Niños, pantallas y un vínculo cada vez más complejo: ¿cuáles son los riesgos?

Hace dos semanas la Organización Mundial de la Salud advirtió que los menores de 2 años no deberían tener contacto con pantallas; la recomendación, que viene desde la década de los 90, se reitera con el uso de las nuevas tecnologías

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11 de mayo de 2019 a las 05:04

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Dos décadas atrás toda una generación de padres se vio embestida por el bombazo que implicó el hipnótico efecto de la televisión sobre sus hijos. Aunque a partir de 1960 ese aparato se fue instalando en los hogares uruguayos, la influencia más fuerte se dio sobre finales de los '90 con una imagen a color ya instalada, el florecimiento de los primeros servicios de televisión para abonados y el desembarco del Family Game. El resultado era, entonces, dibujitos, videojuegos y mucho color.

Todo indicaba que aquellos seres en desarrollo –que hoy tienen entre unos 23 y 35 años– experimentaban cambios en su ambiente mucho más fuertes de lo que pudiera llegar a imaginarse. Pero al tiempo, se amplió el universo Internet. Y, a una velocidad casi que abrumadora, el principio de ciclo vino signado por un sinfín de innovaciones en torno a las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TICs) y las pantallas fueron evolucionando en diversos soportes.

El escenario que día a día muta con el uso de los celulares inteligentes –que están en el podio de las touchscreens que circulan– genera, junto con muchos beneficios, un mar de incertidumbres. ¿Cuál es una de las grandes diferencias que aumenta las preocupaciones entre la pantalla de la televisión y la de los celulares? Que los segundos, se encuentran a un bolsillo de distancia.

En este contexto, muchos adultos no saben hasta qué punto sus hijos pueden interactuar con estos dispositivos y si estas interacciones son capaces de perjudicar su desarrollo. El Observador consultó a expertos de distintas áreas de la salud para conocer cuáles son las recomendaciones en torno al uso de pantallas en niños que transitan la primera infancia.

El uso que hacen los niños de las pantallas preocupa al campo de la pediatría desde las épocas doradas de la televisión, pero en los últimos años se complejizó el panorama. El neuropediatra Alfredo Cerisola –profesor Agregado de Neuropediatria de la Facultad de Medicina– explicó que el interés por estudiar los impactos de los medios tecnológicos en el neurodesarrollo infantil se vio incrementado por las nuevas formas que adoptó la interacción. Mientras que, por la década de 1970 se identificó que los niños comenzaban a frecuentar el contacto con pantallas sobre los 4 años, estudios recientes revelan que ese rango de edad se movió a los 4 meses. Además se notó que ese contacto se da de forma mucho más frecuente de lo que sucedía décadas atrás.

En 1990 la Academia Americana de Pediatría aconsejó que los niños menores de dos años no tuvieran ninguna exposición a las pantallas electrónicas. Por aquel entonces, no circulaban los celulares cargados de funciones atractivas (y adictivas) que en la actualidad casi todos los miembros de una familia poseen y con los que muchas veces se busca entretener a los más pequeños. En ese sentido, a las advertencias que desde hace años se realizan en torno a las pantallas se suman nuevas voces. Hace algunas semanas, la Organización Mundial de la Salud emitió una serie de consejos para luchar contra el sedentarismo y obesidad infantil en niños menores de 5 años y recomendó mantener a los menores de 24 meses lejos de las pantallas.

Cerisola explicó que las advertencias antes mencionadas responden a que se ha demostrado que el contacto de menores de dos años con pantallas no tiene ningún beneficio, por lo contrario, puede llegar a perjudicar su desarrollo con efectos que se podrían empezar a identificar en los próximos años de vida. El psicólogo y experto en nuevas tecnologías Roberto Balaguer agregó que, durante estos primeros meses de vida, el niño necesita explorar e interactuar con otras personas para un desarrollo más integral; en esa dinámica no deberían interferir las pantallas.

Efectos

Para Balaguer el problema principal no radica en las pantallas en sí mismas, sino en lo complejo que es dosificar su uso. Las pantallas –estas con las que convivimos en el segundo a segundo de nuestra vida– son atrapantes y adictivas y terminan yendo en detrimento de muchas actividades que son fundamentales para el desarrollo como el sueño, la alimentación, lenguaje y el juego. Si el contacto con estos dispositivos fuera bien leve, para el psicólogo no tendría una carga tan fuerte sobre la salud.

Impacto negativo a nivel del sueño, del desarrollo cognitivo, del lenguaje y de la comunicación social y, mayores riesgos de padecer obesidad y trastornos de hiperactividad o déficit atencional son algunos de los posibles efectos que el uso temprano de pantallas podría suponer, según identificó el neuropediatra Gabriel González, director de cátedra de Neuropediatría en el Hospital Pereira Rossell.

El doctor explicó que el exceso en el uso de estos medios perturba las horas de sueño y esto se relaciona estrechamente con el desarrollo del cerebro. Cuando el niño duerme, este órgano trabaja mucho consolidando lo aprendido durante el día y, si duerme menos, de cierto modo aprenderá menos.

