, choca con la que deslizó en varias ocasiones Sultan Al Jaber, presidente de la COP28 y también de ADNOC, una de las empresas petroleras más grandes del mundo, quien enfatizó la necesidad de buscar “soluciones realistas”. Una lectura que señala la imposibilidad de abandonar en el corto plazo los combustibles fósiles.

No será la única disputa. Otro de los temas clave es la renegociación de las contribuciones de cada país para reducir las emisiones de gases (NDC, por sus siglas en inglés), uno de los pilares del Acuerdo de París de 2015 durante la COP21.

Las partes firmantes reconocieron en septiembre pasado que las contribuciones deben acelerarse. Sin embargo, los países ricos, que son los que más contribuyen al cambio climático y por ello los que más fondos deben aportar, dicen que no se debe mirar atrás y definir los próximos pasos.

¿Qué dijo la Agencia Internacional de Energía (AIE) sobre la COP28? El organismo, que depende de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), señaló en uno de sus últimos informes que llegó “el momento de la verdad”.

Según el organismo, la industria energética debe decidir si "contribuye" a la crisis climática o es "parte de la solución" adaptándose a la transición hacia las energías limpias y “adoptando un plan de reducción de sus emisiones operativas”.

El informe recuerda que la crisis climática empeora "alimentada en gran parte" por la industria energética e insta a los productores a alinearse con el objetivo del Acuerdo de París de limitar este siglo el calentamiento planetario a 1,5ºC respecto a la era preindustrial.

El desafío es enorme en términos económicos. La AIE estima que el consumo de petróleo y gas debe disminuir más del 75% para conseguir la neutralidad de carbono en 2050 y hacer posible el objetivo acordado en 2015 en París.

En este escenario, la agencia considera que "ningún proyecto petrolero o gasístico convencional a largo plazo es necesario" y reclama al sector "un cambio radical en la forma en que adjudica sus recursos financieros".

Aunque su análisis reconoce que el sector duplicó en 2022 sus inversiones en energías limpias, advierte que estas representan apenas el 1,2% de las inversiones mundiales a favor de la descarbonización. El informe también reclama a las empresas reducir las emisiones producidas por sus propias operaciones en un 60% de ahora a 2030.

El documento, además, puntualiza que la producción, el transporte y el refinamiento del petróleo y el gas generan casi el 15% de las emisiones mundiales vinculadas a la energía, mientras que el resto procede de la combustión de los vehículos o la calefacción.

Las huellas del anfitrión

Emiratos Árabes Unidos depende en gran medida de los hidrocarburos para su prosperidad, un caso similar al de Catar, que albergó la COP18 de 2012. El país cuenta con apenas nueve millones de habitantes, pero emitió 237 millones de toneladas de CO2 en 2021, en comparación con los 305 millones de España y sus 47 millones de habitantes, según datos oficiales que no tienen en cuenta el metano y otros gases de efecto invernadero.

Sus emisiones equivalen a 25 toneladas de CO2 por habitante, ciertamente menos que el récord de 40 toneladas de Catar, pero más que los 18 millones de Arabia Saudita, cálculos que no incluyen el petróleo y el gas exportados por el país y sólo reflejan el CO2 emitido directamente por sus habitantes y empresas, lo que indica una economía y un estilo de vida basados principalmente en la combustión de hidrocarburos.

Las actividades con un alto consumo de energía son prósperas: rascacielos brillantes surgen del desierto y el aire acondicionado está omnipresente. Por ejemplo, el 82% de la electricidad en Emiratos se produce quemando gas, la energía solar representa apenas el 5% y la nuclear, en pleno auge, el 13%, según la consultora Ember.

En julio, el país presentó un nuevo plan climático que busca triplicar la producción de energías renovables hasta 2030. El gobierno acaba de inaugurar su primer parque eólico y, dos semanas antes de la COP28, inauguró la planta solar de Al Dhafra, una de las más grandes del mundo. También anunció planes para reducir las emisiones en todos los sectores.

Sin embargo, en julio, la organización Climate Action Tracker (CAT) calificó la estrategia como "insuficiente" e incluso "altamente insuficiente" al analizar la trayectoria que debería tener el país para contribuir al esfuerzo colectivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C.

