Mentira en busca de amor: una historia de abandono y una realidad demasiado frecuente

Mytho cuenta la historia de una familia francesa y las consecuencias de un engaño producto de la angustia acumulada

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16 de mayo de 2020 a las 05:00

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*Atención: esta nota contiene spoilers de los seis capítulos de la serie

 

A veces es cuestión de un segundo. Un sí que en realidad era un no. A veces ni siquiera se piensa tanto. Una palabra que sale tras otra, y luego otra, y ya está. La mentira comenzó a andar y volver atrás parece imposible. A veces lo es.

Pero a veces, también, las ganas de huir son más fuertes. El ahogo, el pecho apretado. La sensación de abrir los ojos un día, mirar alrededor y no entender cómo y cuándo cambió tanto todo. ¿De dónde salió ese hombre que una vez amó tanto y hoy mira de costado, dudando sobre qué fue lo que alguna vez la deslumbró? ¿Y esos hijos que ya no le hablan, que parecen extraños, inmersos en su propio mundo tan, tan distinto al de pocos años atrás? ¿Qué pasó con la libertad, con los deseos?

La historia de Elvira (Marina Hands) es ni más ni menos que la de una mujer que sufre la desatención cotidiana. La de su marido –que además vive un romance paralelo–; la de sus hijos, que la ignoran sin pausa; la de su jefe, un déspota sin control alguno que la maltrata todas las veces que puede.

Todo lleva a que Elvira un día, después de un examen médico que la preocupaba pero que finalmente sale bien, decida mentir. ¿Es esa su forma de buscar la atención o el amor que estaba pidiendo a gritos? Eso parece, aunque todos sabemos que de una u otra manera, en general, las mentiras suelen salir a la luz.

A partir de este momento esta nota revelará algunas escenas claves de esta serie francesa que se puede ver en Netflix, por lo que si sigue leyendo no hay lugar a protestas.

La historia

Elvira tiene una vida bastante previsible. Un trabajo que detesta, un marido (Patrick, Mathieu Demy) con unos cuantos intreses por fuera de ella y tres hijos de distintas edades y con complejidades propias. Y su vida se reduce, básicamente, a cumplir con las exigencias y deseos de los demás. Nada nuevo, ¿verdad?

Elvira y Patrick –un fotógrafo de cuarenta y tantos que parece no haber evolucionado demasiado con el paso del tiempo– son padres de Carol, Sam y Virginie. Carol es una adolescente rebelde bastante típica, que disfruta casi exclusivamente de estar con sus amigos y tomar alcohol, y no se le da demasiado el don de la palabra.

Sam es una adolescente trans, muy apoyada en su casa pero también muy atosigada en el colegio, que durante la serie vive una historia de amor que se trunca de forma violenta cuando el joven del que se enamora descubre su condición y se siente traicionado.

Virginie, la pequeña que parece que flota y solo persigue a sus hermanos, termina siendo la que mejor capta la realidad de lo que se vive en su casa hasta que la bomba explota.

Pero el foco está en Elvira. Porque es ella la que finalmente pega el salto al vacío. En este caso el salto es hacer algo que sacuda, comprobar que realmente ella es importante para los demás, y una cosa más. Tener un par de días libres. Sin ocuparse de nada ni de nadie.

La otra

Aunque esta sensación de ahogo que tiene Elvira no es nueva para ella, todo se precipita cuando presume que Patrick tiene una amante, la farmacéutica del barrio. 

Entonces el plan comienza a andar solo, sin demasiada preparación ni expectativa previa. Elvira va al médico a un control, el resultado de su examen de mamas es normal, pero cuando llega a su casa le dice a su marido que tiene cáncer.

El impacto de la mentira y de todo lo que vendrá después dispara la inmediata pregunta de por qué es necesario llegar a tanto para obtener amor y atención. Incluso puede resultar natural cuestionar a Elvira, que genere rechazo por momentos, pero a la vez entenderla. Entender que cada uno hace lo que puede para sobrevivir y, en este caso, lo que Elvira puede para sentir que la quieren es mentir. 

Y después lo de siempre. Una mentira lleva a la otra y un día se descubre. En este caso además, quien la descubre es la amante de Patrick, después de una intensa investigación porque los datos médicos de Elvira dejaban varias puntas sueltas.

Antes ya la había descubierto su padre, un italiano grande y medio hippie que decidió protegerla a pesar de todo. Pero cuando la verdad llega a los oídos de Patrick ya no hay tiempo para nada y es cuestión de segundos para que lo sepan sus hijos.

La serie presenta una escena imborrable. El momento de reconocer ante ellos que les mintió. Parada en la cocina, ella de un lado y los chicos con su padre del otro. Ella está sucia, llora, está agotada. Pero ninguno la entiende. Ninguno se pone en su lugar y mucho menos la perdona.

Con los seis capítulos de Mytho (o Mitomanía) vistos y digeridos queda resonando, además de la tristeza de una familia rota que será difícil de recomponer, la sensación de que lo que le pasó a Elvira le puede pasar a cualquiera. Seguramente no tome la misma decisión, pero la sensación de estar al servicio de los demás y a la vez pasar absolutamente desapercibida suena bastante normal. 

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