Volvió el fútbol este sábado, y eso ya es mucho en tiempos de pandemia de covid-19. ¡Y este domingo regresa con un clásico! Esa mezcla perfecta de emociones que tendrá un entorno desconocido, pero que no dejará de regalar al hincha la adrenalina que vendrá atada a nuevos hábitos, encerrado en un dormitorio, en un asado con amigos o simplemente a través de la vidriera de un comercio.
En la nueva era del fútbol en la pandemia, que se podrá observar exclusivamente a través de la TV, donde esa mezcla de Playstation con fútbol real confluyen en una pantalla en la que no habrá controles que manejen a los jugadores, tendrá emociones que empujarán como en cada uno de los clásicos que el fútbol uruguayo protagonizó en condiciones normales, con hinchas, estadios colmados y las expresiones más emotivas desde el cemento.
Esa extraña realidad de fútbol sin público planteará a los futbolistas la sensación de encarar el último tramo del túnel sintiendo el ruido de los tapones de los zapatos golpeando en el cemento, asomar por el Estadio Centenario y escucharlo en silencio, gris, sin vida y sin miles de almas que no permiten sentir lo que dice un compañero.
Nacional y Peñarol vuelven este domingo a la hora 15 en el Estadio Centenario. El encuentro solamente se podrá observar a través de la televisión, en la transmisión de Tenfield, y será dirigido por Cristian Ferreyra. Al partido podrán ingresar 70 personas por club, los cuatro árbitros, veedores y reducido número de personal de recaudación y seguridad, y un número limitado de periodistas.
El partido tendrá las mismas obligaciones, las mismas cargas emotivas y llega regado por un montón de incertidumbres. Con la forma en gestionar un equipo que hace cinco meses jugó el último partido, con jugadores que no están en ritmo de competencia y que tienen que salir a jugar por los puntos en un clásico.
Gustavo Munúa y Diego Forlán (su hermano Pablo dirigirá en la cancha) tienen la responsabilidad de hacer entender a sus jugadores que este domingo se gana jugando al fútbol, pero ganarán si consiguen equilibrar las emociones en un escenario desconocido, donde deberán autoalimentarse porque no habrá fuerzas exógenas que bajan de las tribunas, que ahora deberán descubrir en su corazón y en su cabeza.
Los técnicos tendrán que gestionar cinco cambios, en un experimento nuevo, en el que aprenden con ensayo y error.
Los jugadores tendrá que evitar que las ansiedades se transforme en lesiones, esas que se multiplicaron en todas las ligas del mundo.
Nacional llega como favorito, porque en 2019 que no perdió en los seis clásicos que jugó, con tres triunfos. Ahora con otro conductor. Peñarol con el peso de un año en el que arrancó para seguir de largo hasta el título y que terminó arrastrado por un equipo de Gutiérrez que lo llevó a su peor lugar.
En marzo, cuando se suspendió el clásico, Nacional y Peñarol estaban mal futbolísticamente. Desafinados. Cinco meses después, la irregularidad en la preparación que estableció la pandemia, los entrenadores tuvieron margen para corregir desde la teoría. Sin embargo, en lo poco que se vio en los amistosos jugados por Nacional y Peñarol, los tricolores siguen recibiendo esos goles para los que no hay margen en el fútbol profesional y los aurinegros sin disimular su falta de gol.
Nacional sufrió esta semana la baja de un defensa titular, con todas las alteraciones que genera en un plantel formado con un 70% de futbolistas juveniles y las alternativas con experiencia (Jacquet y Vinicius) están inhabilitados, y obligó a Munúa a improvisar con Oliveros (un lateral que ya jugó adentro) de zaguero. Esto carga de mayor incertidumbre para el regreso del fútbol. Con la defensa titular y con el mediocampo Neves-Yacob-Carballo, Nacional tenía una importante ventaja sobre Peñarol, una indisimulable estadística ganadora que le daba un plus.
En el mediocampo fue donde en el Intermedio de 2019, Gutiérrez dejó sin respuestas a Diego López. Nacional ganó 3-0. Ahora Munúa repite esa fórmula y recurre a la frescura de Santi Rodríguez y el aporte diferente de Chory Castro, con los goles de Bergessio.
Gutiérrez demostró en el clásico del Intermedio cuál es el camino que puede recorrer cualquier técnico de Nacional si quiere alcanzar un éxito en el clásico, con el control en el mediocampo. Y allí cimentó Munúa el regreso del equipo en la pandemia.
El Peñarol de Forlán sigue en formación y descubrimiento. No parece sencillo en tiempos en que debe tener más certezas que margen para las confirmaciones. Piquerez-De los Santos, intentan equilibrar la fuerza que Nacional pueda poner con Méndez-Chory Castro. También este clásico para Peñarol representa un desafío para Pellistri. La joya de la cantera aurinegra acumuló un año de recorrido en el fútbol profesional y este domingo deberá demostrar esa evolución. En sus pies nacerá el fútbol.
El clásico ofrecerá un largo partido de emociones. Los cinco cambios plantearán nuevos desafíos, responsabilidad extra (y ventajas o desventajas ) si Munúa y Forlán lo manejan adecuadamente.
El fútbol vuelve, con toda la emoción que viene implícita en el regreso para los futboleros. Y esa ya es una razón como para sentir todo eso que solo un partido de fútbol, y un clásico son capaces de transmitir, aunque se juegue en silencio. Será una nueva forma diferente de vibrar con el fútbol.
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