El motivo de la crítica es que se calcula que las emisiones de los Emiratos seguirán aumentando hasta 2030, al igual que la de otros países, y que el gas mantendrá una posición importante hasta 2050, mientras que su objetivo de emisiones netas cero en 2050 sigue siendo demasiado vago.

El papel de Adnoc

Los Emiratos son el séptimo productor mundial de petróleo, por delante de Irán y Kuwait, a través de la compañía nacional Abu Dhabi National Oil Company (Adnoc). La firma planea invertir US$ 150.000 millones hasta 2027 para aumentar su capacidad de producción de hidrocarburos. Incluso, en pleno debate sobre el cambio climático, en octubre último anunció un nuevo proyecto de gas offshore en los campos de Hail y Ghasha.

Al igual que la empresa de energías renovables Masdar, Adnoc está dirigida por Sultan Al Jaber, designado por el gobierno emiratí para presidir la COP28, lo que alimenta las acusaciones de doble juego. Jaber sostiene que su petróleo es más barato y que tiene menos impacto en términos de emisiones debido a una extracción más sencilla que en otras regiones.

El presidente de la COP28 argumenta que Adnoc sólo está aumentando la capacidad de extracción, no la producción, para prepararse para satisfacer la demanda futura con un tipo de petróleo mejorado. A su juicio, los combustibles fósiles sólo se podrán abandonar cuando las energías renovables puedan reemplazarlos adecuadamente.

Paralelamente, el país respalda la captura y almacenamiento de carbono, técnica que aún está lejos de poder almacenar los miles de millones de toneladas de CO2 necesarias para mantener los objetivos climáticos.

Según la ONG Global Witness, las emisiones totales de Adnoc, incluidas las generadas por la combustión de los hidrocarburos exportados, seguirán aumentando hasta 2030, alcanzando 684 millones de toneladas de CO2, el equivalente al triple de las emisiones territoriales actuales de los Emiratos.

Personalidades que marcarán la COP28

Sin duda, el papa Francisco, que anunció que estará presente en el inicio de la cumbre, constituye una de las personalidades más destacadas. Sin embargo, una vez acabada la gran cumbre de líderes, se abrirá el terreno a otras personalidades.

Negociadores, activistas, expertos, ONG’s y los primeros ministros de pequeños estados insulares son algunas a actores a tener en cuenta. Entre ellos Xie Zhenhua, el enviado de China para el clima, que representa al mayor emisor mundial global desde 2007, una figura imprescindible en estos encuentros anuales.

Xie tuvo una participación muy relevante en las negociaciones que llevaron al Acuerdo de París. Nacido en 1949 en Tianjin, trabajó durante mucho tiempo en el campo ambiental en China antes de liderar los equipos de negociación de Beijing en las conferencias internacionales sobre el clima. A pesar de las relaciones tensas de China y Estados Unidos, este hombre de rostro redondo y gafas de montura delgada ha establecido relaciones privilegiadas con su homólogo estadounidense, John Kerry.

"Xie Zhenhua es un modelo para los futuros diplomáticos del clima. Está profundamente comprometido con la acción climática y muestra una voluntad y capacidad para cerrar la brecha entre China y la comunidad mundial", señala Li Shuo, de la Asia Society Policy Institute.

Ya por fuera de las negociaciones oficiales, la COP28 también atraerá voces de la sociedad civil que buscan influir en los debates. Un ejemplo es la activista "ecofeminista" de Ruanda Ineza Umuhoza Grace, fundadora de la ONG The Green Protector en su país.

Grace es la coordinadora global de la "Coalición de la juventud para las pérdidas y daños", que reúne a jóvenes del Sur y del Norte para exigir medidas que compensen a los países vulnerables.

No sorprende que su mensaje en la COP28 se centre en este delicado tema que recientemente fue objeto de un frágil compromiso entre países desarrollados y en desarrollo. Por lo pronto, la coalición ya anunció que presentará 10 demandas, incluida la implementación operativa del fondo, cuyo principio se acordó en la COP27 del año pasado.

Las miradas seguramente también se posarán sobre Simon Stiell. Nacido en Granada, desde 2022 es el secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, razón por la que aparece regularmente junto Al Jaber en los grandes eventos anuales. Aunque no tiene poder directo, utiliza su influencia para presionar a los grandes países a ser más ambiciosos.