Por su parte, Cerisola amplió que los riesgos de sufrir obesidad tienen que ver con que el exceso de horas frente a una pantalla se relaciona con el sedentarismo y con la ingesta excesiva de alimentos dulces.

Las pantallas ofrecen a la velocidad del tacto una infinidad de puertas inagotables. Son estímulos cargados de color, sonidos y movimientos que no paran de brindarle opciones a su receptor. “Mi hijo ya no juega con juguetes tradicionales”, dicen muchos padres que tras exponer a sus pequeños a que jueguen o vean videos a través de una pantalla no logran motivarlos con otros elementos. González dijo que el niño se acostumbró con esos dispositivos a que si tiene un estímulo lo puede cambiar rápidamente por lo que, su tiempo de espera, concentración y atención sostenida se pueden ver tambaleados por la ansiedad. En la misma línea, Balaguer añadió que la atención es cada vez más corta y se está dificultando el poder engancharla en cosas que no tengan el ritmo multimedia.

Inés Guimaraens

“No es lo mismo que el padre o madre mire al niño, le sonría, le cante una canción o lea un cuento –que es una interacción bilateral– a que sea totalmente pasivo, como suele ser con una pantalla”, expresó González. Y agregó que cuando una persona nace, tiene más de 100 millones de neuronas esperando para conectarse y para hacerlo necesita del estímulo del medio ambiente –donde los padres aparecen como importantes vectores–. 

Cerisola precisó que, más allá de los conocimientos y el lenguaje, el desarrollo está muy ligado a lo emocional; los niños expuestos a las pantallas tienen mayor dificultad de entender y expresar emociones, algo que se puede explicar, según el doctor, a través de los comportamientos agresivos.

Por supuesto, no se trata tampoco de sepultar el uso de pantallas. Cerisola aclaró que, si bien menores de 24 meses no deberían estar expuestos a estos medios, luego sí podrían recibir ciertos beneficios por parte de las aplicaciones si son educativas y se utilizan en compañía de adultos.

Aunque aún no hay estudios sobre los efectos a nivel de la vista de la exposición a las pantallas según la edad de inicio, la oftalmóloga Jimena Ruiz dijo que, entre sus posibles consecuencias, se identifica el  aumento de la progresión de la miopía. Además añadió que la exposición a pantallas aumenta –en todas las edades– la frecuencia de síntomas astenópicos, como el cansancio visual.

Hipnótico

"A mayor contacto y adicción tendremos niños más ansiosos y con mayores riesgos de sufrir depresión", dijo González. Pero, ¿cómo se explica ese efecto hipnótico?

El experto en psicología y TICs explicó que la adicción a las pantallas tiene que ver, por un lado, con que las distintas herramientas y aplicaciones se diseñan buscando ese efecto adictivo. Pero además subrayó que estas pantallas atrapan a los niños porque son divertidas, coloridas, ayudan a pasar el tiempo y presentan una cantidad de situaciones que ponen la fantasía en juego. “Hay un montón de cosas que son inherentes a las aplicaciones y sus contenidos. Pero después hay elementos que fomentan esa adicción y que aprovechan las vulnerabilidades cognitivas que tenemos. Por eso se nos hace difícil desprendernos a todos, la diferencia es que los más chicos tienen menos mecanismos de autorregulación”, agregó Balaguer.

¿Qué generación sufrió los primeros impactos de las pantallas?

Balaguer dijo que la generación conocida como centennial o Z –nacida después de 1995– creció plenamente en un mundo digitalizado y que buena parte del juego de estas personas está atravesado por la pantalla. Por eso los centennials esperan ciertas velocidades del mundo y de los flujos de información y esperan, también, ciertas dinámicas y ritmos propios del mundo digital, distinto al analógico. De todas formas, los niños que han experimentando cambios mayores en su ambiente a causa de las pantallas son los que crecieron principalmente sobre 2010, ingresando a un mundo social atravesado por las redes. “Es una generación distinta a la que nació con internet, la forma que tienen de concebirse en el mundo es distinta”, concluyó el experto.

Si papá y mamá lo hacen

“El problema no es tanto el uso de pantallas por parte de los niños sino por parte de los adultos, que intentan limitar el uso en sus hijos mientras están con las pantallas. Hay que tener mucho cuidado al decir que la tecnología nos está complicando la vida. No, siempre es el adulto manejando de una manera no adecuada el que complica la situación”, dijo el psiquiatra de niños y adolescentes Ariel Gold.

Los aportes de los neuropediatras, el psicólogo y el psiquiatra  coincidieron fundamentalmente en un punto: los responsables de cómo usen o no la pantalla los niños son los adultos. Los padres son quienes deberían alejar a sus hijos de las pantallas cuando tienen menos de 2 años, quienes deben acompañar y controlar su uso luego y quienes, en última instancia, deberían predicar con el ejemplo.

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