Diego Battiste

Medidas por el buen camino

Hay que señalar como positivas las medidas de alivio económico que anunció el gobierno esta semana, y que implican un aumento del Fondo Coronavirus de US$ 550 millones a unos US$ 900 millones

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25 de abril de 2021 a las 05:00

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La pandemia no nos da tregua aunque parece estar en una meseta. Si bien es una meseta demasiado alta e intolerable para nuestras sensibilidades y nuestras expectativas y nuestro pasado reciente de éxito, es una meseta al fin. Dadas las circunstancias, lo que vemos es un gran avance en el proceso de vacunación y eso alienta la luz al final del túnel. Y no es  luz de un tren que viene en contra. Por tanto hay buena esperanza de que la meseta comience a descender y así lo han anunciado algunos miembros del GACH. Con todo han puesto la vara muy alta, de que hay que llegar a unos 200 casos diarios, muy lejos de los casi 3000 actuales.

La vacunación va a ayudar pero no será suficiente. Se podrá, como dijo el profesor Henry Cohen, “dar un abrazo a los nietos”. Pero otras restricciones habrá que mantenerlas. Y habrá que seguir con tapabocas, cierto distanciamiento social, mucha limpieza. La vacuna no es el milagro instantáneo que algunos suponen y que les permitiría volver a la vieja normalidad. De eso hay que olvidarse hasta muy bien entrado el segundo semestre.

Todo esto significa, ni más ni menos, que todas las expectativas que había de una rápida recuperación económica, la famosa recesión en V, no se va a dar. Habrá crecimiento en el 2021 pero menor al anunciado originalmente. Esa es la gran realidad que se abre ante nuestros ojos. Conviene asumirlo y prepararse para ello. Si alguna circunstancia cambia para mejor, será para alegrarse. Pero no hay que contar con ello.

Por eso hay que señalar como positivas las medidas de alivio económico que anunció el gobierno esta semana y que implican un aumento del Fondo Coronavirus de US$ 550 millones a unos 900. Es un paquete de apoyo a pequeñas y medianas empresas (más bien micro y pequeñas), a gente sin seguro de desempleo, etc. Para muchas empresas de este universo implica un alivio considerable y quizá hasta una posibilidad de supervivencia. Son alivios tributarios y previsionales y asimismo se amplía la capacidad de financiamiento con garantía SIGA. También hay medidas para individuos que no alcanzan la cobertura del seguro de desempleo, un plan del MIDES para dar trabajo temporal a unas 15.000 personas. En general, un paquete de medidas que muestra sensibilidad y que pone sobre la mesa dinero que el gobierno había anunciado tenía disponible en los organismos multilaterales de crédito. Un gobierno que aún tiene margen, en el orden del financiamiento y de algunos alivios a quienes aspiran a regularizar sus deudas con el estado, para llegar a un universo mayor porque la pandemia se extendió mucho más allá de lo previsto originalmente

Lo bueno de esta estrategia de ayuda es que opera sobre el déficit coyuntural, encapsulado en el Fondo Coronavirus, mientras que el gobierno continúa operando sobre el déficit estructural, que es el que realmente importa. Eso sí, el déficit coyuntural puede llevar a elevar el ratio deuda/PBI pero ello difícilmente afecte el tan preciado grado inversor. De hecho, el mismo día que se anunciaron las medidas el equipo económico recibió la muy buena noticia de que Standard&Poor´s ratificó la calificación de Uruguay, en dos niveles por encima del umbral del grado inversor.

Es que las calificadoras miran mucho no solo el nivel del déficit sino su trayectoria y hacia donde va el gobierno, sobre todo a nivel de reformas estructurales que faciliten la inversión. En el caso del gobierno actual, no hay duda de que se están haciendo muchos esfuerzos en la dirección del control del gasto, no importa si con pequeñas o con grandes medidas. Pero hay un énfasis muy positivo en la austeridad.

Donde hay un poco más de duda es en el alcance de las reformas estructurales. Es verdad que la pandemia trastocó todos los planes que traía el gobierno. También es cierto que todavía no está muy clara la amplitud y profundidad de las reformas en el área educativa, en el área laboral y en el marco de la inserción internacional del país y no solo de su comercio exterior. Estas áreas han sido incluidas en la LUC pero hay cosas que van por fuera. Y es hora que el gobierno, que desde una filosofía liberal ha apelado y sigue apelando contra viento y marea a la “libertad responsable” como elemento central de la lucha con la pandemia, debería apretar el acelerador en ese sentido en otras áreas del quehacer nacional.

En este momento, como es lógico, las grandes dificultades sanitarias se llevan la mayor parte de las preocupaciones gubernamentales. Pero ello no debería servir de excusa para dejar de lado el objetivo central de restablecer los motores del crecimiento en el país, mejorar la competitividad, promover la inversión y no solo la extranjera, abrir la economía, para lo cual la reforma educativa y todo lo que de ello se deriva es vital. Sin ello, solo seguiremos al compás de los precios internacionales de nuestras materias primas. Y ello no es justo con nuestra gente y sus posibilidades de un futuro mejor.

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