"La COP28 es una oportunidad para corregir radicalmente nuestra trayectoria. Aprovechemos esta oportunidad", abogó recientemente. Antes se desempeñó como ministro de Resiliencia Climática y Medio Ambiente de Granada, el pequeño estado insular del Caribe que al igual que los estados del Pacífico y de la Micronesia están en la primera línea frente a las consecuencias del calentamiento global.

También es originaria de un pequeño estado del Caribe, la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, cuya voz tiene una audiencia en las cumbres sobre el clima inversamente proporcional al tamaño de su país. Abogada de verbo elocuente se convirtió en la abanderada de la "transformación absoluta" del sistema financiero internacional a favor del clima.

"A pesar de su pequeño tamaño, Barbados logró hacerse oír en el escenario internacional e influir en el debate sobre el sistema financiero internacional, gracias a la determinación de su primera ministra", asegura Friederike Roder, de la ONG Global Citizen.

"Aprovechó la salida de la pandemia de Covid-19 y la creciente urgencia climática para proponer soluciones concretas. Aunque sólo representa a los ciudadanos de Barbados, Mottley fue la voz de muchos países del Sur y de ciudadanos de todo el mundo", agrega Roder.

Tres buenas noticias

Si bien el mundo está lejos de haber reducido lo suficiente sus emisiones de gases de efecto invernadero para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, se lograron avances reales desde 2015. La trayectoria climática, aunque aún amenazante, mejoró, y el crecimiento de las energías renovables está ocurriendo más rápido de lo previsto.

Cuando se aprobó el Acuerdo de París, las políticas económicas de las naciones estaban llevando al mundo hacia una trayectoria de calentamiento climático de 3,5°C para el año 2100 en comparación con la era preindustrial, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Nivel que implicaba catástrofes climáticas en cadena.

Ocho años después, los compromisos actuales de los países sitúan al mundo en una trayectoria de calentamiento de 2,5°C a 2,9°C durante el siglo, según los cálculos de la ONU revelados antes de la COP28. Según la AIE, las políticas energéticas planificadas en el mundo incluso corresponden a una trayectoria de +2,4°C para 2100.

Otra buena noticia es que desde 2015, las emisiones anuales de gases de efecto invernadero han aumentado alrededor del 9%, según la ONU, menos de lo que se esperaba. Además, la tasa de aumento se desaceleró notablemente, al punto que el pico de emisiones podría alcanzarse en 2024, o incluso este año, según el Instituto de Análisis Climático.

La tendencia está en línea con el escenario recomendado por el panel de expertos climáticos convocado por la ONU para cumplir con los objetivos de París. Antes del acuerdo, la AIE preveía que las emisiones del sector de la energía, que son más del 80% del CO2 emitido por la actividad humana, alcanzarían los 43.000 millones de toneladas en 2030. Ahora, la agencia acaba de revisar la cifra a 35.000 millones.

La tercera buena noticia es que la energía solar, la eólica y la difusión de los vehículos eléctricos ya están contribuyendo a la reducción de las emisiones.

La energía solar fotovoltaica y la eólica, que se utilizan para reemplazar las centrales de carbón, petróleo y gas, se estima que representarán alrededor del 15% de la producción eléctrica mundial en 2030; es decir: aproximadamente entre 3 y 7 veces más en esa fecha de lo que preveían los expertos de la AIE en 2015.

En ese momento, el despliegue de vehículos eléctricos parecía una quimera a tan corto plazo, con menos del 2% de las ventas previstas para 2030. Ahora, la AIE estima que más de un tercio de los nuevos automóviles para esa fecha habrán cambiado el motor de explosión por uno eléctrico.

"La adopción de tecnologías energéticas limpias experimentó un crecimiento sin precedentes en los últimos dos años", señala la AIE. El organismo también destaca un aumento del 50% en las capacidades fotovoltaicas a nivel mundial desde 2020 y del 240% en las ventas de vehículos eléctricos desde el mismo año.

La AIE atribuye estos avances al efecto de las políticas públicas y a la disminución de los costos. Así, en China, "planes sucesivos quinquenales elevaron gradualmente las ambiciones para la energía solar fotovoltaica y llevaron a una disminución global de los costos", según la agencia.

En Europa el despliegue de la energía eólica marina "dio la señal de salida a nivel mundial para esta industria"; mientras que las motocicletas o los autobuses eléctricos experimentaron "un crecimiento significativo en India y otras economías emergentes", señala la AIE.

 

(Con información de AFP)

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